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DIRECCION EJECUTIVA: JULIA MONTESORO

Alejandro Maci presentó «María Luisa Bemberg: el eco de mi voz»: «Los privilegios de clase no la privilegiaron y pagó el precio de ser mujer»

Alejandro Maci presentó su documental María Luisa Bemberg: el eco de mi voz en el recientemente concluido Festival Internacional de Cine de Mar del Plata. Pudo así cumplir con la primera etapa de su sueño: presentar una obra que hablara de la cineasta y feminista contada por ella misma, enriquecida por sus palabras y sus definiciones. El ciclo se cumplirá, pandemia mediante, cuando pueda presentarse en pantalla grande el 14 de abril de 2022, fecha en que se conmemorará el centenario del nacimiento de Bemberg.

-¿Cómo atravesaste la reciente experiencia de presentar María Luisa Bemberg: el eco de mi voz, en pantalla grande y con público, en el reciente Festival de Mar del Plata? Una pregunta impensada antes de la pandemia, pero que ahora se resignifica.

Fue muy emocionante: era la primera vez que la vi en esas condiciones. La película había participado en el Festival de Rotterdam, pero en épocas de la más acuciante pandemia, en modo no presencial. Compartir con el público permite recibir sorpresas, como que la gente joven que no conocía la obra de María Luisa quedaba brutalmente impactada. En verdad, parte de mi proyecto tiene que ver con ellas. Y lo digo en femenino porque tiene que ver con el viraje que ha dado nuestra sociedad global -no solo la argentina-, respecto de la igualdad de derechos.

María Luisa, desde su paso por el siglo 20 (nació en 1922 y murió en 1995), bregó por cosas que no fueron totalmente escuchadas en su momento. En este momento en que la sociedad está cambiando, pienso que María Luisa es el gran puntal argentino, además de internacional, de esas mujeres que están tratando de hacer una sociedad más ecuánime.

-¿Imaginabas que tu documental sobre María Luisa Bemberg iba a tener este viraje a partir del feminismo y las nuevas generaciones?

Es extraño: diría que sí…y a la vez no. Cuando uno narra lo que sea (en este caso, un documental), va por el camino que considera que es lo que vertebra a ese relato y se obsesiona con eso tratando de ser fiel y riguroso, tratando de llevar a su máxima expresión ese concepto que uno eligió como rector de ese proyecto. Esa fidelidad al concepto también a uno lo vuelve ciego de otros ecos: no hay un panóptico, solo veo eso que hago. Cuando esos ecos me sorprenden o lo amplifican me pone muy contento por cuestiones afectivas: quise mucho a Maria Luisa además de admirarla. A ella le gustaría esta situación: asistí con ella a todo, incluso a burlas y a la caricatura, y esto es reivindicatorio.

-Hay un tono inesperado, para quienes somos espectadores de la película, que es la propia voz de María Luisa revelando, incluso, aspectos que eran desconocidos dichos por ella misma.

¡Correcto! Eso demoró el proceso de la película porque me compliqué siguiendo ese camino. Uno, a veces, choca contra la crueldad argentina de dañar nuestros archivos, de nuestra falta de respeto a nuestra propia memoria. Se borraron cintas, audios, entrevistas televisivas, muchas películas no están restauradas. Hay un gran trabajo realizado por la DAC, por un lado, y por el Museo del Cine, por el otro, pero es muy a pulmón porque no hay una estructura general abarcadora.

Encontré cosas en Colombia, en Estados Unidos, en Londres, en España, buscando entre las piedras. Eso me llevó mucho tiempo. Hasta lograr el concepto de que sea María Luisa la que nos cuente, y no un grupo de conocedores que nos hable de ella sobre su obra o su persona.

Es muy interesante el proceso artístico de María Luisa: cómo un aspecto ideológico la fue llevando hasta convertirse en su pasión. Cada artista sigue un derrotero y en general, ese artista muchas veces es ciego a lo que excede a su propio objetivo. Por eso me parecía interesante que lo contara ella.

