Alejandro Maci, director y guionista de la coproducción argentina-uruguaya El último viaje a China, protagonizado por Soledad Silveyra y Carlos Perciavalle y producido por Pablo Echarri (Alternativa), Alfredo Caro (Sinapsis Ideas) y Luis Quevedo (Eudeba), cuenta detalles del largometraje que narra la vida de la China Zorrilla y anticipa las primeras imágenes del rodaje.
La película está actualmente en posproducción y narra el viaje al pasado de Soledad Silveyra, en un reencuentro pendiente con Carlos Perciavalle en su casa de Laguna del Sauce (departamento de Maldonado, Uruguay), un sitio lleno de secretos compartidos. Transcurrieron demasiados años y Soledad y Carlos, hijos artísticos de China, no volvieron a cruzarse. La muerte de la actriz marca el fin de una época en ese Paraíso, una morada que mezcló proyectos con descanso, delirio y aventura.
China se instalaba veranos enteros y la casa ardía. En la memoria de Soledad y Carlos Perciavalle resuena el jazz de sus invenciones, las aventuras argentinas, las giras en autos rotosos, las mentiras que se vuelven verdades pero, sobre todo, la valentía de un ser irrepetible que se las ingenió para avanzar entre obstáculos, amenazas y proscripciones. Este relato es un apunte de época. El diario de una mujer que contribuyó a un cambio en la mirada. Y abrió la puerta para las que vinieron después.
Alejandro Maci, su realizador, brindó detalles del proyecto en forma exclusiva para GPS Audiovisual.
-¿Cómo surgió la idea de contar la historia de China Zorrilla?
Tanto en Uruguay como en Argentina estaba el proyecto de homenajear a China, de contar y reflexionar sobre su vida y su obra. La pandemia, como sucedió en tantos otros largometrajes, obligó a hacer una pausa. China, como mujer y artista, representa la libertad de tantas mujeres que supieron abrirse paso y demarcar un camino propio en un siglo en el que la lucha de la mujer todavía tenía largo camino por recorrer.
-¿Por qué el título?
Me fue apareciendo de a poco, a partir del dispositivo que creé para desplegar la narración del relato: el viaje que emprende Solita Silveyra desde Buenos Aires hacia la casa de Carlos Perciavalle para convocar a una vieja amiga en común.
-Coincidentemente, en 2022 estrenaste el documental María Luisa Bemberg. El eco de mi voz, también dedicado a otra mujer que representaba la libertad creativa y que luchó contra los estereotipos patriarcales.
Es curioso, pero María Luisa nació en el mismo año que China Zorrilla. Cuando Pablo Echarri y Alfredo Caro, me propusieron que me hiciera cargo de este documental, me fascinó la idea. Son dos mujeres muy diferentes, pero igualmente talentosas y libres. Son exponentes de mujeres que supieron defender y desarrollar su arte y aportar a generaciones de mujeres venideras su lucha y sus logros, tanto en los artístico como también en su calidad de mujeres renovadoras y resilientes.
-¿Quiénes participan en el proyecto?
Además de Soledad Silveyra y Carlos Perciavalle, en el equipo hay otras talentosas mujeres como Sol Lopatín (quien está a cargo de la dirección de fotografía) y Cecilia Sainz, encargada de la investigación de archivo, quien trabajó conmigo en el documental sobre María Luisa Bemberg y también en la ficción Santa Evita.
-¿Buscaste algún eje narrativo específico?
Me entusiasmé la idea de incluir en el relato materiales inéditos sobre China, fragmentos que el público no conociera. China tuvo una etapa de gran popularidad y es fácil ver partes de obras surgidas durante este período en las redes, en la TV, pues son de dominio público. Pero encontramos materiales desconocidos. Muchos se sorprenderán con lo que el documental tiene para aportar. Pensar a China desde el siglo 21 es ver y valorar el aporte de mujer sumamente valiente a una causa cuyos frutos se verían más claros en los albores de este siglo, aun cuando aún quedan tantos aspectos por mejorar y equiparar.
-¿Qué cuestiones te sorprendieron de la vida de la China?
Cuando uno se pone a estudiar la vida de alguien a quien quiere retratar y conocer, lo importante es hallar su peculiaridad, aquello que la hace ser quien fue y no un individuo más dentro del espectro de su generación. China pertenecía a la Comedia Nacional Uruguaya. Pero tuvo su espacio para viajar por largos períodos en los que dejaba de actuar y se dedicaba a acumular nuevas experiencias que la fueron enriqueciendo en forma paralela, como actriz y también como ser humano.
Vivió y trabajó en Estados Unidos: allí trabajó en una productora de cine, fue periodista, profesora de francés para alumnos angloparlantes. Aquí encontramos otra coincidencia con María Luisa Bemberg: era trilingüe.
En Francia se educó cuando su padre (NR. el escultor José Luis Zorrilla de San Martín) esculpía la estatua del Gaucho, una de sus obras más importantes. Se formó como actriz en la Londres de posguerra entre 1946 y 1948 siendo poco más que una adolescente. Viajó en un carguero completamente sola y sin saber una palabra de inglés. Su caso es el de una mujer de avanzada, una aventurera que supo trascender a su época. También, pagó el precio que toda mujer con sus agallas debía pagar: renunciar a conformar su propia familia y convertirse en madre. Algo que China siempre lamentó, años más tarde.
-Pablo Echarri debuta como productor. ¿Cómo se entabló el vínculo?
Pablo tiene una energía inagotable. Siempre me siento acompañado por él y secundado en la aventura de desarrollar y filmar en Argentina y Uruguay. El quería desarrollar este proyecto de cualquier manera.
-El proyecto tuvo su presentación en sociedad en el Festival de Mar del Plata. ¿Cómo continúa el camino?
En el Festival nos invitaron a proyectar un fragmento de la película. Y la devolución y el interés del público fueron conmovedores. Algo de ese intercambio sin duda fogonea y redobla nuestro esfuerzo por terminar la posproducción lo antes posible para estrenar la película completa y así poder completar el tan deseado intercambio con el público. En definitiva, es el destinatario esencial de este relato tan querido.
Claudio Marazzita