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DIRECCION EJECUTIVA: JULIA MONTESORO

Diego Cremonesi protagoniza «Temas propios», de Guillermo Rocamora: «La música me apasiona y creo en la sonoridad de las palabras al decir un texto»

El jueves 14 se estrena la coproducción argentino-uruguaya Temas Propios, dirigida por Guillermo Rocamora, con Diego Cremonesi, Franco Rizzaro, Valeria Lois, Alfonso Tort, Vicente Luan, Roberto Suarez y Ángela Torre en los roles centrales. Rodada en Montevideo, fue elegida como la candidata de Uruguay en la preselección para el Oscar. La trama gira en torno de las diferencias generacionales, las relaciones entre padres e hijos y el mundo de las bandas de rock.

Diego Cremonesi compone a César, un padre inmaduro de 45 años que se siente liberado y rejuvenecido desde la separación y que se propone formar una banda de rock con su hijo de 18.

-¿Qué encontraste en la historia de Temas propios que te entusiasmó para embarcarte en el proyecto?

Desde el momento que la leí encontré un guion muy sensible y muy profundo, una historia con mucho potencial. La película no es necesariamente dramática; diría que al contrario, es un drama con tinte de comedia. Y me pude ver identificado en muchas situaciones que vivían y atravesaban los personajes, ya sea por mi historia personal o por gente conocida. No solo en César, que es mi personaje, sino también en lo que lo rodea en el momento de la vida que le toca vivir en el cruce con el rock.

-¿Recibiste el guion y después de decidirte lo hablaste con Guillermo Rocamora?

No estoy seguro de que haya sido así, pero seguramente lo que pasó es que me dio el guion, me llamó para hablar cinco minutos y terminamos hablando dos horas sin parar. Porque en esta historia también está la suya. Un actor que encuentra un guion de autor, alguien que está poniendo algo propio, encuentra un diamante en bruto. Es muy gozoso ver a ese ser detrás, con su sensibilidad.

-Esta historia de cruces generacionales y de vocaciones juveniles que atraviesa la película, ¿impactó en vos como hijo?

Sí, sí. Es un momento trascendente en la vida de todos: se trata de decidir, buscar y elegir. En general, los consejos y opiniones de nuestros padres no están acordes a nuestras ganas, expectativas o deseos, en la búsqueda de ese camino. Yo me fui muy joven de mi casa, a los 18 o 19 años.

Recientemente fuimos a Uruguay a presentar la película y en ese momento, ante tantos reportajes, las preguntas me fueron llevando a ese momento. Hice el ejercicio y se me volvió muy potente identificarme con la historia del chico. Me dio mucha ternura.  

-¿Qué querías ser cuando te fuiste de tu casa?

No lo sabía, pero no necesariamente quería ser artista. Pensaba que me iba a recibir en la universidad en alguna carrera ligada a las ciencias sociales. Me puse a laburar en otras cosas. Me decidí a ser artista más grande, aunque tenía que poner en riesgo otras cosas. Fue un momento difícil porque se necesita tener una convicción interior muy fuerte que se anteponga a ese universo de cosas que vienen. Uno muchas veces lo siente como algo negativo. Hay mucho de eso puesto en el personaje de la madre, interpretado por Valeria Lois.  En mi caso yo soy padre y me encuentro diciéndole a mi hijo, que quiere jugar al fútbol todo el día, que después de los treinta algo tiene que estudiar. Es inevitable: de grande lo empezás a entender.

-¿Qué clase de padre compusiste?

Me gusta cuando el desafío está en la complejidad de lograr humanidad, que sea verosímil, en relación con lo compleja que es la vida. La vida como hijo y como padre. Lo que me parece lindo de la peli -que me pasa cuando me gusta un filme-, es que lo que le sucede a los personajes, si bien no es lo mismo que me ha sucedido a mí, me resuena como propio. Eso ocurre cuando algo está tocando esa cuerda mágica de la ficción en la que podés ingresar a esa historia al verte identificado o tomar partido.

– César, el personaje que vos hacés, fue músico de rock. Y cuando el hijo empieza a querer seguir esta vocación, él también quiere participar. Cosas que a los padres muchas veces también nos ocurre ¿no?

