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DIRECCION EJECUTIVA: JULIA MONTESORO

«María y los Doce de la Santa Cruz», el trabajo documental de Carmen Guarini en 360º, disponible en forma gratuita en el portal TEC

María y los Doce de la Santa Cruz, el más reciente trabajo documental de Carmen Guarini realizado en 360°, está disponible en la plataforma gratuita del portal TEC, el espacio transmedia de ciencia, tecnología e innovación del Ministerio de Ciencia, Tecnología e Innovación.

Se trata de un registro de la ceremonia que cada 8 de diciembre se realiza en la Iglesia de la Santa Cruz para conmemorar la Memoria del grupo de detenidos desaparecidos en ese lugar.

El registro es una idea original de Carmen Guarini, quien llevó a cabo la investigación y produjo las imágenes.

Carmen Guarini publicó el trabajo académico Imagen, memoria y materialidad: la virgen María de la Santa Cruz para la carrera de Filosofía y Letras de la Universidad de Buenos Aires, desarrollando el tema abordado por María y los Doce de la Santa Cruz.

“Cada 8 de diciembre desde 2007, en la Iglesia de la Santa Cruz, en el barrio de San Cristóbal, una pequeña estatua de una joven campesina embarazada que representa a la virgen María, preside una ceremonia que se inscribe en los procesos de Memoria, Verdad y Justicia.

Además de celebrarse el día de la virgen María, se recuerda el secuestro y desaparición en 1977 en esa misma iglesia, de miembros de un grupo que reclamaban por la aparición de sus familiares y amigos secuestrados por la dictadura militar.

La Iglesia de la Santa Cruz creada por sacerdotes irlandeses, fue consagrada el 3 de septiembre de 1896 y basó desde siempre su práctica en la denominada Doctrina Social de la Iglesia. Su escudo evoca la filosofía de vida de los padres fundadores: en latín la frase «Jesu XPI Passio» evoca la pasión por Jesucristo. A sus sacerdotes se los conoce como padres «pasionistas».

La iglesia tiene tres naves, la central con una bóveda ojival y dos naves laterales más angostas. Su estilo es gótico normando. La entrada principal se encuentra en la calle Gral. Urquiza. Por la calle Estados Unidos existe otra entrada, ya que cuando fue inaugurada existía como costumbre que los hombres y las mujeres entraran por distintos lados. Las esculturas son todas de Juan Bertini, quien realizara también obras importantes para el teatro Colón. El 90% del piso aún es del material original, mármol y granito. Sus vitrales fueron fabricados en Dublin, Irlanda, y donados por miembros de la colectividad irlandesa en la Argentina. La iglesia tiene uno de los mejores órganos de Buenos Aires, el primero data del año 1900, después tuvieron otro en 1916 y el último data del año 1931.

Esta Iglesia y su feligresía mantuvieron siempre un rol solidario hacia los pobres, hacia los marginados, hacia los perseguidos. Por eso fue casi natural que durante el inicio de la dictadura militar en 1976, dieran cobijo a un grupo de personas que se reunían para trabajar y organizarse con el propósito de conocer el paradero de quienes empezaron a desaparecer víctimas de secuestros por parte de las fuerzas armadas.

El sacerdote Mateo Perdía, párroco de la Iglesia, abrió las puertas de la congregación para recibir a las Madres de Plaza de Mayo y familiares de desaparecidos, que se reunían allí periódicamente. En diciembre de 1977 el grupo resolvió redactar una solicitada dirigida al presidente de la junta militar General Jorge Rafael Videla, para publicarla en el diario La Nación con el título “Por una Navidad en paz”. Pero fueron infiltrados por la Armada a través del teniente encubierto Alfredo Astiz, quien entregó, en la redada del 8 de diciembre de ese año, a la casi totalidad de los concurrentes a las reuniones: Angela Auad, Raquel Bulit y su marido Gabriel Horane, Patricia Oviedo, las Madres de Plaza de Mayo Esther Careaga y Mary Ponce y la religiosa francesa Alice Domon. El plan se completó con el secuestro de Remo Berardo, el de José Luis Fondevilla junto a Horacio Elbert, el de sor Leonie Duquet en su capilla de Ramos Mejía y el de Azucena Villaflor, una de las organizadoras de las Madres de Plaza de Mayo. Esta última fue secuestrada en una calle de su barrio, unos días después.

