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DIRECCION EJECUTIVA: JULIA MONTESORO

Luciano Cáceres filmó «El nido» en Italia: «Era una película de horror psicológico y se convirtió en un casi documental»

Luciano Cáceres regresó de Roma, donde en plena pandemia rodó la coproducción italiano-argentina El nido, dirigido por Mattia Temponi. Se trata de un thriller de horror psicológico que transcurre dentro de un sofisticado refugio (“El Nido”) creado para aislar a los infectados víctimas de una violenta pandemia que azota a Europa. Dentro del lugar, el voluntario del lugar (Cáceres) y una víctima infectada (Blu Yoshimi) entablan una relación que va desde los simples tecnicismos protocolares a un vínculo que crece en confianza, manipulaciones y engaños.

-Filmar el confinamiento en un marco de confinamiento no debe haber sido una sensación cómoda.

El Nido estaba dentro del género del horror psicológico. Pero en el momento del rodaje se convirtió en otra cosa y rozó lo documental. La película fue muy visionaria. El autor y director Mattia Temponi me escribió hace cinco años para hablar del proyecto. Recibí el guion en mayo de 2019, un año antes de la pandemia. En este contexto, ser actor y estar trabajando me hace sentir un privilegiado. Tiene que ver con el esfuerzo de los productores argentinos, Juan Crespo y Gastón Gallo, quienes pese a la pandemia llevaron adelante el proyecto.

-¿En qué consiste el proyecto, ya que estamos?

Este Nido es un lugar ideado para pasar una cuarentena. Como si fuera un mercado, la marca El Nido es un espacio hotelero que empieza a generar espacios para que pases tu cuarentena adentro con todas tus necesidades resueltas.

-El libro lo leíste antes de la pandemia. ¿Qué significó filmarlo durante la cuarentena?

El estudio en sí, ubicado en las afueras de Roma, parecía de ciencia ficción. Cada vez que entraba, veía a todos envueltos, con barbijos, sin contacto físico, controlando la temperatura. Una vez que pasaba eso, ya en el galpón, entraba al decorado, que era ese nido. La experiencia fue estar en una película dentro de la película. Cumplieron muy a conciencia, después de tres meses sin poder trabajar. Fueron muy exigentes.

-¡Cuánto de la realidad se coló en esta película!

¡Todo! Antes, un barbijo parecía un disfraz. Ahora estamos todos acostumbrados. Antes, los guantes de látex eran para un especialista. Ahora todos nos ponemos guantes. Las situaciones se naturalizaron. Obviamente esta historia -un virus que vuelve loca a la gente, que empieza a fagocitarse a otra gente-, es más extrema. Pero aun siendo tan extrema, el vínculo con la realidad es inevitable.

-¿Cómo surgió la posibilidad de trabajar en Italia?

Ya había hecho una serie para Italia hace diez años: la versión de Sin tetas no hay paraíso, además de una película con Lola Ponce. Cuando empezaron a buscar actores hispanoparlantes (había un intento de hacerla en español para ampliar el mercado italiano), empezaron a ver las plataformas y tanto el director tutor (un rol que asignan para quienes dirigen su ópera prima) como el director me conocían. A eso se sumó que en la coproducción participa Gustavo Corrado. Me eligieron –entre otros tres candidatos- a la distancia, vía zoom.

-¿Cuánto tiempo estuviste?

Seis semanas y media: viajé el 1 de septiembre y volví a mediados de octubre. En el momento en que fui habían pocos casos. En octubre empezó el rebrote: había restricciones en las salidas nocturnas, era obligatorio el uso de barbijo porque empezó el rebrote, bajaron los horarios de atecnion. Después de que me fui se decretó el toque de queda.

-¿Pensaste que peligraba el viaje?

Todo el tiempo. El proyecto inicial era en marzo. Tenía que volver de Mar del Plata y viajar. Pero se canceló, se empezó a demorar y pareció que se caía. Cuando autorizaron a viajar en Italia, acá no me dejaban salir. Conseguir el permiso de trabajo fue muy burocrático. En el Consulado Italiano en Buenos Aires fueron muy atentos y me facilitaron el trámite. Me autorizaron a viajar el lunes y el martes me subí al avión.

-¿Dudabas?

¡En ningún momento! Estuve los cinco meses cuidándome mucho.

-Conociste una ciudad en un momento de confinamiento. ¿Qué descubriste de Roma vacía?

Es una hermosa ciudad. Pero de otro mundo: sin turistas ni colas. Había estado cuando se estrenó Gato negro, unos días antes del Festival Internacional de Milán, donde gané el premio al mejor actor (N.R.: 2015). Pero esta vez fue todo diferente.

-¿Hubo escenas de contacto físico?

Sí. Teníamos todo el miedo, pero pasamos por muchos testeos. En las siete semanas que estuve me hicieron nueve hisopados y diez análisis de la gotita de sangre. Permanentemente tomaban la temperatura. Había una persona en el estudio solo para hacerse responsable de que todos estuvieran con barbijo o máscaras.

-¿Qué tuviste que interrumpir y en qué estado se encuentra?

La cuarentena interrumpió la segunda temporada de la serie El mundo de Mateo, que todavía no tiene fecha de regreso. En cuanto a la película de José Cicala, concluirá su rodaje el año próximo. Por otra parte, en estos días participa en Ventana Sur la segunda película de Fercks Castellani, Lo inevitable, con Juana Viale. Es una historia de género que ganó Blood Window y se presentó en el Festival de Sitges. Se trata de un relato de época, casi apocalíptico, sobre una familia que pertenece a una secta. Viene el fin del mundo y solo serán salvados quienes respondan a esa secta.

Julia Montesoro

Nota: la entrevista completa está disponible en GPS Audiovisual Radio.

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