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Todo el cine y la producción audiovisual argentina en un solo sitio

DIRECCION EJECUTIVA: JULIA MONTESORO

Retrospectiva de Marco Berger en Puentes de Cine: «No hago películas gay; hago películas y quiero que les guste a todos»

Desde el domingo 28 hasta el viernes 17 de julio, se realizará la primera retrospectiva en Argentina de Marco Berger. Se trata de un ciclo gratuito presentado por la Asociación de Directores de Cine PCI, a través de su programa Puentes de Cine, en su Sala de Cine Virtual (www.puentesdecine.com).

Ganador del Teddy Award en el Festival de Berlín y Premio Sebastiane Latino en el Festival de San Sebastián, entre otros premios y nominaciones, Marco Berger es uno de los directores más prolíficos de su generación y un exponente sobresaliente del cine queer, valorado como una de las filmografías que mejor expresan la diversidad sexual y de género.

Las películas que integran el ciclo son los largometrajes Plan B (2009), Ausente (2011), Hawaii (2013), Mariposa (2015), Taekwondo (2016) y Un rubio (2019) y los cortometrajes Una última voluntad (2007), El reloj (2008) y Platero (2010). Su séptimo y último film, El cazador (2020), fue recientemente estrenado y puede verse en la plataforma Cine.ar Play.

Además, en conmemoración del Día Internacional del Orgullo LGBT, el mismo domingo 28 a las 21.30 hs. habrá un encuentro virtual entre Berger y Omar Zúñiga, director de Los fuertes, de acceso gratuito a través de Instagram @pcicine y @cineccc

Marco Berger fue entrevistado por GPS audiovisual (la entrevista original se emitió en GPS audiovisual radio y puede escucharse aquí).

Mariposa.

-Por primera vez en la Argentina, se realiza una retrospectiva de tu obra, a través de Puentes de Cine. El año pasado, recibiste el mismo tributo en el festival LeGaiCineMad de España. ¿Qué elementos innovadores y propios reconocés en tu obra?

Lo que más llamo la atención, desde mi primer corto, El reloj, fue poner al hombre como objeto de deseo, cuando siempre estuvo puesta la mujer en primer término. Ese corto mostraba a dos chicos que no se conocen, y termina yendo uno a dormir a la casa del otro. Hay un momento donde el foco va específicamente al calzoncillo del pibe. No solo el protagonista sino el espectador se centra en ese lugar. Ahí te das cuenta de que está puesto todo el deseo en lo sexual y en lo prohibido de lo sexual.

A partir de ahí se empezó a armar una obra sobre el deseo por otro hombre; sobre la dificultad del deseo por otro hombre, sobre lo oculto. Poniendo el erotismo masculino en primer término. Acompañado, obviamente, por las relaciones amorosas entre hombres. Hasta Plan B, no era normal verlo de la forma en que yo lo retraté: siempre con alegría, sin mostrar el lugar del inconveniente social. Con historias de amor entre dos hombres honestas y verdaderas. Lo clásico era el pibe bullyneado, el pibe atacado. Yo lo transformé y le di otra mirada.

Plan B.

-Plan B le dio batalla a la homofobia y sacó esas historias de amor del territorio de la marginalidad. ¿Sabías hacia dónde proyectabas tu obra cuando comenzaste?

¡No! Antes de estudiar cine siempre fantaseaba con que sería cineasta y hasta pensaba cómo se llamaría mi cuarta película. Pero nunca entendía bien qué iba a terminar filmando. Hice mi primer corto, bastante potente en la idea, para el afuera. Estaba pensado para que guste. Pero pasó inadvertido, por suerte. Al corto siguiente me dije “si con el otro no pasó nada, ahora hago éste para mí”. Era El reloj. Terminó yendo a Cannes y me abrió un montón de puertas. Me di cuenta muy rápido en mi carrera de que tengo que ser el primer espectador de mis películas. De hacer las películas que me gustaría que existieran. De no pensar tanto en el espectador.

-Así surgieron tus historias de amor entre hombres. Cada cual con sus matices propios.

