“El cine sigue demostrando mejor que otras artes que la reflexión estética está unida estrechamente a la reflexión política”, expresó proféticamente Annamaría Muchnik en el texto de presentación de la 36ª edición de La Mujer y el Cine, que se llevará a cabo del jueves 2 al domingo 5 con entrada libre y gratuita y con más de 50 títulos entre la sección competitiva de cortometrajes y los panoramas de largometrajes nacional e internacional.
Las películas que integran el festival se exhibirán en los cines del Museo Malba, el Cultural San Martín y el CCK. Además, habrá tres actividades especiales: una mesa redonda con autoras e investigadoras, un taller de actuación y un homenaje a la directora de arte Coca Oderigo.
Entre ellas, el viernes 3 a las 16 hs se llevará a cabo en la Sala B del Centro Cultural San Martín la actividad especial “De la palabra a la acción”, mesa redonda con Graciela Taquini, Sabrina Farji y Julia Montesoro, directora ejecutiva de GPS Audiovisual.
-Recurro a una frase tuya del catálogo de este año, que nos quedó resonando, para preguntarte: ¿en qué medida La Mujer y el Cine es “un festival que genera una reflexión política”?
Hago un poco de historia. La mujer y el Cine se inventó, creó y fundó hace 36 años (en abril del 1988), por un grupo de mujeres de la cultura, que de alguna manera hicieron carne esto de que las mujeres no teníamos espacios o lugares donde proyectar sus películas. No solo eso, sino que pocas se animaban y atrevían para largarse a filmar porque no tenían el apoyo necesario. De ahí nació la ideología de La Mujer y el Cine, aunque la palabra por ahí no sea la justa. Nunca hemos tratado de irnos o de alejarnos de esas premisas: son las que nos guían desde siempre.
En mi carácter de directora, de presidenta de la Asociación, la tengo muy en claro y trato de no salir de la ruta. Por eso decimos que tiene una connotación política. Y no me refiero a partidismos sino a la política.
-¿De qué hablamos cuando hablamos de política?
De la posibilidad de darle un lugar a la mujer, de estimular su tarea creativa, de abrirles las puertas a las escuelas de cine para que entren más alumnas, más jóvenes, de darles apoyo en cuanto a la exhibición y la posibilidad de llevar sus películas al exterior y a festivales internacionales. Tiene que ver con decisiones que se van tomando en el camino. Y todo esto es político.
-¿Qué obstáculos y dificultades fueron atravesando en ese camino?
Entendimos rápidamente que es muy difícil hacer un festival solas: necesitamos infraestructura, lugares donde proyectar las películas, donde promoverlas, apoyo para los premios para las realizadoras. Fuimos armando un nido donde cobijar a todas las mujeres que filman. Filmar es un trabajo de años, porque implica dejar de lado nuestras tareas habituales. Convengamos que a las mujeres les resulta más difícil filmar que a los hombres. Las mujeres dejan de lado su hogar, sus hijos y su familia. Y además necesitan saber quién va a ver el material que les costó todo eso que han invertido. Estas son las preguntas que se han hecho muchas veces las directoras, que nosotras tratamos de responder.
-¿Cómo impactó en la salud de La Mujer y el Cine las abruptas medidas de reducción en estructura y presupuesto del INCAA?
De varias maneras. Este año nosotros no hemos tenido ningún apoyo económico del INCAA. Hemos tenido únicamente del CCK, para poder exhibir películas. Tenemos apoyo del MALBA, que no tiene nada que ver con el Estado, sino que es particular, y que es un poco nuestra casa, porque ahí se ven todos los cortometrajes.
Pero más allá de este festival hay una pregunta que nosotras nos hacemos: si se cerró la puerta del Instituto Nacional de Cine y durante tres meses no se puede filmar, ¿qué películas van a mostrar las mujeres el año que viene? ¿Qué material vamos a tener nosotras?