La imagen de María

Recorriendo la iglesia me encontré un día frente a una estatua de una joven campesina embarazada que en la ceremonia de cada 8 de diciembre cumple un rol que vincula lo sagrado con la memoria.

Los íconos representacionales de la Virgen María, definieron el estatus oficial de María en la historia sagrada, aun cuando también podía llevar el nombre de la iglesia en la que residía su «original» o un título que hacía referencia a su origen, o a su función. De ahí que según señala Belting, la imagen de María se convirtió en una fuente inagotable de nuevas formulaciones y significados añadidos.

Su rasgo inicial ligado a la concepción milagrosa de Jesús, fue el de ser poseedora de una doble condición: virgen y madre. Según Belting quizás fue el temor a crear una diosa lo que prevaleció en sostener la humanidad de María. Las controversias en torno a esto mantuvieron en vilo al Imperio romano y por eso la figura de María tuvo un rol cada vez más importante reconfigurando su vida y su persona. María simboliza el mayor misterio de la creación y como tal eso proveía un tránsito directo a Dios. Los creyentes buscaron refugio en esta madre misericordiosa. La imagen de la virgen María embarazada tuvo a lo largo de muchos años diversas representaciones pictóricas y escultóricas. Ella simboliza la vida, el futuro y la esperanza de lo que está por venir.

La presencia de la escultura de una María embarazada en la Iglesia de la Santa Cruz, en una celebración estrechamente vinculada a los sucesos más terribles vividos en nuestro país durante el período del Terrorismo de Estado, se da también en el contexto de una misa poco ortodoxa tanto desde su misma conformación espacial -con un altar desplazado de su eje habitual e inserto en el medio de la nave de la iglesia y no en su cabecera- como desde su organización celebratoria. El altar es rodeado por carteles con imágenes de las personas secuestradas y desaparecidas en la Santa Cruz y presidido por esta virgen María embarazada. Todo enmarcado por un gran cuadro detrás que fue pintado por el premio Nobel de La Paz argentino, Adolfo Pérez Esquivel [1], quien además asiste cada año a la ceremonia.

El origen de esta María embarazada, que cada 8 de diciembre desde 2007 preside la misa en la Santa Cruz, remite a un pedido del padre Saracini formulado en 1999 previo al estallido social en Argentina del 2001. El párroco Carlos Saracini que se ordenó en la congregación Pasionista en los años 80, es el sucesor de Bernardo Hughes, el cura que se jugó la vida ayudando a los familiares de desaparecidos durante la dictadura militar. “Los íconos tienen impacto simbólico y racional y deben ser acordes a la ideología que subyace”, explica Saracini en total sintonía con Belting. Por eso, en 1999, cuando la crisis económica sacó a la luz a los más pobres y oprimidos, el párroco pensó que la imagen de María de Nazaret debía estar representada por una campesina pobre, sin el ropaje lujoso que caracteriza a las vírgenes. Entonces convocó a la artista plástica Cristina Hereñú para que esculpiera una imagen de barro y así se concretó la Madre Campesina, que fue llevada para acompañar a los trabajadores de fábricas que iban siendo recuperadas durante esos años de crisis.

Esta imagen de María sólo está presente en las celebraciones de ese día en que se conmemora su día y la fecha del secuestro realizado en ese mismo lugar. En 2007, cuando se construyó en el jardín de la iglesia el “Solar de la Memoria” donde están enterrados los restos recuperados de una monja y tres madres, Saracini tomó la iniciativa de ponerle el pañuelo blanco a la Madre Campesina y ubicarla en ese Solar para presidir también la ceremonia que se realiza justo después de la misa y como complemento de la misma. Y afirma “Para nosotros María es aquella que acompaña a Jesús de Nazaret hasta el final de su pasión. Y ella es la que acompaña a los crucificados de hoy, por eso el símbolo del pañuelo es el de las madres en la resistencia que dicen: “ustedes los hicieron desaparecer y nosotras los hacemos aparecer”.

