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Todo el cine y la producción audiovisual argentina en un solo sitio

DIRECCION EJECUTIVA: JULIA MONTESORO

Juan Pablo Gómez coprotagoniza «Un bolso lleno de carteras», que se estrena el viernes 3: «La película cruza lo artístico y lo cotidiano»

Un bolso lleno de carteras es la ópera prima de Leonardo Petralia, que se estrena el viernes 3 de junio, en la sala 2 del Centro Cultural San Martín a las 19 hs. en el marco del Ciclo Espacio Documental. Su protagonista es Celia Argüello Rena, bailarina, coreógrafa y dramaturga, que se propone trabajar artísticamente con la basura que su madre acumula de manera compulsiva. Junto a ellas es coprotagonista el director teatral, dramaturgo y docente Juan Pablo Gómez, coautor con Celia Argüello Rena del proyecto Diógenes, inspirador del documental.

-¿Cómo se conformó el Proyecto Diógenes y cuál pensabas que podía ser su techo?

El proyecto está armado junto con Celia Argüello en muchas capas. Abarcaba la instalación performática, de obras de teatro y derivaba en el documental. Claro que cuando se concretó nos sorprendio a todes.

-¿Se habían propuesto que Proyecto Diógenes atravesara el marco de la performance en vivo y se convertiera en película?

Con el tiempo, sí. Siempre nos dijimos que Diógenes era un iceberg: lo que lográbamos mostrar era una parte muy pequeña de lo que había detrás. La cantidad de gente involucrada, lo que nos pasaba como productores de arte y artistas de juntar la basura, las reuniones para conseguir un lugar: un montón de aventuras aparejadas para cada instalación. Por eso tuvimos el recaudo de registrarlo: en la primera edición lo hizo mi hermano, después estuvo a cargo de Leo (Petralia). Así fuimos acopiando mucho material auduiovisual. Como Diógenes.

-¿Cómo llegaste a Nadia Jacky y Leonardo Petralia y cuál fue tu primera impresión cuando se planteó formalmente la posibilidad de hacer el documental?

Queríamos hacer la película pero los tiempos fueron elongándose. La primera que planteó la idea seriamente fue Nadia (Jacky), con quien nos conocemos desde hace muchos años. Nosotros venimos del teatro y poner el plan en marcha nos parecía de ciencia ficción. No solo por el dinero que se requiere sino por la rigurosidad de ciertos pasos que hay que tomar para presentar el proyecto en el INCAA.

Cuando Leo empezó a escribir el guion, nos había propuesto una tercera instalación. Esa tercera parte es sobre el viaje a Córdoba y la mudanza de la madre de Celi. Leo intuyó rápidamente que la vuelta al origen, que nosotros no teníamos en los planes, es el corazón de la película.

-Tanto Leonardo como Nadia le dieron su propia mirada al proyecto original.

Hay algo del instinto del narrador de cine que estaba bien ubicado. Cuando nos propusieron volver a Córdoba para hacer esa tercera parte, nosotros no podíamos pensar en hacer otra obra. Una vez que lo viste filmado, decís que es como tenía que ser, y que las intuiciones de Leo en trabajar en el aspecto personal y biográfico eran las correctas: es el cruce de lo artístico con lo cotidiano.

-¿Cómo fue el proceso para que Noemí, la madre de Celia, aceptase participar en Un bolso lleno de carteras?

Largo y muy familiar. Leo fue muy cuidadoso. En el docu hay dos viajes muy grandes a Córdoba, uno de ellos en el medio. Algunas cosas las filmó Celi sola, en la intimidad de la casa de su madre. En otro viaje entramos a la casa Celia, Leo y yo. Al final, aparece la imagen de cuando vaciamos la casa de Córdoba: ahí entramos con un equipo más grande. En ese proceso inmersivo que duró dos años, Noemí se fue haciendo a la idea de lo que buscábamos, como aceptando.

Un bolso lleno de carteras tiene, entre otros sentidos, la resignificación del vínculo entre una hija y su madre. ¿Qué rol jugabas vos allí, en esa situación cercana y a la vez ajena?

A veces yo también me lo pregunto. Muchas veces pasa, tanto en los films como en las obras de teatro, que el personaje principal no está y es el destinatario de las acciones. Nosotros no lo sabíamos, pero Noemí desde el principio era la destinataria de esas acciones. Cuando hubo que vaciar la casa, lo teníamos clarísimo: sin saber, nos habíamos estado entrenando para eso. Todo esto es lo que la película ilumina. Seis años atrás, cuando hicimos la primera instalación, ni lo sabíamos. Cuando empezó a ponerse más personal y tuvo más que ver con la madre de Celi, Celi ganó mucho protagonismo. Mi rol consistía en acompañar.

-¿Qué advertiste en Un bolso lleno de carteras que no surge de la representación escénica?

La peli tiene un montón de patas. Más allá de que es un documental interesante, hay muy pocos documentales que registran el proceso sobre artes escénicas contemporáneas. Los del teatro, la danza y el cine somos como primos que nunca se visitan. Tenemos una familiaridad muy cercana, pero no hay tanto cruce aun. Solo algunas cosas de El Pampero, las pelis de Alejo Moguillansky, pero faltan más vasos comunicantes. Para nosotros es un documento del proceso de una obra bastante particular. Si lo mirás de afuera no sabés qué estamos haciendo: viajar, juntar basura, aplastar unas cosas, hablar con uno y con otro. Pero todo tiene un sentido. Cuando vengan los marcianos para saber qué estaba haciendo la gente antes y durante la pandemia, en el disco de la Voyager hay que meter Un bolso lleno de carteras.

Julia Montesoro

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