El jueves 16 de julio se estrena el documental Señales de humo, cuarto largometraje del realizador tucumano Luis Sampieri (Cabecita rubia, FIN y La hija), que sigue los pasos del arriero Mario Reyes a 4000 metros sobre el nivel del mar conduciendo a un ingeniero por peligrosos caminos de altura, a lomo de caballo, para que aquel pueda reparar la antena de provee del servicio de internet a toda la comunidad de Amaicha del Valle. También participan Cecilio Condori, Rodolfo Abella, Jorge Mercado y Gustavo Zalaza “Kopo”.
Señales de humo se estrena a las 20 hs. en el canal Cine.arTV (se repite el sábado 18 a la misma hora) y a partir del viernes 17 se exhibe en forma exclusiva y gratuita en la plataforma Cine.ar Play.
En Amaicha del Valle, una pequeña comunidad indígena del norte argentino de la provincia de Tucumán, de unos cinco mil habitantes, el servicio de internet se ve interrumpido a causa de un temporal de fuertes vientos que azota la región. Mario Reyes, el arriero y guarda parques de la comunidad, tendrá que subir a la alta montaña para reparar el desperfecto, junto al ingeniero de la compañía proveedora del servicio.
Mario tiene sesenta y cinco años, y un rostro curtido por el viento y el frío de las altas cumbres. Es nacido y criado en las alturas, lugar donde ejerce su profesión desde hace más de cincuenta años. Mario junto al Ingeniero de la compañía de internet sortearan una serie de dificultades para arribar a la cima. Ya en las alturas, a más de cuatro mil metros sobre el nivel del mar, observan hacia donde se encuentra apostada la antena: el único vestigio de modernidad en el desolado paraje. Contrarreloj, intentan reparar el artefacto antes de la caída del sol, pero las malas condiciones climáticas les impiden continuar con el trabajo, mientras la oscuridad se adueña de la montaña. En medio de la noche cerrada, Mario realiza una fogata para avisar en el pueblo que se encuentran sanos y salvos, mientras observa el humo que se diluye en las alturas como el paso de una vida ancestral que nunca más volverá a ser la misma.
Mario Reyes es viudo, tiene ocho hijos y tres nietos. Nació en las alturas, en el poblado de los cardones a tres mil metros sobre el nivel del mar y ubicado al este de Amaicha del valle, en la provincia de Tucumán. De niño conoció el trabajo amargo de la caña de azúcar. Su padre Manuel lo llevaba a pelar caña al ingenio de Santa Lucia todas las zafras, trabajando en condiciones precarias, combatiendo el frio y el mal pago. Dicha labor la ejerció desde los once hasta los veinte años. Corría el año setenta y la provincia era un foco candente de episodios violentos, y más precisamente el poblado de Santa Lucía, donde se desataron cruentos y trágicos sucesos, por lo que el joven Mario decidió volver a su terruño.
La época no estaba para encarar grandes emprendimientos económicos. Mario tenía algunas cabras que les dejó su padre y el conocimiento y el oficio de arriero. Poco a poco vuelve a trabajar al lomo del caballo, como a él le gusta decir, y paulatinamente comienzan a solicitar sus servicios en las altas cumbres tucumanas. Allí, a más de cuatro mil metros de altura, Mario vuelve a su verdadera casa: la montaña. Al lugar en donde siente próximo el legado de sus antepasados, con la compañía vigorosa y altiva del cóndor. Consigue hacerse de una tropilla de mulas y caballos y con ellos sube las peligrosas cumbres contratado por distintas empresas que requieren sus servicios, o bien para verificar el trazado de un tendido eléctrico, o para la colocación de alguna repetidora o antena en las altas cumbres.
Su trabajo cobra un giro significativo a mediados de los años noventa. Con la aparición y el desarrollo de internet los servicios de Mario se requieren cada vez con mayor asiduidad. Es contratado por distintas empresas que ofrecen servicios de red y telefonía por cable, y que necesitan pasar sus señales por las altas montañas que rodean la zona que abarca las provincias de Tucumán y Catamarca. Mario logra estabilidad laboral y a sus casi cincuenta años decide hacer un curso de guardaparques, labor que de alguna manera ya ejercía de manera natural cuidando la flora y fauna en las alturas.
