Angela Urondo Raboy, dibujante y performer, es hija de Paco Urondo y Alicia Raboy, dos militantes montoneros asesinados por el terrorismo de Estado en junio de 1976. Su familia adoptiva, parientes de su madre, omitió contarle que tenía dos hermanos, una de ellas desaparecida. El otro hermano fue el que la “recuperó”.
Para dar testimonio escribió ¿Quién te creés que sos? El libro, con su voz en off, recobra vigencia en el documental Revelar, de Fermín Rivera, que se exhibe en el cine Gaumont con funciones diarias a las 18.30 hs., el Espacio INCAA Cine Teatro Municipal M. Belgrano de Rafaela y en el Cine Municipal Select – Espacio INCAA La Plata.
-¿Qué te atrajo de la propuesta de Revelar?
Me interesa mucho lo que pasa con la escritura una vez que el libro está escrito. Porque empieza a dialogar con otras personas, con otras historias, con otras vivencias y con otras producciones. Entonces pasa esto, que es muy inspirador y nos retroalimenta mucho, porque nos ayuda a pensar juntos.
Además, siento que mis textos en esta película adquieren otra dimensión porque ya no abarcan mi propio caso, sino lo colectivo. También se corre un poco de lo meramente testimonial: si bien está basado en la experiencia personal, por supuesto, hay una idea de producción, literaria y teórica, de lo que fue el genocidio. Eso se ve reflejado y a mí me hace bien, porque me permite correrme del lugar del testimonio para poder hacer algo más con esto.
-¿En qué consistió tu participación, entre lo que se ve en el documental y tu aporte para el desarrollo de la historia?
Los textos se escribieron hace unos diez a quince años y fueron publicados en “¿Quién te creés que sos?”. Fermín Rivera, el director, tomó de ahí fragmentos que le resultaban posibles para el armado. Y terminan por ensamblarse con la tesis de la película respecto de la apropiación y el tema que se aborda, que es el planteo de las revelaciones anteriores y posteriores a la restitución. De algún modo, lo escrito es como afirmaciones de la identidad.
Los textos originalmente tienen que ver con el momento en el que transitaba el reclamo por mi identidad, mientras mi restitución estaba judicializada y muy complicada, porque era bastante atípica. Era una situación de apropiación de la historia intrafamiliar en la que había que disolver una adopción legal y plena. Estas particularidades hicieron que me surgieran muchas reflexiones alrededor del tema de la identidad. Eso fue lo que escribí y que Fermín tomó para creo que ponerle un poco de marco teórico y no solo testimonial, a todo lo que los compañeros testimonian.
-Es muy llamativo cómo se amalgaman esos textos escritos mucho antes, que fluyen como un backstage de la historia de forma muy natural.
Sí, coincido. Y no solo fluyen, sino que adquieren otra dimensión, tienen otro sentido. Yo estoy muy contenta porque siento que esos textos adquieren otro valor y tienen otra lectura mediante esta edición, y esta situación en la que en la que empiezan a dialogar con otros casos y con otras miradas.
Hay algo que tiene que ver con la restitución, con la constitución de una identidad. Tiene que ver con inscribirse, con escribir el nombre de uno. Desde que logré tener legalmente mi nombre, me conmueve mucho ver con qué otros se inscribe mi nombre. Me gusta mucho ver con quién estoy. Las cosas que hacemos nos trascienden y van a estar ahí cuando nosotros no estemos más. Me gusta mucho ese camino que el nombre va haciendo, uniéndose a otros nombres.
-Rivera decía que si bien muchos de los protagonistas se conocían entre sí, descubrieron datos desconocidos después de veinte años a partir de la película. En tu caso, ¿qué te reveló –justamente- Revelar?
¡También me pasó eso! Descubrí cosas de personas que conozco. Estamos cerca y hay cosas que no sabemos. Pero también me ocurrió algo similar durante los juicios. Esta película tiene una relación directa con esta época de negacionismo, pero también con la posterior a los juicios de lesa humanidad.
Claramente es un documental por el que primero pasó justicia por estas historias. Es un relato de cosas -entre comillas- más superficiales y -también entre comillas- políticas. Antes atravesamos un camino que tuvo que ver con poder testimoniar frente a la justicia para obtener una verdad jurídica, no solo una versión de los hechos como ocurrió durante décadas.
Al igual que con los juicios -porque ahí siempre se revelan detalles de situaciones que no habían sido dicho nunca-, es necesaria una buena propuesta como ésta, para poder ver esas cosas que en primer lugar fueron un dolor urgente, lo terrible de un genocidio, en otro marco de contexto, para seguir descubriendo las historias que creemos que ya conocemos.
Julia Montesoro