El director del Festival de San Sebastián, José Luis Rebordinos, estuvo en Buenos Aires junto con el director del Festival de Málaga, Juan Antonio Vigar y una delegación de artistas y realizadores españoles, en el marco de MASS, ciclo de seis películas de producción española, organizado con la productora Orca Films, que se exhibieron en los últimos días de noviembre en Buenos Aires y en los primeros días de diciembre en Montevideo.
-¿Cómo se generó la sinergia entre San Sebastián, Málaga y la productora Orca Film para desarrollar el ciclo MASS?
Hace ya tiempo que Málaga y San Sebastián colaboramos de manera conjunta. Inclusive somos parte de los Spanish Screenings, un programa del Gobierno de España y del Instituto de Cine, para apoyar la internacionalización del cine español. Esto se une con que Bernardo Bergeret, quien estuvo durante años en el INCAA, nos propuso hacer algo con el cine español de la mano de los festivales españoles. También estaba Orca Film como organizador y patrocinador de parte de los costes de esta actividad.
Poco a poco fuimos avanzando hasta llegar a una primera versión de seis películas y una masterclass (NR.: “San Sebastián y Málaga: los festivales españoles al servicio del cine latinoamericano”, con José Luis Rebordinos y Juan Antonio Vigar). Nos reunimos con representantes de los gobiernos de la Ciudad de Buenos Aires, Santiago del Estero y de Entre Ríos para firmar cartas de intención con ellos. Es una especie de aproximación para lograr un acuerdo para fomentar el cine argentino en nuestros festivales y también para que tengamos una ventaja en cuanto a formación.
-El cine argentino tiene una vidriera muy importante en San Sebastián y también en Málaga. La contrapartida es que el cine español tiene una presencia acotada en los festivales argentinos. ¿El ciclo MASS es de alguna manera una apuesta a que el cine español ocupe un espacio más importante para el público argentino?
No estoy seguro con el BAFICI, pero en los últimos años el Festival de Cine de Mar de Plata (no sé en la última edición porque no estuve) programó algunas películas españolas. De alguna forma, es una parte de un programa internacionalización del cine español. Todo lo que sea oportunidades para presentar nuestro cine en otros lugares, en Argentina o América Latina en general, bienvenido sea. Es curioso, pero al cine argentino, que tiene una gran presencia en nuestros festivales, le cuesta luego estar en la taquilla y al cine español le cuesta también estar en América Latina. Es una especie de pequeña contradicción. Nos toca trabajar en esa línea.
Hasta hace unos años el cine español era más monolítico. Pero llevamos 10 ó 15 años que tiene mucha más calidad y variedad. Hay películas en Toronto, Locarno, Venecia, Cannes, que son los grandes festivales, además de San Sebastián y Málaga. Creemos que un ciclo como MASS es una buena manera de presentarnos. Es modesto, con una selección de seis películas, pero es una oportunidad de que se vean y se hable de ellas.
-Después de la presentación del ciclo, ¿qué expectativas hay de repetirlo en los años próximos?
El objetivo de poner un punto de atención sobre el cine español y sobre Málaga y San Sebastián trabajando juntos lo pudimos cumplir. Vinimos a un lugar que no conocemos cómo funciona, con una mezcla de equipos entre Orca y nosotros, que comenzó a trabajar hace un par de meses. Si lo hacemos el año próximo con más tiempo, habiendo aprendido de esta primera experiencia, lo podremos hacer mucho mejor.
-¿Cómo es la relación entre San Sebastián y Málaga?
Muy buena. Tenemos la suerte de que nos ayuda las fechas en que vamos cada uno: Málaga en marzo, nosotros en septiembre. Si hubiéramos sido los dos en septiembre, pues seguiríamos siendo amigos, pero tendríamos que competir un poquito. A título personal somos amigos, nos llevamos muy bien, nos entendemos muy bien, creo que cuando nos conocimos enseguida entendimos los dos que nos podríamos complementar.