-Una parte importante de su testimonio fue recuperada por vos mismo, a partir de las grabaciones de conversaciones que tuviste con ella en la última etapa de su vida, ¿no?

La posibilidad que me dio ese material (que fue breve porque María Luisa falleció enseguida), tuvo el valor de alguien que mira retrospectivamente su camino desde el final del camino.

-Un creador nunca termina del todo su obra. ¿Cómo fue el proceso de cerrar el capítulo de María Luisa Bemberg: el eco de mi voz y de resistirte a la tentación de seguir incorporando nuevos materiales?

Todos los que hacemos esto nos reímos porque hay un punto donde un productor te echa del AVID. Cuando una película se tiene que estrenar, cuando el editor ya tiene otro contrato y se va. Jorge Luis Borges decía que el libro se edita y uno deja de corregirlo; aunque no es exactamente así, se le parece bastante por otros motivos. Hay un punto en donde la película debe surgir. Yo hubiera podido seguir seis meses más pero no tengo esa posibilidad, porque la productora tiene otro proyecto, porque ese lugar se ocupa. Ese es el momento en que uno debe cerrar.

-Imagino que, además, vos trabajaste con María Luisa y tenías una relación muy cercana, así que no debe haber sido sencillo dar ese cierre, teniendo todo este material y voces de la propia María Luisa contando su historia. No te debe haber resultado sencillo, más allá de las contingencias de lo que propusiera la productora.

Yo ya había trabajado con la gente de Patagonik: con Juan Pablo Galli, Juan Vera, Julián Setton, Juan Lovece. Tengo un gran vínculo con ellos. Y me sentí muy acompañado en este proceso. Conocí a Juan Pablo Galli con María Luisa, porque él fue asistente de producción de De eso no se habla. El la conoció y la adoraba: fue un plus para tenerlo como interlocutor. Además había sido el último proyecto de María Luisa porque había empezado a tener problemas de salud; un proyecto muy ambicioso y complejo que se hizo casi todo en Colonia.

-Esa trastienda no se conoció tanto y la viviste con Juan Pablo Galli. Intuyo que también por eso asumió la voluntad de acompañarte en la realización del documental. De hecho, es el primer documental de Patagonik, que no había incursionado en el documental.

No. De hecho, cuando tuvimos la primera reunión, Galli creía que los iba a ver por una ficción. Cuando le conté la idea se quedó helado y me dijo que me acompañaría.

-¿Te planteaste qué ocurrirá con tu película frente a la generación del cine digital? ¿Qué representa María Luisa Bemberg para las nuevas formas de producción audiovisual?

Uno se pregunta, incluso después de la pandemia, ¿qué pasará? ¿Cómo será la relación del espectador con el relato audiovisual? La pandemia lo cambió todo. Nosotros nos preguntamos por la no afluencia de público en las salas: ¿se recuperará? ¿Cuánto tardará en recuperarse? Todos deseamos que sí pero estamos en una incertidumbre. Proliferaron las plataformas y la gente tiene miles de películas para elegir en su living. Obviamente, la experiencia del cine es irremplazable, pero el público todavía no está reaccionando mientras la pandemia está recrudeciendo una vez más.

-María Luisa Bemberg: el eco de mi voz, es la historia de una lucha, de una mujer detrás de la camara y de la produccion, de una feminista y de una lucha por esas ideas. Que se valoriza más porque ella venía de una clase social en la que no tenía necesidad de involucrarse en las problemáticas a las que se vio sometida para hacer cine en Argentina. Esto se ve reflejado en la película.

Es un punto interesante porque María Luisa, con todos esos privilegios de clase, podría haber hecho lo que hubiera querido. Y sin embargo, los privilegios de clase no la privilegiaron. Ella, también pagó el precio de ser mujer. Me parece interesante el hecho de que toda mujer ha debido parirse a sí misma, y luchar por su condición y por una paridad. Uno podría decir –desde el lugar del prejuicio-, que como venía de una clase social privilegiada lo tenía todo. No fue así: María Luisa no recibió la misma educación que sus hermanos. 

Julia Montesoro

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