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DIRECCION EJECUTIVA: JULIA MONTESORO

«Femicidio. Un caso, múltiples luchas» (Estreno: 7 de marzo)

El 7 de marzo se estrena en el cine Gaumont el documental Femicidio. Un caso, múltiples luchas, relato en primera persona de la realizadora Mara Avila sobre su camino de lucha y de duelo a partir del femicidio de su mamá, María Elena Gómez (Miss Mariela), ocurrido el 19 de julio de 2005.

El 19 de julio de 2005, Mara Avila, una estudiante de 25 años de Ciencias de la Comunicación de la UBA, recibe la noticia sobre el femicidio de su madre, María Elena Gómez. El encargado del garaje donde guardaba su auto María Elena, llama por teléfono a Mara para preguntarle si sabía algo sobre su mamá, pues estaba viendo su auto en Crónica TV. Luego, la Prefectura Argentina se comunica con la joven para informarle que su madre, una profesora de inglés de 53 años, había sido apuñalada por su pareja, Ernesto Jorge Narcisi, de 63 años, en el barrio porteño de Puerto Madero.

Desde entonces, se inicia en la vida de Mara un largo período de duelo y un proceso en busca de justicia por el femicidio de su madre (Miss Mariela, tal como la llamaban sus alumnas y alumnos de inglés).

La causa es catalogada como un “homicidio simple”; Mara interviene como testigo y como querellante. El 23 de mayo de 2007, se lleva a cabo el juicio penal en el que Narcisi es condenado a nueve años de prisión, pena luego reducida a ocho años.

La joven intenta llevar desde entonces una vida tranquila e, inclusive, divertida. Sin embargo, el dolor y la bronca no le permiten concluir el duelo; y los femicidios en la Argentina no cesan de multiplicarse. Solamente a partir de un abordaje político del tema desde la universidad, Mara logra encontrar un sentido social a la tragedia. A sus 34 años, siente la necesidad de hacer pública su experiencia como hija de una víctima de violencia de género. Entiende que ella ha sido una entre muchas huérfanas y huérfanos a causa de femicidios en su país.

Luego de conocer que el femicida de Mariela ha sido puesto en libertad en julio de 2013, la joven lidia con el “fantasma” de Narcisi que se aparece en momentos claves en este proceso de lucha. Pero Mara no descansa; y continúa levantando su bandera contra los femicidios en cada marcha de la que es parte.

En este recorrido en busca de sentido y de sanación, la joven encuentra en su cuerpo y en su voz un cuerpo social y una voz colectiva, la de miles de mujeres que se movilizan el 3 de junio de 2015 en todo el país para luchar contra los femicidios, bajo el lema “Ni una menos”. Mara se hace presente en esa movilización y, por primera vez en diez años, lleva una bandera en homenaje a su madre. Amigas, amigos y familiares se suman a esa jornada histórica y dicen “presente” por Mariela, “ahora y siempre”.

Con apoyo del Instituto de Cine y Artes Audiovisuales (INCAA), este largometraje documental surgió en el marco de la Carrera de Ciencias de la Comunicación de la Universidad de Buenos Aires y fue la tesina de grado de Mara, con la cual se recibió como Licenciada en Ciencias de la Comunicación en diciembre de 2018, habiendo comenzado a trabajar en el film en marzo de 2014, bajo tutoría del realizador y docente, Eduardo Cartoccio.

El documental obtuvo dos subsidios del INCAA (uno para guión en 2015 y otro para producción en 2016). De este modo, Mara pudo realizar un taller de guión con el documentalista y docente Gustavo Fontán y avanzar en la realización del film.

En 2016, Mara Avila escribió este texto:

“¿Por qué embarcarme en la escritura de un guión que me produce dolor al revivir cada episodio de esta tragedia? ¿Por qué el deseo poderoso de realizar un documental en primera persona sobre el femicidio de mi madre? ¿Por qué exponerme públicamente para contar este caso, a costa de sueños perturbadores y de convivir con el fantasma del femicida por las calles porteñas, cada vez que me presento en algún congreso para hablar sobre el tema?