Lo que tenemos que transmitir es que los dos festivales son importantes y pueden aportar cosas. San Sebastián es un festival internacional más fuerte que Málaga, como lo es Cannes ante San Sebastián, pero Málaga tiene otras cosas. Está muy bien situado y compite con películas españolas.
Afortunadamente podemos colaborar y nos complementamos, no nos hacemos daño. Cuando era joven era diferente, pero ya esto de querer tenerlas todas es una tontería. A veces veo directores de festivales pequeños que parece que quieren todo. No solo programan para ellos, sino que parece que programan contra los otros.
-La última edición de San Sebastián presentó una quincena de producciones argentinas o con participación argentina y además el festival le dedicó una jornada al cine nacional. ¿Cuál fue el objetivo y cuál el balance?
El balance es positivo. No seleccionamos nada que no pensáramos que tenía que estar. Todos los años tenemos una presencia muy importante de cine argentino, porque es el más importante de América Latina. Al menos, hasta ahora. En la sección Horizontes Latinos siempre hay una presencia importante. Casi todos los años hay una película argentina en las secciones a concurso y en work in progress, entre los proyectos participantes siempre hay argentinos. Incluso algún año de los 16 proyectos que teníamos en la primera ronda, nos salían 12 argentinos. Hemos tenido que reducirlo para que hubiera otros países. Casi todos los años la cinematografía argentina es la más fuerte que nos llega.
Este año ha habido una muestra de cine argentino muy diferente dentro de distintas secciones del festival: desde un cine más comercial (como puede ser El hombre que amaba los platos voladores, de Diego Lerman, producida por Netflix), hasta películas mucho más radicales y diferentes. Desde ese punto de vista es positivo.
Respecto al acto de apoyo, queríamos hacer algo sencillo. Invitamos a la comunidad de Argentina que estaba en San Sebastián y a los que estaban ese día allí como miembros del jurado y gente de otras películas, para mostrar nuestro apoyo ante la preocupación que tenemos por el desmantelamiento de la industria audiovisual argentina por parte del gobierno de Milei.
En la rueda de prensa que realizamos en Buenos Aires, alguien me discutía esto. Y yo me remito los datos y a las declaraciones que hacen los miembros de su gobierno. ¡No me estoy inventando nada! Por eso me sorprende que cuando digo que se está desmantelando el cine argentino, alguien te diga que no es así. Si Milei llegó al Gobierno diciendo que iba a desmantelar al Estado, entre otras cosas. Me parece que la cultura es parte del Estado, ¿no?
El acto en el festival fue una llamada de atención tranquila, reposada, desde opciones políticas muy diferentes. Intentamos que no tuviera un marcado carácter partidista. Y no lo tuvo porque había gente que piensa de maneras muy diferentes. Luego hicimos un video en donde también había puntos de vista diferentes. Al final la voz en off ponía unas palabras de Ricardo Darín, quien hablaba de una forma más genérica sobre la cultura. Intentamos hacer algo plural: nosotros no estábamos ahí para apoyar una opinión política u otra de Argentina, ¡faltaría más! Estamos para apoyar al cine argentino y el cine argentino es de todos. ¡Tiene y debería ser de todos!
-¿Están satisfechos con los foros de coproducción y el espacio para work in progress, que cumplen con el objetivo de tender puentes con este lado del Atlántico y tienen tanta presencia argentna?
Sí. Me quedan dos años como director del festival. Y no creo que lo modifiquemos porque funciona. Junto con el encuentro de inversores -que es parte de los Spanish Screenings que hacemos con Málaga-, el foro y los working progress son las actividades más fuertes de la industria. Haceros la idea de que hace 14 años, cuando este equipo llegó al festival, teníamos alrededor de 500 acreditados de Industria y este año hemos pasado los dos mil. Estamos al límite porque la ciudad no da más. Ya no hacemos nada por crecer porque no hay hoteles. Es tan sencillo como que no nos entra la gente. El esquema que tiene ahora el festival de San Sebastián de secciones y actividades de Industria funciona.
