Laura Basombrío ganó el premio a Mejor Dirección en el Festival de Mar del Plata 2023 con su sorprendente ópera prima, Las almas y a partir de allí emprendió un fértil recorrido por festivales internacionales. En las últimas semanas siguió cosechando reconocimientos por su documental rodado íntegramente en Salta: ganó premios al mejor documental latinoamericano en Viña del Mar; al mejor largometraje en Belo Horizonte y a la mejor película de la competencia oficial iberoamericana en Rizoma de Madrid.
-Las almas recibe premios en América como en Europa. ¿Qué mensaje percibís que transmite en públicos tan diversos, teniendo en cuenta que se trata de una historia intimista y fuertemente arraigada en lo local?
Es una pregunta interesante. A mí me hizo pensar especialmente cómo fue la recepción en Europa. El primer país que se interesó por Las almas fue España. Creo que hay algo del lenguaje que es muy importante. La voz de la protagonista, además de lo que cuenta, es una voz muy musical. Hay algo del lenguaje y del modismo que llama mucho la atención y por eso no me sorprende que la hayan buscado en países latinoamericanos y también en España. También estuvo en algunas proyecciones en Francia, pero se me ocurre que hay algo del lenguaje que te acerca.
Es una historia que le puede llegar a cualquier persona, porque finalmente cuenta un modo de vida, que es un modo muy práctico en realidad. Si bien la protagonista tiene creencias religiosas, también tiene creencias de otros tipos. Finalmente se basa en su practicidad para avanzar en su vida y dejar atrás ciertas heridas. Hay algo de eso que también engancha.
-¿Quién es esa persona y por qué te interesó hacer un documental sobre ella?
La película como germen quería narrar los sueños que tenía Estela con su madre, quien acababa de morir. Todo en el contexto del Día de las Almas, que también se conoce como Día de los Muertos. En Tola Grande ese día se celebra muy a lo grande. Pero va dando otras derivas a través de ciertas dificultades que tiene la protagonista en su relación con los hombres, también con su papá. Así, van surgiendo recuerdos que traen violencias del pasado, heridas no sanadas. Hasta que se abre de ese encuentro con la madre en sueños hacia otros temas. Finalmente es una historia de sanación, porque lo principal que me cuenta es que había perdido su espíritu, que lo había recuperado y que se había sanado.
-Después de este recorrido internacional de un año, ¿seguís definiendo la película como un documental?
Es súper interesante la discusión: en Mar del Plata, después de su estreno, se me acercó gente a preguntarme cómo había escrito el guion o qué gran actriz que es Estela. Lo interesante es que Estela me decía lo contrario mientras filmábamos: “¿Quién se va a interesar en mi vida? Yo no soy actriz”, comentaba. Valía la pena cruzar esos dos mundos. Aun así, yo sí defino la película como un documental, porque toda la historia de ella es real. Si bien soy muy conciente de que utilizo todos los elementos narrativos de la ficción para construir un relato. Sería muy ingenuo pensar que un documental es netamente objetivo, porque en el momento en que uno prende una cámara y encuadra algo, también deja algo afuera, hay manipulación.
Igualmente, no me interesa tanto discutir esas divisiones. Me interesan las películas y me encantan los cruces entre documental y ficción, lo híbrido. Pero en el momento de presentarla en competencias o de definirla siempre aclaro que es un documental.
-Los límites cada vez son más imprecisos.
Como en la vida diaria. Con las noticias que recibimos, con las que nos bombardean todos los días, nos preguntamos qué es ficción y qué no.
–A propósito de redefiniciones, el jurado de Belo Horizonte premió a Las almas por abordar temas “como el dolor, la curación del duelo, la violencia de género y la resiliencia”. ¿Son los que buscabas tratar o son reinterpretaciones que van haciendo los distintos públicos que se encuentran con la película?
Son todos temas que están tratados desde el armado de la película. Me costó mucho, en ese sentido, porque Las almas es el resultado de cinco años de entrevistas y más de ocho viajes a Tala Grande. En muchos de los viajes iba sola, simplemente a conversar con ella y grabamos conversaciones. En el momento de construir la película costó entender qué quedaba afuera.
Siempre cuento que fue una película que nació de esta idea de filmar los sueños. Me parecía muy bonito que Estela soñaba a la madre, la madre en los sueños le daba mensajes y que esos mensajes impactaban de alguna manera en su vida cotidiana. Me parecía súper lindo ese vínculo diario. Pero la gente va cambiando. Ella es una mujer muy práctica y al segundo año de rodaje -o de ir a Tala Grande a investigar y conocerla- me dijo que ya no quería hablar más de la mamá porque era un duelo superado. Ella sola me iba hablando de otras cuestiones.
