El jueves 14 se estrena la comedia Tampoco tan grandes, primer proyecto de la productora Ayar (integrada por Máximo y Paula Reca), dirigida por Federico Sosa y protagonizada por Paula Reca, Andrés Ciavaglia, María Canale y Miguel Angel Solá.
Se trata de una road movie en la que una pareja de ex novios en estado de alteración permanente, una hermana depresiva y el marido de un padre difunto inesperadamente emprenden un viaje para buscar una herencia.
Ese viaje (que es de Mar del Plata a Bariloche, aunque se interpreta como un viaje iniciático) confronta a la pareja con sus propias crisis individuales y la necesidad de llegar al final (que convierte el paraíso en cenizas, como representación de la diferencia entre los sueños y la realidad), como punto de partida del crecimiento.
Federico Sosa dialogó con GPS audiovisual acerca de Tampoco tan grandes.
-¿Cómo surgió la propuesta de filmar un proyecto ajeno mientras trabajabas en el propio (“Tomando estado”)?
Nos conocíamos con Paula Reca porque habíamos trabajado en Germán, últimas viñetas. En su primera experiencia como productora, junto con otros productores, venían trabajando con varios guiones, se decidieron por éste y me convocaron. Vi el guión y me pidieron una devolución: ahí empezó el laburo. Empezamos buscando películas para tener como referencia, como Cuando Harry conoció a Sally, entre otras comedias. Desde allí quisimos potenciar el guión al máximo. Fueron seis meses de trabajo de devoluciones y de ensayos con los actores. Me preocupé mucho por el laburo con los actores: fue como terminar de redondear el guión.
-¿Qué encontraste en el guión?
Una comedia sencilla, simple, algo muy concreto para contar. Tengo cierta visión sobre el tipo de humor que prefiero: soy un poco más ácido y más negro, pero lo debí adaptar para que encaje en esta comedia. Los productores me retuvieron un poco y me derivaron más a la comedia romántica.
-¿En qué consistió el trabajo con los actores?
Tuvimos tres semanas de ensayo, en las que reescribimos algunas escenas. Fue un laburo que no siempre se puede lograr, porque no están disponibles los actores todo el tiempo. Con (Miguel Angel) Solá trabajamos por separado, aunque en las escenas de los cuatro juntos las ensayamos todos.
-¿Cómo fue la experiencia de dirigir a Solá?
¡Es divino! Y muy humilde. En general, ayudó mucho a los chicos. En las escenas en que estábamos los cuatro, a veces uno no sabía cómo decir algo y él colaboraba. También había trabajado con él en Germán, últimas viñetas.
-¿Quién encontró el tono de su personaje?
Yo no quería que hiciera algo muy exacerbado. El lo entendió y se presentó con eso, con un trabajo de gestualidad muy fina, casi imperceptible, como cuando se sienta o se para. Casi fue una construcción de él.
-¿Hay algo de la película donde pudiste decir que está tu sello?
Lo más importante es que fue un laburo en conjunto. El sello fue el aporte de hacer la mejor película posible con los elementos que teníamos. Por suerte, todo fue muy conversado y la relación fue muy sólida. Entre Máximo Reca y Paula, desde el primer momento quisieron hacer una buena película, sin escamotear recursos.
Otro tema importante que me caracteriza es la elección de los actores, el casting de los actores. No solo los protagonistas: hicimos mucho casting con los personajes más chiquititos.
-La película tiene mucha música que remite a las comedias de los años 60. ¿Cómo fue la búsqueda?
Sí: es una onda muy Palito Ortega, muy Nino Bravo. Fue un trabajo de los productores, que estaban muy preocupados por darle ese marco musical. Fue su búsqueda, mientras yo filmaba mi otro proyecto. Cuando empecé a filmar, ya estaba decidida.
-Los tres protagonistas están en movimiento permanente, como si estuviesen en la búsqueda de algo. ¿Te preguntaste qué buscan?
En principio, crecer. Volverse adulto. Aceptar lo que uno es. Es lo que quiere decir la película.
-Y todo se insinúa desde un lugar neurótico.
Son neuróticos: ésa era la idea. Había que mantener esa cosa histérica de los dos personajes hasta el final. Hay tensión y se construye a lo largo de la película, hasta llegar al final feliz.
-Que además se comunican con conversaciones cortadas, como crispadas. No hay monólogos o diálogos largos.
En un sello de este guión. Hay algo como de matemática.
-¿Cómo definís la película?
Es una comedia dramática, muy divertida, que mantiene cierta tensión por lo que va a venir. La puede ver la familia. Una road movie cómica clásica, de una pareja con sus amoríos.
-¿Y vos cómo te definís? ¿Qué tiene esta película con el cine que te identifica?
Me gustan Leonardo Favio, Pino Solanas, Adolfo Aristarain, José Martínez Suárez. Vengo del cine argentino de los 80, el de No habrá más penas ni olvido. Las tachan de costumbristas, pero me gusta. Y también el neorrealismo italiano, con esa cosa cómica grotesca esa tradición de personajes más extrovertidos, que tiene que ver con nosotros. La película tiene algo de eso.
Norberto Chab