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DIRECCION EJECUTIVA: JULIA MONTESORO

Sebastián Alfie estrena su documental «El Kaiser de la Atlántida»: «Estamos obligados a hacer películas para que el espectador reflexione»

Sebastián Alfíe es el director de El Káiser de la Atlántida, documental que se estrena el jueves 10 y que reconstruye la apasionante búsqueda de una ópera de cuatro actos que fue compuesta como una alegoría sobre la locura y muertes causadas por Adolf Hitler durante el Tercer Reich y la Segunda Guerra Mundial.

Se trata de una coproducción entre Sebastián Alfie; Rosinante Films (Daniel Rosenfeld y Mariano Nante); Sintonía Media de España (Ángela Álvarez Rilla); Czech TV y De Productie de Países Bajos (Annemiek van Gorp, René Goosens), ganador de 15 premios internacionales.

El régisseur argentino Gustavo Tambascio se prepara para estrenar en Madrid una puesta imponente de El Kaiser de la Atlántida, ópera compuesta por Viktor Ullman y el poeta Peter Kien en 1943 en plena guerra. La pieza es una abierta burla a Hitler, y también uno de los actos de resistencia artística más valientes y desconocidos de aquel tiempo ominoso de la humanidad.

La partitura, perdida durante 30 años, fue recuperada del olvido por el músico Kerry Woodward y la médium Rosemary Brown. La ópera se estrenó el 16 de diciembre de 1975 en el centro Bellevue Centre de Ámsterdam, interpretada por De Nederlandse Opera sobre una edición de Kerry Woodward, también director musical.

El Kaiser de la Atlántida se exhibirá en su primera semana de estreno en las siguientes salas: Atlas Caballito; Atlas Patio Bullrich y Multiplex Belgrano (ciudad de Buenos Aires); Hoyts Quilmes; Hoyts Moreno; Cinepolis Avellaneda; Showcase Norte y Showcase Haedo (Gran Buenos Aires); Cinépolis Rosario (Santa Fe) y Cinemacenter Aldrey y Cinemacenter Diagonal (Mar del Plata). Tendrá funciones con música en vivo antes de la proyección y con el equipo de producción presente.

-¿Ya eras cineasta cuando tuviste información por primera vez de la vida del músico Victor Ullman y el autor Peter Kien, asesinados por el nazismo, de su obra El Káiser de la Atlántida?

Sí. Había realizado varios cortos y mi documental Gabor, así que cuando fui a ver la ópera pensé que podía ser una película en la que podía aportar mi punto de vista como documentalista.

-¿Y qué te decidió a poner el foco allí para un documental?

Esta es una historia que casi no se conoce, sobre la que apenas había bibliografía y no había obviamente ninguna película y ningún documental. Y creo que de los testimonios de lo que ocurrió durante el Holocausto, esta ópera está al nivel del diario de Anna Frank.

Son muy pocos los testimonios directos de testigos sobre lo que pasó en esa época. Y al nivel de una ópera, de algo tan complejo como una ópera, es realmente único.

-El resultado final es un gran fresco con infinidad de recursos: entrevistas, grabaciones de una ópera, ilustraciones, viajes a los campos de concentración, viejas cintas televisivas, filmaciones de la Guerra. ¿Con qué herramientas contabas al inicio del proyecto y cuáles fuiste incorporando a medida que fue emergiendo esta posibilidad de hacer la película?

Nosotros filmamos desde adentro los ensayos de la ópera. El Teatro Real de Madrid nos abrió sus puertas y filmamos durante dos meses el proceso desde el cual esta ópera pasa de ser una partitura a ponerla en uno de los escenarios más importantes de Europa.

Y el otro elemento con el que contábamos son las grabaciones de la médium Rosemary Brown en las que Kerry Woodward, el descubridor de la partitura, toma contacto con Viktor Ullmann. Con estos dos elementos es que construimos nuestra historia. Lo demás se fue incorporando.

-La médium es una de las presencias fundamentales en la historia. ¿Cómo se decidió incorporarla y que aportara su punto de vista, que a la vez se integra como un elemento sobrenatural?

En los años 70, en Londres, Rosemary era muy valorada por los directores de orquesta. Entre ellos, Leonard Bernstein. Eso le dio un halo de respeto y de credibilidad. Eso lo que nos permite incorporarla a la historia, sintiendo que lo que estamos trayendo es algo valioso. Por supuesto no es algo científico, es algo en lo que la gente puede creer o no, pero las grabaciones nos dan testimonio del afán de Kerry por poder entender esa partitura. A la vez, Rosemary le responde de una forma muy poética y nos da también un contacto con un momento terrible, que es la muerte de este compositor en la cámara de gas. Entonces, por supuesto, que no tenemos ninguna teoría al respecto y cada uno tiene que sacar sus conclusiones, pero las grabaciones están y tienen un valor poético. Creo que a la gente le llega mucho desde ese punto de vista.

