Omar Zúñiga es el realizador de Los fuertes, la película que el jueves 25 estrena la Asociación de Directores de Cine PCI, a través de su programa Puentes de Cine, en su Sala de Cine Virtual (www.puentesdecine.com).
Protagonizada por Samuel González y Antonio Altamirano, la trama aborda una historia de amor entre dos hombres, narrada de una manera poco usual: no hay conflicto moral ni se reproducen ciertos estereotipos sobre las conductas homosexuales. Por el contrario, es un relato de goce pleno.
Lucas (González) viaja a visitar a su hermana a un pueblo remoto al sur de Chile. Frente al océano y la niebla, conoce a Antonio (Altamirano), contramaestre de un barco de pesca local. Cuando un intenso romance surge entre ambos, su fuerza, su independencia y su adultez se vuelven inamovibles ante la marea.
Los paisajes de este “pueblo del fin del mundo”, magníficamente reflejados por la fotografía y el sonido, contrastan en su acogedora belleza silenciosa con la intensidad pasional de los protagonistas. La geografía y los elementos de la naturaleza (el mar, la lluvia) son parte esencial de un relato que hace de la economía de palabras una virtud.
Los fuertes participó en Cine en Construcción en el Festival de San Sebastián y en festivales como Cinélatino Rencontres de Toulouse, Valdivia y el Festival de Cine Queer de Melbourne, entre otros. Su estreno se contextualiza en el marco del Día Internacional del Orgullo LGBT, que se celebra el 28 de junio.
Es la ópera prima de Zúñiga, Director Audiovisual egresado de la Facultad de Comunicaciones de la Pontificia Universidad Católica de Chile.
Omar Zúñiga dialogó con GPS audiovisual sobre Los fuertes.
-¿Desde cuándo tenías esta historia entre manos, y como fue cambiando desde su idea inicial hasta el resultado final?
Comencé a escribir varios años atrás, el proceso de la película fue largo. En ese momento en el que surgió esta idea, estaba viviendo en Estados Unidos, después de estudiar un master en dirección. Había filmado varios proyectos en inglés, y quería en realidad filmar una película que fuese mucho más cercana a mi experiencia, a las cosas que he vivido y que he visto alrededor mío. Quería contar una historia de amor entre dos hombres que fuese auténtica, genuina, realista, emotiva. Que no estuviese permeada por la culpa o por el descubrimiento. No me deja de sorprender cuántas películas, que incluso son hits en festivales o en el mainstream, retratan a dos hombres en una relación con uno de ellos pensando que lo que están haciendo está mal, que no deberían hacer lo que están haciendo. Creo que no hay suficientes historias como Los Fuertes, que celebren ese amor y esa libertad, sin reservas, sin ideas de culpa.
–¿Cómo fue plasmar el guion en escenas, atravesar el riesgo de hacer explícito el texto?
La escritura tomó varios años, y pasó por muchas variantes. Siempre vas experimentando, poniendo y sacando elementos, probando cosas. Fue un proceso detallado. Es una película muy libre, no tan formal, pero los diálogos están escritos en su totalidad, con la excepción de un par de escenas que estaban escritas como para ser improvisadas. Está lleno también de modismos chilenos, esas maneras específicas que tenemos para decir las cosas, porque para mí es natural hablar así. Quería que ellos también expresaran sus puntos de vista, lo que quieren de las vidas que buscan. Creo que la película celebra su valentía en ese sentido.
–La locación y la fotografía son fundamentales en la historia. ¿Qué significado le diste a situarla en una localidad portuaria?
La atmósfera marítima del sur de Chile es un universo muy especial, que me gusta mucho. La inmensidad del mar y la omnipresencia de la lluvia, el agua y los bosques. Me interesaban varias cosas. Primero, en esta bahía en particular existe un sistema de fuertes españoles que fueron claves en la conquista y que siglos después fueron parte del proceso independentista. Son edificios que han estado de pie durante siglos, resistiendo los embates de las olas. Los veo como un vestigio de la resiliencia de un pueblo, y de alguna manera, hacen eco en la relación que surge entre Lucas y Antonio, que tienen que resistir los embates de otro tipo de olas.