Entrado el siglo veintiuno, Mario oficia en la zona como guardaparques estatal, sin dejar de ofrecer sus servicios de arriero para las distintas empresas o personas que lo solicitan. El nuevo siglo trae a su vez un aumento exponencial de la utilización y la dependencia de internet, por lo que es requerido con mayor frecuencia debido a qué un rayo corto la transmisión en las alturas, o porque las nevadas y el fuerte viento obstruyen y dificultan la recepción de internet.
Mario, además, forma parte del consejo de anciano de la comunidad originaria de Amaicha del Valle y se reúne habitualmente con los más antiguos para elaborar o tratar asuntos referentes al desarrollo de la comunidad. Si bien la vida de Mario transcurre mayoritariamente en las alturas, suele bajar al pueblo a visitar a sus hijos y a sus nietos. Su historia en apariencia sería la de cualquier abuelo. Pero no es así. Esta es la historia de un hombre de altura. Un hombre que se cuestiona si seguir viviendo en el cerro custodiando la flora y la fauna como un legado de la Pachamama, o bajar al llano para vivir en el pueblo una vida más confortable.
“Hace treinta años conocí a Mario Reyes –cuenta Luis Sampieri-. Nos llevó a un grupo de amigos a la cumbre del cerro El Negrito para hacer fotografías. Nunca pude borrar de mi memoria cuando Mario al lomo de un caballo, y a más de cuatro mil metros de altura, intentaba proteger a los guanacos que trotaban en las altas cumbres. Yo era un joven estudiante de fotografía, pero en mi cabeza rondaba la idea de filmar algún día en ese lugar y con el mismo protagonista.
Pasaron los años. Hace unos siete años me instalé a vivir en un pueblito cercano a Santa María de Catamarca. Permanentemente se nos cortaba el internet, por lo que un día acudí a la compañía proveedora del servicio. Me informaron que, debido a los temporales en la alta montaña, los técnicos tenían que subir a reparar el desperfecto. Pregunté quienes eran los técnicos o la persona encargada, para saber cuándo retornaría internet. Me respondieron que esperaban al arriero, quien los llevaría hasta el destino cuando pudieran sortear las inclemencias del tiempo. Y quién es el arriero, pregunté. Mario Reyes, me dijeron, un señor que vive en los cardones, cerca de Amaicha. En ese mismo momento comenzó la idea de realizar este documental.
Mario Reyes, el que vive en los cardones…El mismo protagonista de hace treinta años y que ahora, a sus casi sesenta y cinco años seguía al lomo de un caballo ofreciendo sus servicios. Esta vez, no era para proteger la flora y fauna del lugar. Era para poder restablecer el servicio de internet y telefonía en el valle. Devolverles a los habitantes del lugar la posibilidad de encender sus teléfonos y comunicarse. Los tiempos han cambiado, el protagonista no. Seguía siendo el mismo, salvo que años atrás hacía una señal de humo en la montaña para avisar que había llegado sano y salvo”.
Sampieri nació en Tucumán en 1971. Formado con el maestro José Martínez Suárez y ganador de premios internacionales, cuenta con su cámara una historia real que vivió siete años atrás y la convierte en un documental que muta su forma de una mirada observacional y casi antropológica, al relato de un viaje en un tiempo y espacio mítico en el que dialogan lo arcaico y lo moderno, el pasado y el futuro, con toques de un humor sutil y personal.
En 2017 ganó el primer premio del concurso nacional “200 años del Bicentenario Argentino” con su proyecto de serie documental “Manuel Belgrano, la nación soñada”. Actualmente reside en Cafayate, Salta, Argentina y prepara su quinto largometraje titulado Piel.
FICHA TÉCNICA
Director y Guionista Luis Sampieri
Producción Cine Huasi y Soy Cine
Producción Ejecutiva Rodolfo Durán
Jefa de producción Patricia Salvadeo
Dirección de Fotografía Mauricio Asial
Dirección de Sonido Martín Litmanovich
Montaje Luis Sampieri
Música Original Karina Martinelli y José Santucho
Coordinación de Posproducción y FX Fabián Duek
Distribución Primer Plano Films Group
Duración 72 minutos