“Chocobar”, el primer largometraje documental de la cineasta salteña Lucrecia Martel, será una de las dos producciones argentinas que recibirán el apoyo del Fondo de Cine Documental del Instituto Sundance y el Instituto de Arte Contemporáneo del Reino Unido, que financiarán el desarrollo del proyecto.
La película, en etapa de preparación de guión, es una coproducción entre Argentina y Estados Unidos que aborda el asesinato en 2009 del activista indígena Javier Chocobar y la expulsión de su comunidad de sus tierras ancestrales en Argentina. El documental devela los 500 años de acciones que llevaron a este tiroteo, tanto con un arma como con una cámara, y lo contextualiza dentro del sistema de tenencia de la tierra que surgió en toda América Latina.
Martel -quien fue premiada con el Premio Astor a la Trayectoria, brindó una masterclass para 400 personas sobre el uso del sonido en el cine y participó como oradora en el histórico Primer Foro de Cine y Perspectiva de Género en el 33ª Festival Internacional de Cine de Mar del Plata-, reveló las motivaciones que la llevaron a volver al cine con este proyecto: “Primero porque los cuatro minutos antes de que lo asesinen están filmados por el dueño del campo. Se ve la preparación para ese crimen y me interpeló el uso de la imagen por parte de alguien que está armado. Que además de la cámara tiene un revólver. Y en la medida que fui investigando más traté de reconocer esa razón blanca que se impuso en este continente y que no le ha hecho ningún bien. Traté de reconocer cómo se va articulando eso en el lenguaje, en la creación de imágenes, en el aparato teatral de un juicio. Aunque por suerte (los asesinos) fueron condenados, todo lo que sucedió en el juicio tuvo muchas faltas de respeto hacia las personas de la comunidad. Tenemos muy profunda en la cultura una inequidad y una falta de visión sobre el otro”.
“Chocobar”, en cuyo guión están trabajando Martel con la actriz y directora María Alché, será producido por los colaboradores habituales de la realizadora salteña: Benjamin Domenech, Santiago Gallelli y Matías Roveda, de Rei Cine, con Joslyn Barnes de Louverture Films, con sede en Nueva York.
El otro realizador argentino seleccionado entre los proyectos en desarrollo por Sundance es un discípulo de Martel, que realizó su última película con ella como protagonista: Manuel Abramovich. Es el director y productor del proyecto de “Amor vaquero”, una coproducción con México se introduce en una comunidad de vaqueros gays en el país centroamericano, donde se reinventa la figura clásica de los cowboys heteronormativos. El realizador la presenta como “una remake documental y en tono de telenovela de ‘Secreto en la montaña’. ‘Amor vaquero’ es la película que estos vaqueros siempre quisieron ver pero nunca tuvieron: la de sus propias historias de amor”.
Sundance también apoyará la adaptación de una obra de Jorge Luis Borges. Se trata de “Aleph”, coproducción entre Estados Unidos y Croacia de Iva Radivojevic, a setenta años de la publicación del libro de cuentos. Aleph es un portal misterioso que contiene todo el universo. El portal está oculto en un laberinto de magia y significado, y abarca los pensamientos, ideas y sueños de diez protagonistas en diez países, que abarcan los cinco continentes. Estas historias colectivas sirven como piezas de un rompecabezas que llevan a lo que Borges “el universo inimaginable”.
El Fondo de Cine Documental de Sundance auspiciará este año 33 proyectos de 17 países distintos, de los cuales el 81% está dirigido o producido por mujeres y el 48% no es estadounidense.
Entre sus actividades en el Festival de Mar del Plata (que culmina el sábado 17), la directora salteña ofreció una charla magistral que fue seguida por más de 400 espectadores. Antes de comenzar, Cecilia Barrionuevo, directora artística del Festival, le entregó el premio a la trayectoria y destacó: “Desde La ciénaga hasta Zama, Lucrecia siempre nos sorprendió. En cada plano podemos encontrar una película entera, y esto es algo que no ocurre con las mayoría de las películas. Es una de las directoras más libres y más arriesgadas que hay en el mundo”.
Barrionuevo bromeó sobre el éxito en la convocatoria que desbordaba el Tronador Concert: “La próxima vez vamos a tener que trasladarnos al Luna Park”. Entre el público, estuvo José Martínez Suárez al que Martel se refirió como “un maestro del cine argentino”.
La directora comenzó el encuentro proponiendo una reflexión sobre el uso del sonido en el cine: “El sonido para mí es el origen que me organiza narrativamente. Abracé este sistema porque me permite quebrar la trama que significa nuestra propia educación, formal y de participación en la sociedad. Eso genera un filtro de percepción y quienes quieran narrar o simplemente tener una existencia más feliz, deben hacerlo. Ver cómo quebrar ese filtro que nos impide ver, escuchar de manera diferente”.
“Se habla mucho de la imagen en cine pero muy poco del sonido y es ahí donde realmente el espectador está inmerso. Me sorprende que se siga usando el sonido solo para hacer más referencial a la imagen. Lo que propongo es pensar al sonido para quebrar esa enorme referencia que tiene la imagen. Hay que sumergir a nuestro espectador en un universo sonoro que ponga en duda la verdad de las imágenes, que permita compartir la experiencia extraordinaria que nos da el cine de comprender que la realidad es una construcción”, destacó.
Luego, invitó a los presentes a participar de una actividad a través de una serie de dibujos con el objetivo de observar la manera en la que representamos las ideas, y conceptos a través de las imágenes.
A su vez, comentó que mientras la luz y la verdad están asociadas a la imagen, el sonido lo hace a las tinieblas y es así como el sonido no aporta certezas a diferencia de la imagen. En ese sentido llamó a evitar caer en los lugares comunes en los guiones que solo representan una normativa de cómo son las cosas. Y utilizar las posibilidades del sonido para encontrar otro camino de exploración.
La directora cerró el encuentro explicando que su gran preocupación es la homogeneidad, y en ese sentido trabaja para que haya un acceso diverso a la narrativa que permita la duda y la ambigüedad.