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DIRECCION EJECUTIVA: JULIA MONTESORO

Natalia Smirnoff, seleccionada para la Berlinale por su proyecto «Roger suelto»: «Me interesa participar al espectador del mundo biológico»

Roger suelto es el proyecto de Natalia Smirnoff seleccionado para participar en el 20º Berlinale Co-Production Market, que se llevará a cabo en el marco del 73º Festival Internacional de Berlín, que se llevará a cabo del 16 al 26 de febrero. Se trata de un coming of age con producción de Federico Sande Novo y guion de Natalia Smirnoff y María Meira, que trata sobre Roger, un neuroatípico de 33 años que vive en un pueblo de la Patagonia argentina y está obsesionado con el reino fungi y su potencial solución a los urgentes problemas ecológicos. Roger está al cuidado de su hermana Margarita, quien además regentea el negocio de la hostería familiar en donde ambos viven. Además, ayuda con tareas de mantenimiento para luego escaparse a su “laboratorio”, un improvisado campamento construido por él mismo, donde estudia y experimenta con hongos.

-¿Cuál es la génesis de Roger suelto?

A partir de mi última mudanza diez años atrás, pasé de una vida completamente urbana a un contexto agreste que me atravesaba a diario. Las grandes tormentas con inundaciones me impedían salir y el barro me dejaba enterrada más de una vez. Lo que sucedía afuera determinaba mis posibilidades. No podía no prestar atención a mi alrededor. Pero también la presencia de mi familia modificó el ecosistema del lugar, la pendiente del agua, nuestros ruidos, deshechos. El universo sonoro se vio afectado por nuestros sonidos, nuestras necesidades. Una incomodidad creciente me llevo a formular cuestionamientos personales en relación a la forma en la que organizamos nuestra vida, tanto en sociedad como al ambiente biológico que nos rodea, y que ahora puedo caracterizar como antropocéntrica.

-El cambio de hábitat modificó tu percepción sobre el medio ambiente.

Fui construyendo la certeza de que los problemas que creamos en tanto humanos empiezan cuando nos sentimos por encima de las otras especies que cohabitan el planeta con nosotros. Cuando sentimos el derecho -y el poder- de organizar el mundo a nuestro alrededor. Paradójicamente, nuestra necesidad de control hace que la experiencia vital que significa habitar la naturaleza se vuelva algo que solemos recortar y resguardar; como una imagen capturada, observada y coleccionada. Ignoramos, así, la tremenda interdependencia de todas las formas de vida. Vemos un árbol que puede caer sobre nuestra casa pero no el vital oxígeno que produce y del que dependemos para vivir. ¿Por dónde comenzar a iluminar esa naturaleza oculta al ojo de todos los días?

-¿Qué elementos de la naturaleza encontraste para trasladarlo al lenguaje audiovisual?

Entre las observaciones y lecturas de mi nuevo contexto, el reino fungi me estremeció. A menudo percibidos como marginales, los hongos son el eslabón de transformación cíclica de la muerte a la vida. Son ellos los verdaderos agentes de la renovación. Además del uso de la penicilina como antibiótico, existen otras especies que ayudan a fortalecer el sistema inmunológico y muchas otras tienen proteínas que pueden reemplazar a las de la carne dado que su cultivo es sencillo, ecológico y totalmente accesible. Y sin embargo, quizás lo más revolucionario de este reino provenga de los recientes descubrimientos del micólogo Paul Stamets: no solo la existencia de una especie que puede volver el plástico y el petróleo en algo orgánico, sino que existe una maravillosa e invisible red -el micelio– que es el alimento que comunica y sostiene los bosques.

-¿Cómo creés que se integra el espectador a este escenario?

Me interesa participar al espectador de este maravilloso mundo biológico porque creo que hay mucho por descubrir, y porque aún alertados del cambio climático, nada es seguro; todas nuestras decisiones, antropocéntricas o no, tienen un costo que vamos a pagar. Cuestionar la idea de que el mundo va hacia el progreso y aceptar que habrá que habitar las ruinas que nosotros mismos provocamos es solo el punto de partida porque probablemente estemos ante grandes cambios de paradigma. ¿Cuánto esfuerzo requerirá cambiar la relación con nuestro ecosistema que por siglos consideramos normal? ¿Será suficiente?

En este interrogante se inscribe un segundo elemento fundamental del universo de Roger, que tiene que ver con las características de su protagonista. Muchas veces como madre me enfrento a las dificultades de mis hijos para caminar en el mundo. Para entrar en la educación, la norma y la sociabilización. Uno de mis hijos tiene ciertos tics y he visto lo que la aparición de los mismos provoca en otros. Sucede una especie de incomodidad. En madres e hijos se presenta la inquietud y el miedo a no ser “normales”. Como sabemos, es larga la historia del señalamiento al “diferente”: Los espartanos arrojaban a cualquier niño desde la montaña si exhibían alguna discapacidad física o mental. Los griegos y los romanos simplemente expulsaban del territorio a aquellos que no daban con la norma. Contrariamente, observo que nuestra fuerza como especie radica -en buena parte- en nuestra diversidad. La diferencia es precisamente lo que nos permite cambiar, ponernos de cara a la alteridad. Es gracias a personas que vienen a traernos otra mirada que quizás podamos hallar un camino hacia la solución de problemas centrales.

-¿Qué representa Roger, quién es, cómo vive?

Roger, debido a su neuroatipicidad, vive cada experiencia con una plenitud que la mayoría de los “normales” envidiaríamos. El deseo de seguir sus instintos y obsesiones podría exponerlo a riesgos que su familia quiere limitar. En tal sentido, el afecto puede conducir a una sobreprotección que inhiba el desarrollo de las propias fortalezas y capacidades cuando, sorprendentemente, en muchos casos el deseo de autonomía es inobjetable. En cada aparente limitación podría esconderse una enorme potencialidad. Enfrentar los temas que lo preocupan es un enorme desafío para él y fuente de profundos dilemas para su hermana Margarita, como en mayor o menor medida nos sucede a todos con nuestros vínculos afectivos.

-¿Roger suelto te deja con más preguntas que certezas, entonces?

Esta historia no es una respuesta al problema ecológico porque no podría serlo. Ojalá sea una invitación a poder seguir cuestionando el lugar dentro del cual nos posicionamos y actuamos día a día. Ponerme en duda en mis decisiones y seguridades me parece el único camino seguro para siempre intentar verme cambiar. No sé si para equivocarme menos, pero por lo menos intentarlo. Roger es un camino a perderse. Para ojalá encontrarse en otro lugar.

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