El Festival Internacional Oberá en Cortos, que se celebrará del 8 al 11 de octubre, inició la convocatoria a obras para certámenes competitivos de su 22° edición, que permanecerá abierta hasta el 30 de junio. La gran novedad de este año es que por primera vez se incluye el certamen competitivo de Largometrajes de la región Entre Fronteras y se amplía el espacio destinado a las infancias.
Axel Monsú es uno de los responsables de la producción del festival, organizado por el Instituto de Artes Audiovisuales de Misiones, la Municipalidad de Oberá, la Universidad Nacional de Misiones, la Facultad de Arte y Diseño, la Facultad de Humanidades y Ciencias Sociales y la Cooperativa de Trabajo de Comunicación “Productora de la Tierra”.
-La convocatoria a Oberá en Cortos estará abierta hasta el 30 de junio. ¿Hacia quiénes está dirigida, cuáles son las expectativas?
Las secciones competitivas están conformadas por el certamen regional Entre Fronteras en tres categorías: Largometrajes, Cortometrajes y Certamen Universitario, con una convocatoria para cortos de las universidades de la región. También abarca el certamen Internacional de Cortometrajes, donde pueden participar autores de cualquier lugar del mundo.
Tenemos planificado volver con once subsedes en distintas ciudades de la provincia. Para ello ya estamos generando muestras y construyendo el vínculo con los exhibidores locales, que también se van sintiendo parte del festival. Estamos acompañándonos para poder difundir las obras audiovisuales que no son las hegemónicas, que no están en los grandes cines. Es la manera que tenemos de apostar a la producción de la región, a la producción local.
La expectativa está puesta en seguir fortaleciendo al sector desde el festival, generando un espacio de encuentro con el público. En el 2023 fuimos el tercer festival en cantidad de espectadores en el país, después del BAFICI y Mar del Plata.
-¿Qué los impulsó a ampliar la convocatoria (esto es, a «ponerse los largos») abriendo la inscripción a largometrajes?
El festival surgió en 2003 con la intención de ser un evento provincial de cortometrajes. Pero no había suficiente producción, tanto de la provincia de Misiones como de autores regionales. Entonces, primero lo ampliamos a un certamen NEA. Después lo redefinimos abarcando la región entre fronteras, que hermana ancestralmente el territorio, la historia y la cultura guaraní: el noreste de Argentina, Paraguay, el sur de Brasil y también Uruguay.
Hoy, luego de varias ediciones y con una importante participación de largometrajes entre fronteras en carácter de muestras no competitivas, decidimos hacer un recorte y tratar de apoyar la carrera y la trayectoria de los autores de esta región, generando un certamen competitivo de largometrajes.
-¿Cómo se estructuró la idea de poner foco en las infancias?
Decidimos plantear este segmento como una muestra latinoamericana no competitiva, a través de una convocatoria abierta que tiene también un tiempo de producción de obra muy amplio: nuestra idea es que puedan llegar obras producidas entre 2010 y 2025. Es un segmento grande de tiempo, que tampoco tiene una duración específica: buscamos integrarlo con cortometrajes y largometrajes de Latinoamérica.
La curaduría buscará representar distintas realidades e infancias de Latinoamérica y a la vez, generar que nuestros espectadores también se encuentren con estos relatos difíciles de encontrar cotidianamente en las pantallas.
-¿De qué manera piensan trabajar en el área de la Industria?
Buscamos apostar a otras áreas. Industria este año contará con un segmento de formación y también va a ofrecer una masterclass. Además habrá un espacio llamado Escenario Vivo, donde cada noche se presentarán artistas de la región. Es un espacio que ha ido cobrando mucha importancia, como una bisagra interesante de encuentro para el público con el cine. También para los productores y cineastas que llegan y luego de un día de mucha actividad, tienen ese espacio para encontrarse con el arte y también con los compañeros que están ahí, con quienes confraternizás. Es ese espacio también surgen los acuerdos.
-Cumple con el propósito de interactuar con otros artistas de la región y de fortalecer los talentos.
¡Absolutamente! Tenemos conciencia de que el cine es el trabajo en equipo de un montón de disciplinas y de arte. También eso queremos poner en valor en el festival. Por ese escenario han pasado artistas como Ramón Ayala, Charo Bogarín, los hermanos Núñez; grandes personalidades de artistas que nos han honrado con su presencia en el festival y siempre buscamos que hacer un puente entre el cine y el arte de esta región. Allí donde la gente se va a encontrar con el cine del noresta argentino, Paraguay, Uruguay y el sur de Brasil, también estará en contacto con músicos y artistas de estos lugares.
–Oberá en cortos contribuye a la exhibición y distribución de contenidos de la región.
Notamos que los festivales cada vez más tenemos esa preponderancia. Somos una gran posibilidad para que un cine que no encuentra el lugar en las grandes salas, en las que tiene que competir con la agenda internacional de las majors, pueda tener un espacio y potenciarse. Inclusive en estos días estamos trabajando en un acuerdo con unos cines comerciales en Misiones. Y a la vez, trazando una estrategia para potenciar a películas que están en el proceso del estreno comercial, programándolas durante el festival.
Tenemos el gran desafío de que nuestros espectadores vengan al cine a ver películas nacionales y latinoamericanas y de la diversidad cultural: es muy difícil encontrarse con cine de otros países, de otras culturas fuera del circuito de los festivales.
-El festival cada año tiene como un eje temático diferente. En esta edición ¿en qué están pensando? ¿Qué quieren hacer?
El eje que más nos nuclea es el de la identidad y la diversidad cultural. El festival toma este nombre en honor al Cacique Oberá, que habitó la Cuenca del Paraná desde Brasil hasta aquí. El generó una de las primeras huelgas de lo que actualmente es Latinoamérica, que no se llamaba así. Fue reprimido por Juan de Garay, porque volvió a las comunidades que estaban reprimidas y tenían la religión prohibida. Y volvió para darles el nombre y a bautizarlos desde su cultura. El festival no solo toma su nombre: también considera al cine como factor de identidad y diversidad cultural simbólica. Por eso es el eje de este año.
-¿Qué importancia tiene sostener un festival de estas características en el contexto actual audiovisual argentino?
El festival existe antes que las políticas públicas locales y hasta que las que empezaron a hablar de la producción federal: la primera edición se realizó en 2003 y la Ley de Medios surgió a partir de 2010. La Ley provincial se empezó a discutir en el festival. Como profesionales, aquí encontramos un espacio para poder lograr herramientas que nos fortalezcan desde el Estado. La Ley nacional tiene esa misma historia: desde una política pública que surge del sector que la demandó y que la diseñó.
Esto es lo que ahora hay que defender. Para nosotros es fundamental que el Estado garantice nuestro ejercicio de identidad como población, desde la cultura y desde la producción simbólica y cultural.
Como una analogía con el Cacique Oberá, a quien en 1605 -época en la que vivía-, la cultura jesuítica le prohibió el uso de sus símbolos y religión, con el cine nos pasa lo mismo: nos están cortando nuestros propios símbolos. Ya sea atacando el cine nacional o cortando las pantallas. Es interesante ver cómo pasan los años, cambian los medios de comunicación y de producción de los símbolos, pero sigue siendo la misma batalla.
Julia Montesoro