Las diez películas argentinas más vistas en 2024 convocaron a 440.773 espectadores, cifra que representa una caída significativa con respecto al año anterior, cuando se registraron 3.036.063 asistentes: equivale apenas al 14,51% de la taquilla de 2023. Virtualmente, la concurrencia a salas para ver cine argentino se redujo siete veces (6,88%) con relación a la temporada anterior.
Los datos corresponden del área de Fiscalización del INCAA (vigentes al 27 de diciembre de 2024, con lo cual puede haber un corrimiento estadístico equivalente a los últimos cuatro días del año, poco relevante a la hora de ofrecer un panorama sobre la situación que atraviesa el cine nacional) y solo abarcan salas comerciales fiscalizadas por el organismo rector de la actividad audiovisual argentina.
Por cierto, el motivo excluyente por el cual el público le dio la espalda a la producción local (como a otros tantos otros bienes de consumo) tiene que ver con la crisis socioeconómica terminal. Según el Instituto Nacional de Estadística y Censos, en el primer semestre de 2024 el índice de pobreza alcanzó el 52,9%, un incremento de 12,8 puntos porcentuales con respecto al mismo período de 2023. Situación que se ve agravada porque el 66% de los menores de 14 años son pobres.
Frente a esta coyuntura, tomando como supuesto que las capas sociales más vulnerables no tienen posibilidades de pagar una entrada a una sala de cine, aun las clases con acceso a bienes de consumo modificaron sus hábitos.
Esto también se manifiesta en el total de entradas vendidas de todos los estrenos del año: este año hubo 35.703.399 espectadores (al 27 de diciembre), lo que comparado con los 44.447.957 asistentes del año pasado representa una caída del 19,67%. Figurativamente, una de cada cinco personas dejó de ir al cine.
En este contexto, la película argentina más vista del año (y la única que superó la barrera de los 100 mil espectadores) fue El jockey, de Luis Ortega, con 123.100 asistentes. Como quedara expresado, las diez películas más convocantes atrajeron a 440.773 concurrentes y solo doce títulos superaron los diez mil.
En orden decreciente éstos fueron Culpa cero (Valeria Bertuccelli, 74.175); Jaque mate (Jorge Nisco, 63.343); La Renga, totalmente poseídos (Gustavo Napoli y Diego Stokelj, 37.660); Gigantes, una aventura extraordinaria (Gonzalo Gutiérrez, 33.940); Linda (Mariana Wainstein, 31.105); El Apocalipsis de San Juan (Simón Delacre, 23.303); Alemania (María Zanetti, 20.207); El aroma del pasto recién cortado (Celina Murga, 19.059); Las corredoras (Néstor Montalbano, 14.881); Robotia (Diego Cagide y Diego Lucero, 11.378) y El viento que arrasa (Paula Hernández, 10.244).
Comparativamente, las cifras de 2023 marcaron una tendencia opuesta. Muchachos, la película de la gente, de Jesús Braceras, fue (previsiblemente) la película más convocante y la única que superó el millón: 1.145.881. Pero también hay que tener en cuenta que seis títulos superaron la barrera de los cien mil y 19 alcanzaron los 10 mil.
Para la recuperación del público será imprescindible evaluar políticas atractivas y convocantes que además empaticen con los discursos.
Ningún indicador de la macro y la microeconomía exime a las autoridades del Instituto Nacional de Cine y Artes Audiovisuales del compromiso de fomentar la producción nacional, tal como lo indica la Ley.
Dejando de lado la desfinanciación del organismo y una política de fomento restrictiva (política de Estado al fin), asfixiante para gran parte de la producción, también en lo actitudinal y lo dialéctico algunos funcionarios se encargaron de minimizar y desvalorizar al cine argentino, sin hacer diferencias entre propuestas subsidiadas o independientes.
Habrá que rever la ausencia oficial en los festivales internacionales más importantes del mundo (no hubo delegación en Cannes, Berlín, Toronto o San Sebastián, entre otros) y la pérdida de la sede de Ventana Sur, sostenido durante 15 años en Buenos Aires como referencia fundamental de la producción iberoamericana en esta región del mundo.
Aunque sean disposiciones emanadas de la Resolución 16/2024, firmada por el presidente del INCAA en marzo, que suprimió el apoyo económico para la realización de festivales y a estrenos nacionales y suspendió la ayuda para la participación de películas argentinas en festivales internacionales, es necesaria una correcta evaluación sobre los costos y beneficios de resignar espacios de negociaciones virtuosas.
El recorte también incluye al área de comunicación, un auxiliar imprescindible para la visibilización y difusión de la producción nacional. Una parte importante de los estrenos 2024 (se presentaron 241 títulos) se encontró sin posibilidades de comunicarlo a través de los medios oficiales. Aquí también habrá que encontrar instancias de revisión para recomponer el vínculo con el espectador.
Incentivar al público requerirá de las autoridades competentes recursos para tomar al cine como lo que es: una herramienta audiovisual transformadora puesta al servicio de nuestro arte, nuestra cultura, nuestro patrimonio y nuestra identidad.
Norberto Chab