Realizar Femicidio. Un caso, múltiples luchas me permite crear una obra que contribuya con la visibilización de la problemática del femicidio –la violencia de género llevada al extremo–, desde mi punto de vista como hija de una víctima.

El hecho de no tener a mi madre conmigo me ha llevado muchas veces a preguntarme por el sentido de mi existencia: ¿de qué sirve seguir viviendo si la persona que más he amado en mi vida, mi compañera y mi amiga de toda la vida, ya no está aquí para acompañarme? Busqué un sentido, y lo encontré en la posibilidad de saberme “útil” para la sociedad de la que soy parte. Ofrecer mi testimonio como hija de una víctima de femicidio me devolvió una razón para seguir viviendo. Fue por ello que participé de varios congresos de Ciencias de la Comunicación donde conté cómo había sido el tratamiento mediático del caso de mi mamá, María Elena Gómez, una profesora de inglés de 53 años apuñalada por su pareja, Ernesto Jorge Narcisi, en Puerto Madero el 19 de julio de 2005. En aquel momento, ni los medios de comunicación ni el sistema judicial aludían al femicidio como forma extrema de violencia hacia las mujeres, sino que acostumbraban utilizar sintagmas como “crimen pasional” o “drama pasional”, carentes de toda perspectiva de género.

Diez años después, a pesar de la mayor visibilización que ha adquirido la problemática, el incesante número de femicidios ocurridos en nuestro país (1808 entre 2008 y 2014, según las cifras de La Casa del Encuentro) vuelve imperiosa la toma de decisiones a favor de la protección de las mujeres.

Sé que Femicidio. Un caso, múltiples luchas provocará una reflexión social sobre esto que tanto parece molestar: el poder que tenemos las mujeres, el poder de decir “basta” y de darnos una vida de libertad. “Se puede: si una mujer avanza, ningún hombre retrocede”, expresa un cántico de las luchas sociales de las mujeres.

A ellas dedicaré las imágenes que construyen el relato de mis vivencias como hija de una víctima de femicidio. Les contaré que mi madre quiso dejar a su pareja y que este hombre la apuñaló, pues no pudo soportar que “su” mujer decidiera ser libre. Mamá había sido golpeada por Narcisi. Ella sólo había confesado aquello a dos personas, y había desestimado el consejo de sus amigos/as respecto de denunciar a su pareja.

¿Qué hubiera pasado si mi madre hubiera seguido ese consejo? ¿Estaría hoy viva? No lo sé; y tampoco parece importar demasiado. Lo que sí importa es qué podemos hacer para ayudar a las mujeres que hoy están sufriendo algún tipo de violencia. Importa qué podemos hacer para transformar las prácticas y discursos sociales que continúan reproduciendo una ideología de género.

Desde que empecé a contar mi historia, varias mujeres se han acercado a compartir sus historias de violencia. Necesitamos posibilitar un diálogo con ellas, y brindarles protección desde la sociedad y desde el Estado. Pienso este Estado como un actor crucial en el estímulo de un cine entendido como herramienta de transformación social, como medio de lucha contra todas las formas de opresión y de violencia hacia las mujeres, un cine a favor de los derechos humanos, por sobre todo.

Aspiro a que mi testimonio contribuya a dar voz a las víctimas que hoy no están, y que avive el fuego de la lucha de las que aún tienen mucho por hacer para seguir vivas, para llevar una vida sin violencia, en libertad y sabiéndose poderosas. A ellas dedicaré mi esfuerzo y mi lucha, porque como sostiene el feminismo: “lo personal es político”. Y es en ese terreno donde mi tragedia ha cobrado sentido”.

FICHA TÉCNICA

Dirección de fotografía y cámara: Melina Terribili

Montaje y postproducción de video: Marisa Montes

Sonido directo y postproducción: Lucho Corti

Música original: A mí misma (Luciana Foglio, Cecilia Grammatico, Manuela Aguirre)

Producción ejecutiva: Carolina Reynoso

Jefa de producción: Mercedes Ducos López

Asesoramiento en guión: Gustavo Fontán, Marisa Montes, Eduardo Cartoccio

Diseño gráfico: Pablo Mozuc

Guión, producción y dirección: Mara Avila

Duración: 88 minutos

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