-Hay también otras dos presencias fundamentales para la estructura narrativa: Kerry Woodward y Gustavo Tambascio. ¿Cómo lograste el vínculo con ellos y cómo accedieron a participar?

En el caso de Kerry, nos lo dijo cuando vino al estreno de la película en Málaga (NR. Se exhibió por primera vez en el Festival de Málaga 2022): siento que ahora se cierra un círculo en mi vida. El hizo un trabajo muy importante que nunca fue verdaderamente reconocido, que es tomar una partitura que no se podía interpretar, hecha con pedazos de papel del campo de concentración, con tachaduras y la convirtió en una partitura que hoy cualquier teatro del mundo puede tocar. No solo nos abrió las puertas de su casa: además nos hizo este regalo de las grabaciones de Rosemary.

Y en el caso de Gustavo también fue un colaborador hermoso. Gustavo se tuvo que ir del país perseguido por la dictadura militar. Que la obra estuviera hecha en un campo de concentración le llegaba mucho, porque él estuvo a punto de ser desaparecido. Además tenía este dilema ético que hace tan interesante la obra: ¿tenemos derecho a hacer una gran producción con una obra como El Kaiser de la Atlántida, hecha para los pocos instrumentos que había en el campo de concentración? A Gustavo le pidieron hacerla para un gran teatro como es el Teatro Real, con una gran orquesta de 70 instrumentos y él, hasta el último momento, tiene este dilema ético.

-¿Qué dilemas éticos se pudieron eventualmente plantear en el rodaje?

Nosotros sentimos que era una obligación hacer El Kaiser de la Atlántida. Como artistas, estamos obligados a que nuestras películas hagan que la gente reflexione. José Martínez Suárez nos enseñaba en sus talleres que el espectador tiene que ser una persona al entrar al cine y otra al salir.

Y esta película lo consigue, porque nos pone en la tesitura de qué hubiera hecho uno en ese lugar. Si yo hubiera estado en un campo de concentración, ¿habría tenido la valentía que tuvieron ellos para hacer una caricatura de Hitler? ¿O quizás habría elegido hacer algo que pasara por debajo del radar?

Por otro lado también tiene un componente político importante, porque nosotros en Argentina sufrimos haber sido llevados a una guerra por el gobierno militar, en el caso de las Malvinas, porque ellos necesitaban la popularidad que te da una guerra.

Y El Kaiser de la Atlántida plantea justamente esto: la historia de un dictador que quiere llevar a su pueblo a la guerra y la muerte se declara en huelga. ¡Fíjate lo que nos dice a nosotros hoy, en 2023, este texto de 1944! No solo teníamos el derecho sino la obligación. Lo que pasa es que estaba muy alto el listón, como se dice en España. Necesité es dos años de investigación sobre la historia del Holocausto y ópera antes de sentarme a escribir. Era un desafío muy grande.

-¿Cuánto tiempo demandó el proyecto?

Siete años, incluyendo dos de pandemia en el medio. Pero hubo dos años de investigación, porque yo no era un experto en ópera ni en el Holocausto. Mi deber era por lo menos saber más que la media antes de empezar a escribir. Y me rodeé de musicólogos, de historiadores y de un equipo muy potente para poder hablar de este tema.

-Pasaron 80 años de la obra de Ullman y Kien. Hay una frase al final de la película en la que el propio Ullmann pone en duda si la Segunda Guerra sería realmente la última. ¿Advertiste la vigencia del mensaje durante este proceso?

Sí. Las palabras de Ullmann resuenan y resonaron a lo largo de estos años con mucha fuerza. Hay un personaje en nuestra película que es el dictador, que dibujamos como si fuera Donald Trump, porque era el momento de su primera presidencia. Cuando estrenamos, Trump ya no estaba. Pero ahora se vuelve a presentar a las elecciones. Y es una persona que si puede llevar al mundo a una guerra para ser más popular, no va a dudar en hacerlo.

Por otro lado, en Europa está Putin, aunque nosotros en España tenemos la guerra a tres mil kilómetros de distancia. Y ahora en España está resurgiendo la ultraderecha, de una forma tal que la tenemos en la puerta de nuestra casa. Yo vivo en Madrid y cuando salgo de casa veo los quioscos de Vox. Y lo que Vox lo que está diciendo es no está muy lejos de lo que decían los nazis en 1944. La ópera es de mucha actualidad, lamentablemente.

Julia Montesoro

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