En la primera semana de mayo se estrenó la serie española de misterio Bienvenidos a Edén, con Guillermo Pfening como protagonista masculino. Exhibida en la plataforma Netflix, se constituyó en un suceso inmediato, lo que contribuyó a incrementar la popularidad de Pfening en el mercado hispano. De hecho, tras estar diez días en la Argentina, regresó nuevamente al Viejo Mundo, a concretar proyectos que –tal como surge de los acuerdos de confidencialidad con los canales de streaming- no se pueden develar.
-Hay una gran riqueza visual en los paisajes de Bienvenidos a Edén. ¿Qué parte es realidad y qué está recreado?
Rodamos Bienvenidos a Edén en dos locaciones: en Canarias, la isla de Lanzarote y en una región del interior del interior de Cataluña llamada Matarraña, con pueblos medievales de piedra muy juntos y chiquitos, donde hace mucho frio y hay montañas. En montaje se pega el mar a la montaña. Canarias es casi Africa: tiene playas negras y rojas, el agua te permite hacer buceo y si te sumergís ves peces.
-¿Cómo fue la experiencia del rodaje, tanto en la estructura como en las condiciones pandémicas?
No tenemos nada que envidiarle a España: solamente el presupuesto. Inclusive con mucho dinero, tienen los mismos problemas en producción y en rodaje. Los escenarios naturales hacen que dependas del clima. Y además, el año pasado tuvimos las restricciones propias del Covid. Grabamos tres meses casi confinados: no salíamos del hotel, no convivíamos con nadie, no existía la movida nocturna. Para el grupo fue bueno, porque se generó un vínculo de cofradía.
-La serie se estrenó el viernes 6 y rápidamente se convirtió en un suceso. ¿Qué elementos tiene Bienvenidos a Edén? ¿Por qué tuvo una inmediata identificación con el público?
Es la típica serie que te podés comer en un fin de semana, un día de lluvia, un día de resaca. Tiene un ritmo visualmente atractivo. Es para comer pochoclos y divertirse un rato. Mucha gente la vio completa, de un tirón. A diferencia de otras que te permiten reflexionar más, intelectualizarlas.
–Tu paso por España es una sucesión de buenos augurios: vieron tu trabajo en Nadie nos mira hace cinco años y a partir de allí, comenzaste a desarrollar una nueva etapa en tu carrera. ¿Lo imaginabas así?
Nunca se me hubiera ocurrido. Cuando me llamó Isabel Coixet, que era la productora de Nadie nos mira por parte de España, supuse que era para hacer un casting. Pero no: quería que fuese el protagonista de Foodie Love. Fue en 2019. Y aunque la actividad se centraliza en Madrid, todos los proyectos surgieron en Barcelona. El practicante también. Bienvenidos a Edén es una coproducción con Brutal Media, que es de Barcelona.
-¿Lo pensás como proyecto de vida?
No. En realidad, me gusta más Madrid que Barcelona (risas). Pero mi plan es ir y venir. Y trabajar tres meses por año en España. En Buenos Aires tengo mi vida y mi familia: me gusta más vivir aquí. Lo que destaco de España es que hay más respeto entre la gente, menos violencia. Se nota en el trato y con el tránsito.
-¿Y cuáles son las diferencias más notables entre rodar series y películas?
Una serie se acerca un poco más -aunque no tanto- a la forma de trabajo que antes tenía la televisión. Con ese ritmo de trabajo y esa dedicación. Se trabajan varias escenas por día. Se ensaya poco y se hacen dos tomas, con suerte tres. Es bastante rápido. Al menos esta serie tuvo ese sistema, con muchas escenas y muchos personajes. A nivel técnico hay más planos. Hay menos margen para la actuación.
– Tus días en Buenos Aires tienen que ver con definir la segunda temporada de Planners. ¿Ya está confirmado?
Sí. Comenzamos a filmar en julio. Tuve reuniones con Daniel Barone y con Celeste Cid. Nuestros dos personajes van a crecer mucho y se van a juntar en una historia interesante.
-¿En qué estado está tu proyecto de Alice como realizador?
Teníamos todas las ganas de empezar a filmar este año. Pero tuvimos que retrasar el rodaje para agosto de 2023. Surgió la posibilidad de una coproducción con España y México. Ganamos un premio en Málaga y eso nos habilitó para trabajar con la productora mexicana. En estos meses también nos presentamos a concursar por otros apoyos internacionales. Es difícil mantener el proyecto, teniendo en cuenta que no es una comedia romántica o un thriller. Es bastante disruptiva. Mantener esa idea y no dar el brazo a torcer con lo que uno quiere contar lleva más tiempo. Pero estamos bien encaminados.
Julia Montesoro