Una mujer sola, fuera de su eje emocional, emprende un soliloquio con sus fantasmas. Unicamente se permite comunicarse con una tortuga imaginaria llamada Fiebre. Prisionera de lo que socialmente se conoce como locura, transita de la sorprendente lucidez al éxtasis paranoico en un viaje de ida y vuelta. El camino se inicia en la casa de un tío (con el enigma ominoso que ello encierra) y continúa con la intoxicación en un campo, el abrupto fin de fiesta con sus amigos, la caminata desde Padua hasta Once siguiendo el recorrido del tren y la cama de un hospital en el que –finalmente- esos fantasmas se materializan en su madre y su hija.
Todo encaja en su alucinación final: esa mujer sola está fatalmente herida por la falta de amor.
El abordaje de Julieta Zylberberg por los distintos estados de ánimo de ese cuerpo doliente conmueve por su fragilidad. Ella es Azucena, alguien que no sigue las normas impuestas por el sistema; esos mandamientos por los cuales solo se puede alcanzar la cordura con un buen trabajo, un buen amor, una buena posición social. Aun así, su discurso poblado de imágenes y matices la convierte en una heroína en pugna por mantenerse sana y coherente.
La fiebre es un diario íntimo sobre una locura terrenal, reconocible, atravesada por el desamor y el aislamiento, en el que todo intento por conservar el equilibrio es provisorio y fronterizo. Como una tortuga invisible.
Norberto Chab
FICHA TÉCNICO ARTÍSTICA
Con Julieta Zylberberg
Dirección: Mariana Chaud
Diseño de vestuario: Estefanía Bonessa
Diseño de luces: Matías Sendón
Diseño de espacio: Estefanía Bonessa, Matías Sendón
Música original: Lucas Martí
Diseño gráfico: Karina Hernandez
Foto: Nicolás Levín
Asistencia de dirección: Analía Cabanne
Prensa: Luciana Zylberberg
Producción: Gabo Baigorria
Agradecimientos: Lisandro Bera, Ananda Brédice, Mariela García, Ezequiel Díaz, Martín Piroyansky, Gadiel Sztryk, Andrés Rasdolsky, Andrés Caminos.
La fiebre. Teatro Nün (J. Ramírez de Velasco 419). Sábados a las 23.