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DIRECCION EJECUTIVA: JULIA MONTESORO

Valentina Llorens estrena «La casa de Argüello»: «El exilio ayuda a sacarte las etiquetas»

El jueves 30 de enero se estrena La casa de Argüello, ópera prima de Valentina Llorens. Se trata de un documental que bucea en la intimidad de la saga de mujeres de la familia de la directora, indagando en su propia identidad. Y mirando hacia atrás, en la memoria, la militancia y los silencios que deja el paso del tiempo y las marcas de la historia política Argentina.

Llorens (nacida en Mendoza en 1975) profundiza en este documental en los relatos de su abuela Nelly y de su madre, Fátima (que fue presa política y exiliada), para intentar dar con los recuerdos que su memoria no registra.

El documental se había exhibido inicialmente el 26 de marzo último, en el marco de la Semana de la Memoria, y como un homenaje a la incansable lucha de Nelly Ruiz de Llorens, Madre de Plaza de Mayo. 

Valentina Llorens habló con GPS audiovisual sobre La casa de Argüello.

-¿La necesidad de hacer una película surgió en vos apenas comenzaste a registrar a tu abuela Nelly en su casa o apareció después de aquéllas primeras tomas con ella?

La idea de la película comenzó antes de ir a registrar a mi abuela. Había una idea previa. Buscaba hacer su retrato, solo su retrato. Siempre admiré mucho a mi abuela. Tuvimos un vínculo muy fuerte. Realizar el documental me ayudo a desarmarla dentro mío… ¡Y mirá que hay que poder desarmar a una Madre de Plaza de Mayo! “Sacar la placa de bronce”, diría una amiga. Viene bien: humaniza más todo… Y después la querés más… ¡jaja!

-¿Cuál fue tu motivación para decidirte a debutar como directora con una historia personal, atravesada por años de silencios, ausencias, cautiverio?

Supongo que uno se inspira de lo que conoce o quiere conocer…o lo que puede.

El documental tuvo un proceso muy largo: pasó por varias etapas y por varias inquietudes. Nunca decidí que iba a ser sobre mi propia identidad, resultó así y se terminó de estructurar  en la isla de edición, cuando el material pidió voz en off.

Fue un proceso inconciente, poco dogmático, espontáneo y por fuera del concepto intelectual de cómo debe ser una ópera prima. Perdí el control y es lo que más disfruté y disfruto de haberlo realizado.

En un momento sentí que el discurso estaba cristalizado, que nombrar o hablar de la dictadura era siempre de la misma forma. De hecho, a mí me pasaba que las palabras Memoria, Verdad y Justicia me quedaban vacías, no eran sentidas. Y me dije: ¡acá hay algo mal! Fíjate que en el docu no nombro esas palabras. De la misma manera que saqué muchas escena de marchas de mi abuela, lo hice a propósito: es una parte de la historia que ya la conocemos. Ella me lo dijo cuando vio el documental: “M’hijita, faltaron marchas”. ¡Jaja!

La memoria tiene rincones y hay que hurgar ahí. Siempre aparecen cosas nuevas que ayudan a hacer reflexionar, porque en definitiva se trata de eso: reflexionar para que NUNCA MÁS.

-Te llevó 16 años realizar el documental. En todo ese tiempo, ¿qué cosas fuiste descubriendo sobre vos misma y sobre tu familia?

Fueron muchos años y muchas cosas. Fui entendiendo lo que significa la clandestinidad, el discurso cristalizado. Entendí también lo que es victimizarse en la intimidad. Lo viví mas como un proceso de desconstrucción que de construcción. De revinculación.

-¿Cómo fue el trabajo de guión con Leonel D’Agostino? ¿Qué aspectos de la historia corrigió o potenció?

Leo me sirvió de interlocutor en una primera etapa del proyecto, me estructuró. Es un tipo llano, y para hacer proyectos autobiográficos necesitás gente que no sea condescendiente con tu vida. Los editores Alejandro Carrillo Penovi y Nico Toler fueron excelentes interlocutores también. La estructura dramática del docu se decidió en edición con los editores. Tuve un excelente equipo en todas las áreas.

-La experiencia de ser madre, ¿contribuyó a plantearte una forma distinta de abordar este documental?

El segundo giro narrativo importante que tiene el docu es mi maternidad. La película en definitiva está hecha para ellxs. Para Frida y Lolo, mi hija y mi hijo. Para las próximas generaciones.

La búsqueda profunda de intentar reparar aquellos años viene de un amor y de una necesidad de que todo el dolor no se perpetúe. Me resulta insoportable la idea de que le pase a mis hijes, que se perpetúe la injusticia. Me gusta pensar que puedo ser un filtro y que mis hijes quedan libres. Pero es imposible.

-¿Tu formación inicial fue en el cine o tuvo más que ver con otros campos del arte?

Comencé en cine, casi desde el inicio me dediqué a la dirección de arte. Siempre tuve la ilustración cerca. Tambien estudié fotografía.

-Viviste en Córdoba, en Buenos Aires, en Suecia, en México. ¿De qué forma influyeron en vos esos viajes por países y culturas tan diferentes?

No ser de ningún lado y ser de todos lados es de a momentos difícil. Unx siempre quiere estar en otro lado. Igualmente, siento que el exilio enriquece, porque te entrena la forma de ver desde diferentes lados y te ayuda a sacarte las etiquetas. Y eso me gusta, no tener etiquetas. ¿Acaso la identidad nace en un territorio?

-Después de estrenar tu ópera prima, ¿la segunda película tendrá el mismo eje temático?

Actualmente tengo cinco ideas de documental en mi cabeza. Algunos más desarrollados que otros. Uno ya comencé a filmarlo. Todos son totalmente diferentes entre sí. Y ninguno está relacionado con la dictadura: no creo volver a tocar la temática por un tiempo.  Creo que es sano poder mirar para otro lado, si viviste muy de cerca la dictadura. Lo siento como otra forma de hacer memoria. Como un ejercicio abrir la mirada. Veremos si lo logro.

-Después de ver la película, ¿qué cosas descubriste que no habías percibido hasta entonces?

Solo me sentí mas alivianada.

Julia Montesoro

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