Soy una gran defensora de que el Estado apoye la tarea creativa, la cultura y al cine como se hacen en otros países muy desarrollados. Gracias a eso el cine crece, se difunde y hay presencia argentina en los festivales internacionales. Nuestro Festival de Mar del Plata corre riesgo porque no sabemos si se va a hacer. Es el único en todo el continente, en toda la región, de clase A. ¡Eso hay que defenderlo mucho! En todo el mundo se conoce el Festival de Mar del Plata y se sabe que nosotros tenemos muchos directores buenos, que van a festivales y les va bien.
Es más: cuando se empezó a hablar de estas medidas, llegaron cartas de adhesión de asociaciones y de presidentes de festivales internacionales. Nosotras mismas hemos recibido cartas y muestras de apoyo de asociaciones de mujeres, de otras partes de Europa y de América Latina. Esto habla de la necesidad de seguir haciendo lo que hacemos y de mostrar que nosotras seguimos trabajando.
De pronto parece un eslógan, pero nosotras vamos a seguir adelante como sea. Tal vez con un poco menos de apoyo, pero vamos a estar premiando a las chicas. Nos da una enorme tranquilidad saber que las películas ganadoras se van a llevar un premio y a la vez, ver la solidaridad de cierta gente que sigue creyendo en la cultura y continúa apostando al cine y a La Mujer y el Cine.
-El Festival tendrá como país de honor a España y a Liz Lobato y Daniela Fejerman como invitadas. ¿Con qué nos vamos a encontrar?
El Centro Cultural de España en Buenos Aires nos ayudó con los pasajes y trayendo cuatro películas españolas de Isabel Coixet, Daniela Fejerman, Liz Lobato y Jaione Camborda, O corno, que ganó San Sebastián el año pasado y que es maravillosa. Y además hay un montón de películas argentinas.
-Más de cuarenta, aunque a priori uno podría pensar que la producción dirigida por mujeres se redujo. ¿Con qué panorama se encontraron este año?
Recibimos 185 cortometrajes. ¡Es mucho! Hay que respetar al corto porque también implica juntar fondos y darle la importancia de una producción cinematográfica. De esa cantidad hicimos una preselección de 27. También más de 40 largometrajes. Elegimos en base a las posibilidades: muchas veces ocurre que no se puede exhibir porque ya está comprometida o ya se presentó en otro festival. A veces hay condicionantes que no se relacionan exactamente con la calidad de la película.
Por otro lado, la elección pasa por nuestra sección de Work in progress, que tiene que ver con el apoyo que le dan los diferentes espónsores a la producción y a la terminación de las películas. Este año se presentaron 43 directoras. De allí quedaron seleccionadas ocho. Además, en la sección de largometrajes argentinos se presentan cinco películas que son productos del Work in progress del año pasado. Lo cuento y me emociono. ¡Mirá todo lo que hicimos!
-Comenzamos esta charla con una frase tuya y la queremos concluir de la misma manera. Dice el texto de presentación: Hay cuestiones ineludibles a la hora de programar un Festival de Cine tal como el ejercicio de preguntarse: ¿Quién es el espectador y que quiere ver?
Yo me respondo que el espectador no es solamente el espectador: son las espectadoras y los espectadores. Cada vez más vamos hacia un público plural. Eso es lo que queremos: que los hombres también vean también el cine realizado por mujeres, porque ahí encuentran un montón de cosas que no se imaginan y que no piensan. Los ayuda a crecer y a tener otra visión. Esto se ve mucho en los cortos. Cuando los ves con atención comprendés que las realizadoras están poniendo una parte importante de su vida, de lo que les pasa y de su propia reflexión sobre su realidad. Todos y todas quienes vean estas películas tienen que ser capaces de ver más allá de lo que dan las imágenes y de reflexionar sobre ellas.
Este es el objetivo. Y es también lo que se cumple cada vez que termina el festival. Ahí es cuando les digo a las chicas que trabajan conmigo: misión cumplida.
Julia Montesoro