César es un personaje de mi edad, que tiene un hijo de casi dieciocho o veinte años, ese momento de la vida donde nos sentimos jóvenes, fuertes y activos. El se va de su casa y si bien es un barrilete, también cumple un rol positivo por el estímulo que genera en su hijo. Este es un tema que hablamos mucho durante el rodaje con el director: no quisimos plantear la relación desde la oposición; por el contrario, él tracciona la vocación del chico. Aunque a la vez es muy irresponsable e inmaduro. Hay algo allí de esa confusión que le sucede a muchas personas en donde se siente más amigo de sus hijos que padres. Se empieza a tomar unos atributos que son muy cuestionables. Va copando un poco la parada de su hijo y lo pone a éste en un lugar muy incómodo, que es tener que decirle no al papá (risas). Es que las malas decisiones no necesariamente tienen que ver con las intenciones.

A la vez, me gusta esto de la peli como un homenaje al rock. Me pude sacar las ganas de muchas cosas como tocar la batería, el bajo y la guitarra.

-¿Cómo es tu relación con la música popular uruguaya?

En mi casa se escuchaba mucho. A la vez yo soy platense, una ciudad que como cualquier ciudad universitaria, la música resuena siempre por todos lados. Tiene una alta cantidad de músicos y artistas. Siempre hubo peñas y fiestas. Pero en verdad, el rock que suena en la película mucho no lo conocía: soy más consumidor de Jaime Roos o de Alfredo Zitarrosa.

A la vez, siento que Montevideo es una ciudad con una vibración muy similar a La Plata. Ese rock lo sentía muy identificado con el de esta ciudad. Siempre estuve muy conectado con el movimiento platense: tengo grandes amigos que son parte de bandas muy importantes. La película fue una forma de homenajear a bandas de amigos.

-¿Tenías tu banda vos también?

¡Claro! Se llamaba María Tilica y los Anarcos Liberales. Con ellos hacíamos una banda de tributos y cantaba (risas). Ahora se volvieron a juntar. ¡Tocan todos los miércoles! Mantienen el mismo espíritu de Los autómatas, la banda que saca a renacer y a relucir César.

-Hay dos frases hechas que posiblemente escuchaste más de una vez: qué parecidos son La Plata y Montevideo y si sos uruguayo, porque estás frecuentemente con el termo y el mate bajo el brazo. ¿Encontrás elementos en común entre tu ciudad y la capital de Uruguay?

Para mí es así. Hay algo de eso. En el tiempo y ritmo los uruguayos son más tranquilos. Y sí, soy muy matero y me lo han dicho hasta en el Uruguay.

-Una coincidencia llamativa es que el viernes 8 se preestrena Chau, Buenos Aires, de Germán Kral, que también protagonizás como músico. En este caso pasaste de la banda de rock y la guitarra eléctrica a la orquesta típica y al baneoneón. ¿Qué música te identifica más, el rock o el tango?

-Las dos. Escucho tango desde muy chico. Siempre fui medio raro porque de chiquito tuve una cosa medio vieja y nostálgica. Muy de Los Redondos, Sumo, Divididos, Las Pelotas, Charly, del Flaco Spinetta, de ir a ver mucho rock, pero a la vez siempre me gustó mucho el tango y la milonga. Es una cosa que me quedó de mi abuelo. Él, Edmundo Cremonesi, falleció cuando yo tendría ocho años. Y me quedé con unos cassettes de tango que tenía. De ahí conozco cantantes y orquestas. La película me dio esa oportunidad mágica de poder abordar cosas que me encantan. En este caso la ejecución del bandoneón, en un contexto que es la crisis de 2001 con su crisis personal. El personaje es un exiliado económico por el corralito. Fue un desafío muy grande, porque es una película muy musical: el desafío de dónde va estar puesta la cámara, qué va a contar de ese bandoneonista.  Los mñúsicos

-Interpretar músicos o componer músicos también te debe gustar mucho.

La música me apasiona. Me gustaría seguir haciéndolo. He hecho cantantes y me gustaría hacer más porque me apasiona la multiplicidad interpretativa que se puede dar alrededor de un solo instrumento o un solo rol. Creo que podría hacer infinidad de cantantes o músicos y no repetirme porque cada uno sería un desafío distinto. Para mí la actuación es música. La música está muy presente al momento de poder abordar e interpretar. Creo en la sonoridad de las palabras, que no es solamente decir un texto. Por eso me apasiona escuchar a Zitarrosa de la misma manera que Led Zeppelin, a Horacio Guarany o a El mató a un policía motorizado. Encuentro cosas maravillosas en los músicos. Y creo que llevo esa sonoridad a la actuación.

Julia Montesoro

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