Rodrigo Guirao coprotagoniza junto con Mariano Martínez Humo bajo el agua, dirigida, producida y escrita por Fabio Junco y Julio Midú, que se estrena en salas el jueves 20.
Con un elenco conformado por Luis Brandoni, Norma Argentina, Mimí Ardú y Florencia Midú, entre otros, la película transcurre en un ambiente rural en 1984 y narra la historia del reencuentro de Guirao (Patricio, hijo del patrón de una estancia) con Mariano Martínez (Julián, peón rural hijo del capataz de esa estancia).
Humo bajo el agua refleja con sensibilidad y ternura el trayecto de los protagonistas, que va desde asumir roles que no sienten y no ser felices hasta permitirse ser ellos mismos.
–Humo bajo el agua marca tu regreso como actor de cine en la Argentina con un rol protagónico. ¿Quién es Patricio, tu personaje?
El es hijo de un señor que tenía campos en Argentina por los 80. Está casado, tiene dos hijos y vive en el exterior. La película se inicia cuando acaba de morir el padre de Patricio, quien debe volver al país para decidir qué hace con ese campo. Su idea es venderlo. Pero ahí se reencuentra con ese lugar que amaba, su lugar en el mundo, y con quién es él en realidad. Y además se reencuentra con Julián, su amigo de toda la vida, con quienes crecieron prácticamente juntos, criados por la madre de Julián.
En ese reencuentro se da cuenta de que extrañaba muchísimo esa vida, el campo, su amigo. Ya viene con un matrimonio muy en crisis. Debe tomar una decisión con respecto al campo. Y tratar de redimir el dolor que le quedó por la pérdida del padre, con quien terminó peleado, podemos suponer por algunas decisiones sobre su sexualidad, algo que lo arrancó de su lugar en el mundo a los 15 años.
Como el padre ya está muerto, lo va a hacer tratando de hacer sentir más feliz a su amigo, que también viene pasando por algunos problemas.
-Un aspecto atractivo de la composición de tu personaje es la dualidad entre su fachada de tipo exitoso, con una familia bien constituida, con una aparente felicidad y el encuentro con su verdadera personalidad en el campo.
Sí, exactamente. Cuando cae en este lugar se da cuenta que está sosteniendo una mentira, que se está mintiendo a sí mismo y también a su mujer. No quiere mentir más: quiere ser libre de vivir como quiere. Cuando se reencuentra con su amigo, también se puede suponer que ese amor está desde antes. Es la única persona en el mundo que lo baja a tierra, lo pone real, el único con quien conecta de verdad.
-¿Qué te llevó a aceptar hacer este papel, con este personaje que es un desafío, además, por las escenas eróticas con Mariano Martínez?
Lo primero fue el guion. Empezó a despertarme emociones a medida que lo iba leyendo. Me dio ganas de hacer esa historia, esa película, ese personaje. Hace mucho no recibí un guion de cine que me gustara tanto.
Después, hablar con Julio (Midú) y Fabio (Junco), porque además de dirigir son los escritores de esta película. Quería saber qué veían, cómo la querían contar, cómo la querían filmar. A partir de allí me junté con Mariano, que estaba con muchísimas ganas de hacer la película. Noté que los tres estaban con muchas ganas de que yo acepte ese personaje. Me hizo sentir muy bien que confíen en mí para algo tan importante, para una película tan bien escrita, para un personaje difícil. Allí entendí que tenía una parte del trabajo ganada, porque no tenía que tratar de ganarme la confianza de nadie.
-¿Cómo fue el proceso de abordaje del personaje, la forma de vincularte con Fabio Junco y Julio Midú?
Los dos son extremadamente sensibles y lo manifiestan durante el rodaje. Por ahí, si buscabas hacer una escena diferente pero a ellos los conmovió, cortaban y pasaban a otra cosa. Muchas veces pensé que iban a hacer otra toma más y los veía que se acercaban con lágrimas y terminábamos abrazados.
Ellos se dejaban llevar por esa primera sensación y buscaban espontaneidad. Muchas escenas se grabaron de una y hay mucho plano secuencia.
-¿Hubo aportes tuyos al personaje o te adaptaste a un guion de hierro?
Tuve toda la libertad del mundo. Una de los aspectos importantes de este personaje es que no manipula al amigo nunca porque lo quiere hacer sanar del dolor que atraviesa, con la vida que está llevando que no hace feliz.
Les pedí alejarme de cualquier técnica de manipulación, de seducción. Cuando veía en algunas escenas que podía entrar en ese juego lo charlábamos y yo les pedía que no lo resolvieran de esa manera. Para mí, lo más importante es que su amigo sea feliz con la decisión que tome, con lo que él elija.
-Humo bajo el agua se rodó durante la pandemia, con todo el equipo trabajando, concentrados. ¿Qué te pasó cuando terminó todo?
¡Uff! Volví a extrañar muchísimo grabar, actuar. Es raro: termina la peli y pensás “ya está”, mi trabajo terminó con ese “corte” en la escena. Sin embargo, no se termina allí: yo me quedé con una sensación súperlinda de que hice el papel que quería y de la mejor manera.
En cuanto al rodaje, estuvimos aislados todo el equipo y se hizo como una especie de burbuja. Nos hacían tres hisopados por semana. Sabíamos que si le daba un positivo al equipo era un problema, porque se podía parar esa película en cualquier momento. Había una sensación de miedo, pero a la vez de agradecimiento, por poder hacer la película y que los directores hayan confiado en mí.
-Hace alrededor de una década comenzaste tu carrera como actor de cine. Fue en Un amor de película, nada menos que con Geraldine Chaplin, María Grazia Cucinotta y Jorge Perugorría. ¿Fue como decir “mamá, llegué”, como el final de un camino o el comienzo de un nuevo proceso?
¡El comienzo, el comienzo! Nunca sentí que llegué a ningún lado: siempre me falta algo por aprender. Siempre que tenga algún deseo, algo que me motive, cada personaje, cada peli, cada proyecto, no voy perder nunca esa ansiedad o ese miedo a no saber cómo lo voy a resolver.
-En este regreso a la Argentina, después de una temporada en México. ¿hay proyectos para hacer? ¿O estás con el pasaje de regreso marcado?
(Risas) Todavía no, todavía no. Después del año pasado -cuando grabé muchísimo-, ahora estoy tomándome un tiempo para elegir un poco más. Por ahí me puse un poquito más exigente, pero quiero otro desafío. Algo que no sea fácil, que hasta me dé un poco de miedo hacer. Que me vuele la cabeza.
Julia Montesoro