En distintos espacios próximos a los varios altares que tiene la Santa Cruz, se ubican otras imágenes que son paneles fotográficos del cura Carlos Mujica, de los obispos Angelelli y Romero muertos durante la dictadura, y de las monjas y madres desaparecidas, considerados todos mártires para la Iglesia Santa Cruz.[2]

La imagen de María embarazada deviene soporte y transmisor de simbolismos que en este caso exceden lo religioso y produce una activación de significados emocionales y políticos.

La presencia y devoción de una María embarazada que preside una misa en homenaje a los desaparecidos cobra un rol que transmite valores cristianos como la defensa de la vida, pero que resuenan en igual sentido, en aquellos que no profesan esta fe. Se produce la reivindicación de valores humanos por encima de cualquier dogma, y ello conduce a la rememoración y a la condena del Terrorismo de Estado vivido en nuestro país y sus consecuencias más terribles, la desaparición de personas.

El pañuelo blanco alude a las Madres y Abuelas de Plaza de Mayo y su rol aquí no es de veneración, sino de acompañamiento de los reclamos de Verdad y Justicia que continúan aún hoy por los 30.000 desaparecidos.

Desde una perspectiva antropológica cabe la pregunta por la eficacia de las imágenes y por el rol que ellas cumplen en determinadas circunstancias, “las imágenes son objetos “agentes” tanto en relación con el conocimiento como en relación a los afectos” por lo que, como afirma Cabello, una reflexión sobre las imágenes implica también una reflexión sobre las prácticas en la que estas se insertan. En el momento final que cierra la jornada de este homenaje, sin duda de enorme emoción, los presentes que durante la misa ocupaban los bancos de la iglesia, de pie en el Solar de la Memoria, son invitados a nombrar a los amigos o familiares desaparecidos. Los nombres dichos a viva voz, primero tímidamente, pero luego gritados cada vez con mayor fuerza, provocan una rememoración que cubre de profunda emoción la ceremonia. La pequeña María embarazada asiste desde su pedestal con su pañuelo blanco a estos conmovedores gestos de conciencia colectiva”. 

Bibliografia
Giorgio Agamben. Aby (2007) Warburg y la ciencia sin nombre. La potencia del pensamiento: ensayos y conferencias. Buenos Aires: Anagrama, pp 157-87.
Belting, Hans. (2007) Antropología de la imagen. Katz Editores.
                               (2010) Imagen y culto: Una historia de la imagen anterior a la era del arte. Ediciones AKAL.
Cabello, Gabriel (2013) Figura. Para acercar la historia del arte a la antropología. Revista Sans Soleil n°1.
Freedberg, David (2014) Empatía, movimiento y emoción. Estudios de la imagen: experiencia, percepción, sentido(s). España: Shangrila, pp. 159-210.                            (2009) El poder de las imágenes: estudio sobre la historia y la teoría de la respuesta. Madrid: Catedra.
López de Munain, Gorka (2015) Nuevas propuestas teórico-metodológicas para pensar la imagen, e-imagen. Revista 2.0. Sans Soleil Ediciones, España-Argentina, ISSN 2362-4981.

Ficha técnica | video
Idea, investigación, imagen: Carmen Guarini
Sonido: Marina Gutiérrez De Angelis
Edición: Pedro Ielpi
Producción: Number9vr.com
Agradecimiento a los padres pasionistas de la Iglesia de la Santa Cruz que permitieron estos registros, a Nora Cortiñas, a las Madres de Plaza de Mayo y a Adolfo Pérez Esquivel.
[1] https://es.wikipedia.org/wiki/Adolfo_P%C3%A9rez_Esquivel
[2] http://www.revistacabal.coop/actualidad/derechos-humanos-las-virgenes-del-panuelo-blanco 

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