spot_img
spot_img

Todo el cine y la producción audiovisual argentina en un solo sitio

DIRECCION EJECUTIVA: JULIA MONTESORO

Daniel Rosenfeld, productor de «El Kaiser de la Atlántida», de Sebastián Alfie: «Es una parábola poderosa y vigente sobre el poder y las ideologías»

Daniel Rosenfeld es uno de los productores argentinos del documental El Kaiser de la Atlántida, dirigido por Sebastián Alfie, que reconstruye la búsqueda de una partitura perdida en la Segunda Guerra Mundial compuesta por el austríaco Viktor Ullmann dentro de un campo de concentración.

El Kaiser de la Atlántida, que ingresó en su segunda semana de exhibición, va tras la aventura musical de Ullman, al tiempo que sigue los pasos de Gustavo Tambascio -el régisseur argentino que montó la ópera para el teatro Real de Madrid- y del musicólogo Kerry Woodward, la persona que redescubrió la obra y la rescató del olvido. Este, además, atesora las cintas de los encuentros que tuvo con Rosemary Brown, una médium británica que lo ayudó a completar los fragmentos perdidos de la ópera, contactando al fallecido Ullmann.

-¿Qué conocías de El Kaiser de la Atlántida y de la historia de Victor Ullmann y de su ópera hasta el momento en que se presentó la oportunidad de filmarla?

En verdad, no suelo producir películas de otras personas porque no tengo ni la estructura ni el tiempo. Más allá de que haya participado circunstancialmente en la producción de películas como Gilda o La calle de los pianistas.

Yo venía trabajando sobre una adaptación de un cuento de Silvina Ocampo. Y en medio de eso me había topado con un personaje muy particular, que es Rosemary Brown, una médium inglesa muy reconocida entre los músicos. Pensando que en algún momento quería hacer un documental en torno de ella.

En ese momento, Sebastián (Alfie) me llamó para interiorizarme de esta historia, sobre su documental y sobre Viktor Ullmann, de quien yo no conocía casi nada. No sabía que había un compositor que había estudiado con (Arnold) Schönberg que había creado una ópera parodica al Poder dentro de un campo concentración, en Terezin. Que la había escrito en la parte posterior de las hojas de entradas de los campos. Tampoco sabía que la obra había estado perdida hasta 1970. Eso de por sí parecía fascinante.

Pero cuando me contó que a Kerry Woodward, musicólogo que encontró la partitura, le pareció que faltaba un fragmento y que había consultado a Rosemary Brown, me dije que el destino me llamaba a unirme a este proyecto.

-No puedo dejar de preguntarte cómo sorteaste la tentación de dirigirla vos, más después de que se diera esta coincidencia con Rosemary Brown.

Es cierto que el proyecto toca a Brown, pero muy lateralmente: quizá en algún momento dirija una película sobre ella. En este caso, la película se centra en Viktor Ullmann, este gran artista que crea esta ópera y en cómo la ópera después llega a ver la luz. Por otra parte, no lo tomé como una cuestión de ego sino de la voluntad de que un proyecto que me entusiasma se convierta en una película, para que pueda ser vista y disfrutada por otras personas.

-El Kaiser de la Atlántida es un desafío porque plantea una enorme diversidad de recursos, com los viajes, la investigación, la reconstrucción, los testimonios, los archivos. ¿Cómo acompañaste ese proceso desde tu rol de productor?

Con Mariano Nante, que también es coproductor, tuvimos una colaboración activa en el proyecto. Y también fue fundamental la incorporación del montajista Alejo Santos. Con ellos se fue configurando una película en cierto modo clásica por la estructura, las entrevistas y por un montón de otras cosas. Pero al mismo tiempo el director le dio su propio sello en la fluidez y la narración. Además de haber encontrado una historia en la que te preguntás cómo no fue contada antes.

-¿Por qué te hacés esa pregunta?

Alguien había dicho qué pasa si vos no conoces la historia de Ana Frank. O la del pianista del Ghetto de Varsovia, que se transformó en la película que hizo (Roman) Polanski. Es un tipo de historias que deberían escucharse más.

Con El Kaiser de la Atlántida se agrega una coincidencia asombrosa: la película se terminó en el principio de la guerra entre Ucrania y Rusia. Allí empezó a cobrar un nuevo sentido, porque la ópera satírica que escribe Ullmann tiene que ver con el personaje de la Muerte, que de golpe se pone en huelga y dice “yo no quiero más violencia, no quiero más omnipotencia, no quier tener a las personas debajo de mi bota”. Y entonces los poderosos, los que quieren violencia dicen, bueno: ¿qué está pasando? ¿qué hacemos con este problema? Es la Muerte la que se niega a seguir matando.

En ese sentido, es una parábola muy poderosa sobre el poder y las ideologías.

-En el afiche promocional hay una apelación inquietante sobre el vínculo entre el poder y las ideologías: “¿Escuchará el mundo esta vez?”.

Esa es una frase que dice Rosemary. La historia es así: Woodward, que es musicólogo, rastrea la partitura como un hallazgo. Sobre todo por la calidad musical que tiene, porque se ensayó en Terezin y nunca se pudo interpretar porque se llevaron a los músicos.

Pero Woodward se da cuenta de que le falta un fragmento a esa partitura. Y cuando se encuentra con la médium, ella le dice que la obra va a ser importante para las generaciones futuras. En esa partitura se simboliza el poder de la música y la memoria juntas.

Julia Montesoro

Related Articles

GPS Audiovisual Radio

NOVEDADES