Al principio no estaba tan orientado a esas historias. Una parte de la crítica no terminaba de saber con qué herramientas evaluar mi obra. Y mucha gente me decía por qué no hacía películas normales: “¿Cuándo vas a hacer películas normales?”. Ahí entendí que el cine es una herramienta política y que hay gente que se siente muy identificada y muy agradecida de que exista este cine. En estos diez años se fue construyendo mi mirada, mi madurez, y fui poniendo el foco cada vez más en mi interés personal. Entendí que la obra es una herramienta muy potente para tratar de modificar el pensamiento de las personas.

Taekwondo.

-¿Pensás en el público a la hora de filmar?

Una vez me crucé con un pintor muy conocido, que me dijo: “Me criticaron 30 años por mi obsesión con algo en particular. Y después de 30 años, me alaban por mi coherencia”. Fue una reflexión muy interesante. Porque habla de hacer la obra para uno. No para conformar al otro. No tiene ningún sentido hacer cine para agradar. ¿Si hubiese hecho Hawaii con una chica, a lo mejor más gente me hubiese prestado atención? No lo sé. Pero sé que tengo que hacerme fuerte con mi propia mirada.

Como les digo a mis alumnos: hagan películas para otro planeta, donde vive gente que son como ustedes y que las quieren ver. No estén pendientes de lo que uno cree que el otro quiere ver.

-¿Advertís que una parte de tu público específico está en los festivales, donde se le presta especial atención a tus películas?

No. Hice películas que funcionaron muy bien a fuerza de que eran buenas. Agradezco el lugar que me dieron, pero no creo ser “el director argentino inflado por los festivales”. Y no hago películas para festivales tampoco. Fui elegido en Berlín, participé con un corto en Cannes y en Sundance. Gané un premio en San Sebastián (aunque nunca participé en Horizontes Latinos). Los programadores de Cannes conocen mi obra (aunque muchas veces son honestos y me dice que el festival no toca los temas que abordo en mis películas). Pero represento la América Latina que Europa no quiere ver.

-¿Pensás en el público gay al dirigir?

No. Hago películas y quiero que les guste a todo el mundo. En general, como son historias de amor entre hombres, llama mucho la atención en el circuito de cine gay, y les interesa a los gays. Es verdad que hay un cine de nicho, pero nunca quise hacerlo. La gente que ve mis películas termina abriendo esa discusión: “el cine de Marco no es cine gay”. Muchas personas tardan en llegar a mi obra por un prejuicio: ¿qué hombre se anima a ir al cine a ver una película de temática gay sin sentir que alguien lo va a mirar? Pero no lo hago deliberadamente. 

Ausente.

-¿Hacer películas sin famosos te limitó las posibilidades de llegar a otros públicos?

Se fue dando de a poco. En Ausente le ofrecí el protagónico a un actor muy importante y rechazó el guion. Entonces dejé de pensar en buscar famosos. Entendí que los nombres no son lo más importante. A mis actores les digo: “la estrella es la película, los actores pasan a un segundo plano”.

Además, no tengo ningún problema con los no famosos. Hice dos películas con el INCAA y siete independientes. Obviamente, con muy poca plata, con amigos y actores que conocía y que tenían ganas de trabajar. Al fin, la película es buena por la forma en que uno la filma.

Un rubio.

-Tus últimas tres películas son una comedia romántica (Taekwondo), un drama social (Un rubio) y un thriller (El cazador). ¿Cómo elegís las temáticas y los géneros que vas abordando?

Lo termino eligiendo por género. Si hice una película muy luminosa, después quiero hacer un drama. Después de El cazador, la siguiente película (que voy a hacer con el INCAA, porque probablemente haga un proyecto paralelo) es una comedia romántica. Con mucho humor, muy hablada, totalmente opuesta a la película anterior. Quiero probar géneros nuevos. Que me permitan soñar con poder crecer como cineasta. Sacando la etiqueta gay, que es la que me pone el afuera, pero que para mí no existe. Yo soy gay y mis películas simplemente representan mi mirada. Tengo mucho interés en explorar todas las aristas del cine y poder darle más rienda suelta a mi imaginación.

Julia Montesoro

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