Entonces, creo que mi mayor aprendizaje durante la hechura de esta película fue ser flexible y atenta. Estaba súperatenta a las cosas que a ella le importaban y que sin duda se iban de mi guion o de mi idea de guion. En esa escucha fueron apareciendo estas derivas hacia otros temas, que para ella eran importantes y ahí me fui dando cuenta: acá hay heridas que sanar, acá hay violencias que enfrentar, acá hay cuestiones que hay que olvidar y seguir adelante. Ya con todos estos temas que se veían desde el guion, me sorprende mucho la recepción de la película.
-¿Qué percibieron los públicos donde llevabas la película?
No quisiera ponerlo en cuestiones de género, pero en general las mujeres ven más estos temas que están ahí, detallados como en este premio de Brasil. En cambio, cuando la ven hombres, capaz que quedan en otro terreno o superficie. Y eso es interesante para mí, por lo menos para abrir la discusión. ¿Quiénes miran las películas? ¿Quiénes escriben sobre las películas? ¿Quiénes programan o dan premios en los festivales? Como cineasta, en este momento me gusta mucho ver cine de mujeres. Hay otros detalles a los cuales prestamos atención. Otros lugares donde nos detenemos. Todo eso que mencionan ahí estaba muy pensado desde el guion. Y era importante narrarlo.
-¿Asumiste la idea de recuperar y visibilizar los rituales y las formas de vida de las comunidades como una misión o esto fue un primer paso en tu carrera?
Fue un primer paso. Hay algo de mi tierra -entre comillas-, que me llama mucho al momento de trabajar. No sé si específicamente un ritual. Suena muy interesante decirlo así, pero yo soy atea. Las personas que ven la película capaz que me lo discuten y me dicen que no lo creen. Pero eran parte de mis conversaciones con Estela. Ella es muy creyente y yo no. No sé si era justamente el ritual lo que me interesaba rescatar. Nunca fue una película costumbrista, sobre el Día de las Almas, sino mencionar que en el Día de las Almas se da un contexto muy mágico donde pasan ciertas cosas. Lo que sí me interesa es dejar algo de la idiosincrasia de mi provincia. A propósito de eso, ahora estoy preparando o empezando a escribir una película de ficción.
-¿Qué rasgos buscás destacar de la idiosincrasia de Salta, cuál es el desafío?
Está situada en Salta capital, donde viví toda mi vida. Esta vez quiero que sea lo más cercano posible a todo lo que viví. Las protagonistas son dos mujeres que no son actrices, que son muy cercanas a mí y que tienen muchas ganas de hacer esta película. A través de la ficción puedo hablar de ciertas cuestiones que serían muy duras abordarlas desde lo documental; temas que me atravesaron como la hipocresía, las relaciones de poder y las luchas de clases. La historia va a tener mucho humor: quiero que también se puedan pensar estas cuestiones a través del humor.
-¿En qué estado se encuentra el proyecto?
Estoy escribiendo el guion. Quiero empezar a filmar escenas de prueba cuanto antes. Creo que lo voy a ir escribiendo a partir del rodaje y el montaje. Falta financiarlo, que ahora es cada vez más difícil.
–Las almas todavía no se estrenó en Argentina, pero deja la vara bien alta en cuanto a reconocimientos y premios que recibiste. ¿Representa una presión extra para encarar tu segunda película?
No, porque tampoco tuve expectativas con la primera película. Una trabaja desde el deseo, las ganas y desde la fe de que ahí hay algo que para una es importante. Pero no sé si para los demás también. Hay que convencer a la gente que te rodea, que está haciendo la película con vos. Las almas se hizo porque tuvo un equipo técnico mínimo. En rodaje nunca fuimos más de cuatro personas. El financiamiento fue pequeño, insuficiente… Tuvimos al INCAA, después contamos con el IDFA y hubo apoyo de Salta. Pero para un rodaje que duró cinco años y una posproducción de un año, los fondos no alcanzaron.
Con Las almas no tenía expectativas. Y ahora no es que no las tenga, pero no me pongo esa presión a la hora de trabajar. Sí me gustaría tener mayor seriedad a la hora de distribuirla para que finalmente la película llegue a mucha gente.
A la hora de distribuir y armar el estreno comercial de Las almas, todavía nos cuesta. No es que tenemos todo aceitado ni que tenemos muchísimos contactos. Los premios por suerte fueron ayudando. No sé si es una presión. Pero tengo ganas de hacerlo mejor desde ese lugar, para que le llegue a mayor gente posible y poder pagar todos los gastos de la película.
Julia Montesoro