Lucía Puenzo regresó a la Argentina después de rodar en México la serie Nadie nos vio partir, que verá la luz en plataformas en 2025. Es la directora general de la serie, que cuenta con Nicolás Puenzo (también DF) y el mexicano Samuel Kishi en la dirección de algunos capítulos.
Se trata de una adaptación de la primera novela de Tamara Trottner con producción de Alebrije (Paco Ramos, Caro Leconte y Mónica Lozano). El libro original es un retazo autobiográfico de la niñez de la escritora. Por venganza en contra de su esposa, un hombre secuestra a sus hijos y huye con ellos a distintos países. Comienza así una guerra entre dos poderosas familias que ejercen su autoridad y su riqueza hasta las últimas consecuencias.
¿En qué consistió la experiencia de Nadie nos vio partir, que tiene como particularidad que fue rodada en tres continentes?
En marzo terminamos de filmar Futuro desierto y en abril nos embarcamos en esta serie. Fue un rodaje de catorce semanas: ocho en México, tres en Sudáfrica, dos en Italia y una en París. Viajamos gran parte del año, conociendo lugares y equipos técnicos. Aunque las cabezas eran casi todos mexicanos y algunos argentinos, en cada lugar donde fuimos hubo un porcentaje importante de técnicos locales. Ese aprendizaje nos dejó una gran experiencia: fue divertido ver cómo trabajan en otros países y que todo el mundo trabaja distinto. Tuvimos que aprender a entendernos hasta en el lenguaje. Aprender y entrar de lleno, porque además llegábamos con pocos días de preparación, listos para filmar.
-¿Qué encontraste en la novela de Tamara Trottner y qué debe tener una novela para que te entusiasme adaptarla y llevarla al formato serie?
Es un thriller de época de una madre que va detrás de los pasos de un padre, quien se ha llevado a sus hijos. Está basado en un caso real de la propia autora, que era la niña a quien se llevaron en un periplo por el mundo entero. Ella tenía 5 años cuando pasó y escribió su cuando ya era una mujer adulta, abuela.
No deja de ser una historia de dos padres que se quieren, pero ya no pueden estar juntos, lo que desencadena una tragedia. Pero están ahí muy presentes sus dos hijitos, una niña de 6 y un varón de 7.
Es una serie corta de cinco episodios, que se va a estrenar a mediados del año que viene en todo el mundo.
Como sabés, la mirada de los niños y los adolescentes siempre me atrae mucho. En este caso, estos niños no pueden entender qué está pasando, porque los arrancan de un lugar para llevarlos a otro, y después a otro y a otro más. Me propusieron reformular los últimos capítulos, que habían sido escritos por María Camila Arias y Alejandro Ricaño, un gran autor de teatro mexicano. Y ahí pude meter mano y me pude apropiar: en ese proceso, no hay mucha diferencia entre cómo hacemos series y cómo hacemos películas en Latinoamética. Es el mismo equipo, las mismas ganas, escrito y filmado por nosotros.
-¿En qué consistió el proceso de apropiarte del texto y darle tu impronta a la historia?
Gran parte del acuerdo consistió en que la producción se hiciera en Argentina, con mi equipo de siempre: editores, músicos, posproductores, coordinadores. La posproducción se hace en Argentina y así podemos editar los cinco episodios casi a capítulo abierto, como si fuera un gran largometraje de varias horas. Y además con mucha libertad: pudimos traernos la serie para acá, a una cuadra de mi casa (Risas). Poder editar y entregar yo el corte a la plataforma hace una enormísima diferencia.
-Este es un año de suma actividad: además del rodaje de Futuro desierto se estrenó en el país Los impactados, que abordó el tema de la electrofilia. ¿Cuáles son hoy los temas que te atraviesan y te generan el deseo o la necesidad de llevarlos a la pantalla?
Los temas van apareciando en el momento. Pero cuando aparecen, me quedo con las manos metidas en eso. Se transforman en cosas que no puedo largar. Me voy a dormir y me levanto pensando en eso. Me doy cuenta de que lo quiero escribir. Ahora mismo estoy con un guion nuevo con Karla Souza. Fue una historia que me llegó en estado embrionario, una primerísima versión, pero no pude parar de pensar en eso. Tiene que ver con núcleos de espacio de tiempo y con la física, aunque también se relaciona con la ciencia ficción. Lo divertido del oficio es que podemos hacer una zambullida profunda durante un par de años de nuestras vidas con temas que desconocíamos.
-En este estado de zambullida, ¿cómo sigue el proyecto de La pistolera, con Luisana Lopilato?
Muy encaminados. En estos días estamos buscando locaciones. Teniendo en cuenta la tragedia cultural que estamos viviendo, pensar en comenzar a filmar en mayo del año que viene es increíble. Tal vez no lo logremos, pero estamos peleando para poder hacerlo.
-¿Lo imaginás como un policial?
Tiene elementos del cine negro, que a mí me gusta mucho, pero también del thriller y el policial. Está atravesado por una historia de mujeres. Y no solo de Pepita, sino de su círculo cercano.
-Futuro desierto aborda el tema de la inteligencia artificial. ¿En qué lugar está Argentina y en qué lugar te encontrás vos con respecto al uso de la inteligencia artificial?
Nos costó mucho defender este proyecto y convencer a quienes después estuvieron detrás del mismo. En Latinoamérica hay mucho público que quiere ver ciencia ficción, pero hay una especie de prejuicio de cuáles son los géneros que se deben filmar. Aunque parezca mentira, muchos de los que estamos detrás de cámaras nos encontramos con esa reticencia a meterse con ciertos géneros. Uno de ellos la ciencia ficción. O como nosotros llamamos a Futuro desierto un futuro realista, porque en realidad lo que cuenta es que futuro desierto ya llegó, es lo que está pasando con el efecto emocional de la inteligencia artificial, con los androides.
La serie se mete con algo que avanzaba a medida que lo escribíamos con César Sodero y Leonardo D’Agostini. Se venía encima el presente, que ya no es futuro. Se venían encima los androides antropomórficos. Entonces, todo lo que estábamos escribiendo ocurría casi en paralelo, que es el peligro de cuando estás metiéndole las manos a un material que juega codo a codo con el presente. Por momentos el presente es tan vertiginoso que le gana a la ficción.
-En algún momento se pensaba rodar en Argentina.
Peleamos mucho para hacerla en la Patagonia y finalmente se rodó en México: en gran medida se hizo en el Sur, en la selva de Chiapas y en Oaxaca. Hay algo que trágicamente está pasando en la Argentina: muchos proyectos migran a otros países.
-Un dicho frecuente en el mundo de la música dice que música es el arte de combinar los horarios. Es perfectamente aplicable a tu trabajo. ¿Qué viene ahora en tu agenda?
Los próximos cuatro o cinco meses estaré en Argentina. En la isla de edición, escribiendo o editando. Este es el momento del proceso en que hay una etapa de calma. Y es lo que más me divierte.
Julia Montesoro