-Como si fuera una tradición del festival (en otras ediciones ocurrió por la presencia de Johnny Depp o por el estreno de Patria) este año afrontó otra polémica al otorgarle la Concha de Oro a Tardes de soledad, el documental de Albert Serra sobre tauromaquia. ¿Qué evaluación hacés de estas controversias?
Antes no lo quería decir, pero detesto los toros. Yo solo fui a los toros con mi padre a ver al bombero torero. Pero no he vuelto. Y alguna vez lo vi en la tele y me produjo una impresión terrible. Esta película es muy dura. Tiene metida la cámara donde ves al toro sangrar, ahogarse. Pero de la misma forma que detesto los toros, no los prohibiría. No iría y me gustaría que la gente dejara de ir, pero no soy tan pretencioso de pensar que soy el más listo del mundo. Para mí es cruel, pero conozco a gente muy sensible y muy inteligente que les encantan. Bueno, pues eso me hace pensar también, aunque para mí esa crueldad sea tremebunda.
Hubo polémica porque PACMA, una asociación de defensa de los animales, nos pedía que retiráramos la película. Eso es lo que yo no admito. Puedo puedo entender las críticas a los toros, pero esta es una película. Entonces, ¿no podemos hablar de los toros? ¿Y luego qué? ¿No podremos hablar de las guerras? ¿No podremos hablar de las violaciones?
También pasó con No me llamen ternera, de Josu Ternera. Con Patria molestaba a un sector de izquierda. Cada vez desde un sitio diferente. Pero eso es parte del juego, ¿no?
Nuestra obligación como director de festival es intentar hacer una programación plural y que hablen las películas.
-Estás naturalmente alineado contra toda forma de desfinanciamiento de la cultura. Ese es el panorama que enfrenta el cine argentino. ¿Qué panorama visualizás para el festival del año próximo?
Tengo la impresión que el cine argentino va a poder producir algunas muy pequeñitas, esas que ya no necesitaban al INCAA porque son muy chiquitinas. Y algunas películas un poco más grandes, con algún productor muy importante o coproducción internacional o a través de plataformas.
La película media es la que veo de difícil solución. Esa de un millón, millón y medio, hasta dos millones de euros. Esas están complicadas. Este año todavía vamos a tener cine argentino, sobre todo mucha coproducción. Pero a mediano plazo -porque ya se está dando, se está produciendo mucho menos-, si esto sigue así el número de producciones va a bajar drásticamente. De hecho, te puedo hablar de muchísimos proyectos que el año pasado se iban a rodar y los han parado. No están grabando. Están parados porque no se atreven a meterse. Incluso proyectos que tenían dinero del INCAA. Proyectos que tenían subvenciones que no llegan y no se atreven.
-En este 2024 Juan Antonio Vigar, director del Festival de Málaga y Alejandro Díaz Castaño, director del Festival de Gijón, presentaron sus libros. Si proyectaras un libro como autor, ¿sobre qué te motivaría escribir?
He coescrito bastantes libros. Unos ocho. Coescrito porque siempre lo he hecho con amigos y por diversión. Para cuando me jubile dentro de dos años, estoy preparando un libro sobre el sadomasoquismo en el cine. He escrito bastante sobre porno, cine y sexo: me interesan mucho las relaciones de poder en el sexo, que tiene mucho que ver con lo que se denomina sadomasoquismo. Me gustaría escribir algo que vaya desde La marca de fuego de Cecil B. De Mille, película absolutamente racista, fascista, machista y sadomasoquista, con la famosa escena del japonés malvado marcándole a fuego a la actriz, hasta el porno sadomasoquista que hay hoy en la red, que a veces ponen los pelos de punta.
Hace poco calculaba -porque empiezo a pensar en qué cosas voy a hacer cuando deje el festival- que a razón de ver cada semana una película tadaré dos años en publicarlo. Hace muchos años estoy recopilando información, pero no tengo urgencias en tenerlo listo: lo voy a hacer por placer.
Julia Montesoro