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Todo el cine y la producción audiovisual argentina en un solo sitio

DIRECCION EJECUTIVA: JULIA MONTESORO

Tras ganar en Mar del Plata con «El tiempo perdido», María Alvarez dirigirá «Las cercanas»

María Alvarez completará la trilogía sobre el arte y la vejez: después de Las cinéphilas (2017) y de El tiempo perdido, que obtuvo el premio Astor Piazzolla a la Mejor Película en la Competencia Argentina del Festival Internacional de Cine de Mar del Plata, está desarrollando Las cercanas.

La próxima producción de Alvarez se centrará en la vida de las gemelas Isabel y Analía Cavallini, nacidas a fines de la década del 20, quienes nunca se casaron ni tuvieron hijos debido a su decisión de tocar juntas el piano.

Álvarez considera al proyecto como una aventura íntima que realmente explora lo que significa tener una hermana. “Una de ellos quería ser actriz, no pianista. Pero se comprometieron en permanecer juntas. Este tipo de relación realmente puede moldear quién sos”, señaló la realizadora a Variety.

La producción estará a cargo del productor Tirso Díaz-Jares.

Alvarez admite que la trilogía no fue planeada: “Estaba escribiendo una película de ficción sobre mi hermana y yo, hasta que descubrí a estas dos mujeres”.

La primera de las tres obras, Las Cinéphilas, es un documental que trata sobre mujeres jubiladas de Argentina, Uruguay y España que van al cine todos los días. Para ellas, las películas no son solo un soporte, sino también un lugar donde pueden aliviar su soledad y olvidarse del paso del tiempo.

La realizadora llegó a la segunda parte de la trilogía por casualidad: uno de los entrevistados de Las cinéphilas la presentó al club de lectura que se muestra en El tiempo perdido, que hasta el comienzo de la pandemia se reunía en un pequeño bar desde 2001, para leer la épica novela En busca del tiempo perdido, de Marcel Proust. Alvarez fue escéptica al pensar que esas reuniones tenían que ver con una película, pero cuando escuchó a sus protagonistas hablar del paso del tiempo advirtió que era una gran posibilidad para plasmarlo en imágenes.

La pasión de sus personajes por el libro de Proust era tan contagiosa que Álvarez comenzó a leerlo también. Quedó fascinada por la forma en que los componentes de la mesa podían citar extractos completos de memoria y hablar sobre los personajes de Proust como si fueran sus amigos.

Dijo Alvarez sobre El tiempo perdido: «Mucha gente no se explicaba que fuera a rodar una película de una tertulia de ancianos, sin exteriores, que leen a Proust hace veinte años. La película reivindica un tipo de vejez que mantiene abierta la curiosidad”.

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