Segundo, me interesaba el universo de la pesca, la dignidad de los oficios, el orgullo que lleva una comunidad por la vida que lleva. Esto se ve mucho en Antonio, que defiende su lado del río, su modo de ver el mundo, la vida que él escoge llevar.
–La violencia aparece en forma periférica, como un elemento más de la cotidianidad (como también es un elemento más un baile, un bingo, una cerveza en un bar mirando un partido). ¿Querías dejar el testimonio de que también es parte de la vida cotidiana, del riesgo de expresar la identidad sexual?
Me interesaba hacer un retrato de las distintas reacciones que puede haber en una comunidad como ésta en el Chile de hoy. Si bien es cierto que por supuesto la homofobia existe, y es brutal en nuestro país, con casos que aparecen una y otra vez, cuando tuvimos la oportunidad de hacer esta película, quería concentrar nuestros recursos, nuestra luz, nuestro talento, en celebrar este amor que ellos viven, y también su valentía ante la hostilidad, porque siento que eso no se ha retratado lo suficiente. Quería dar cuenta en la película, sin embargo, de distintas reacciones que pueden encontrar, que varían entre la aceptación y el rechazo, con distintos tonos, con distintas torpezas, que para mí son humanas y realistas dentro del estado actual de nuestra sociedad. Hay un momento de una violencia contenida, una amenaza que es misteriosa y casi inexplicable, pero no tiene que ser parte de la vida cotidiana necesariamente. Las experiencias de personas queer son complejas, impredecibles, y la hostilidad a veces es mucho menos frontal, más oblicua.
–Un significado posible de la película es que habla de la libertad. ¿Se relaciona con la coyuntura de la sociedad chilena o tiene que ver con lo que querías expresar artísticamente?
La coyuntura es una coincidencia. Desde el inicio me interesaba explorar las ideas de libertad, de autonomía, de independencia: qué significa, cómo se gana, cómo todos las definimos de distintos modos para nosotros mismos. Es muy interesante que, como tú dices, se alinea mucho con lo que está pasando en Chile hoy. Cómo peleamos por nuestra dignidad, cómo la definimos, cómo armamos un espacio que sea igualitario para todos. De alguna manera esas estrellas se alinean.
–Cursaste la carrera de dirección en la Universidad Católica. ¿Qué creés que verán en la película sus autoridades?
¡No lo había pensado! Espero que la vean y que ojalá la disfruten. Hice clases también en la universidad y tenemos una buena relación con la Facultad de Comunicaciones en nuestra productora porque somos exalumnos. La película está disponible dentro de Chile on demand, entonces me encantaría que la vean.
–La película ya fue exhibida en el mismo pueblo donde fue filmada. ¿Qué devolución te dio el público que no habías advertido antes?
El estreno mundial de la película fue como Película de Apertura en el Festival de Valdivia, que es un festival muy importante en Chile y Latinoamérica. Estuvimos muy honrados por supuesto, pero además de ese honor, lo que fue muy lindo fue la oportunidad de compartir la película con las personas que participaron en ella, equipo técnico y elenco, porque filmamos la película en esa región, la región de Los Ríos, en la zona costera de Valdivia.
Una historia que he contado varias veces, porque me quedó grabada y me conmovió mucho, es que después de la función de la película nos quedamos con Samuel González, uno de los actores protagonistas, firmando algunos pósters para regalar. Se quedó mucha gente para esto. En la fila, tres mujeres de la tercera edad estaban juntas y esperaron su turno, y cuando les firmamos los posters, nos contaban que ellas venían desde Corral, uno de los pueblos donde filmamos la película, y que habían venido solo por el hecho de que se habían enterado que habíamos filmado allá, sin saber de qué se trataba la película. Desde Corral hasta Valdivia es alrededor de una hora en un auto, incluyendo un cruce en transbordador, no es tan fácil llegar. Y les gustó mucho, estaban muy agradecidas de la película y se llevaron un poster cada una. Me sorprendió porque era exactamente lo que queríamos hacer: que personas muy distintas a Lucas y Antonio en la ficción se vean a sí mismos en la relación que ellos viven, más allá de la orientación, del género, de la edad, todos amamos del mismo modo, todos vivimos una vida que es humana y que es compleja. Y creo que construir ese sentido de igualdad, de dignidad, mediante la creación, es un acto político.
Norberto Chab