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DIRECCION EJECUTIVA: JULIA MONTESORO

Raúl Perrone presenta su libro «Mi mundo privado»: «Los pibes encontraron mis películas; yo no los busqué»

Mi mundo privado es un reciente libro de y sobre Raúl Perrone, que reúne diversos elementos de su vida y su obra: una extensa entrevista realizada por Silvina Pachelo, textos de distintos teóricos y críticos, fotos inéditas, planos de sus películas, manuscritos del cineasta. El volumen, editado por Accattone, analiza y recorre su filmografía, a manera de homenaje al artista.

-¿De qué trata Mi mundo privado? ¿Con qué se va a encontrar el lector?

Consiste es un gran reportaje de Silvina Pachelo (digo “gran” por la cantidad de páginas que ocupa). También hay textos de una fracción de mis películas, tomados de distintas épocas. Una fracción, nomás: si fuera de todas habría que hacer una Biblia. Son escritos de Hernán Sassi, Roger Koza, Oscar Cuervo, Gabriel Orqueda y Luis Franc. Y se complementa con textos míos, muchos de los cuales se vieron en Instagram o Facebook. Yo escribo mucho a mano; mis ideas, más que nada. Lo que pienso del cine: mis enojos, mis impulsos. Ahí hay un poco de todo eso.

-¿Qué representa un libro como una extensión de tu obra, de tu pensamiento?

Hoy es un acto heroico. En una época de inteligencia artificial, en la que cada vez se hacen menos cosas, donde hasta se podría haber hecho un PDF, este emprendimiento es un acto heroico. Sobre todo porque un libro de estas características, en tamaño grande y con buena calidad gráfica y de diseño. Es un libro para guardar, un objeto visualmente bello.

-¿Qué encontraste de vos cuando lo leíste?

Soy una persona bastante rara: la gente piensa que yo adoro mis películas y miro todo. Y en realidad, ni siquiera leo las críticas. A veces las leo muy por encima, soy bastante disperso. No soy egocentrista: ni siquiera terminé de leer el libro. Lo vi en la etapa de la corrección, mientras me iban pasando los textos originales del reportaje. Pero no tengo el perfil del lector que se lo devora. Tampoco me pasa cuando se hace un ensayo de mis películas: no me pongo como loco a leer a ver qué dicen. No me detengo en eso. La gente está muy pendiente de las críticas, tanto las buenas como las malas: a los buenos los felicitan y a los malos los putean. Yo no hago ese tipo de cosas

-¿Tenés buena relación con la crítica?

-Tengo buena relación porque no los veo. Soy fóbico, es muy raro que me puedan ver en algún lugar. Estuve en la presentación del libro en el Bafici porque no tenía alternativa, pero me hubiera gustado salir por pantalla. Tengo relación con muy pocos. Los veo a Roger (Koza), que viene a casa, o a Cuervo. Me parece que no es bueno tener una relación de tomar café con los críticos. No me gustaría que estuvieran viendo mis películas porque tienen una buena relación conmigo.

Noto que eso pasa con esta crítica moderna, que todos se conocen y después se van a tomar algo. No sé si tiene mucho valor. Yo prefiero que sea una relación más honesta. Te imaginás que a lo largo de 30 años he visto muchos críticos.

-¡Treinta años de actividad como cineasta independiente! ¿Hay algún homenaje a la vista?

En febrero próximo, en la Universidad de Oxford, se va a programar un día dedicado a la trilogía (NR. Labios de churrasco, de 1994; Graciadió, de 1997 y 5 pal’peso, de 1998) y voy a tener al final un coloquio con los alumnos. Acá, si alguien me propone algo, me gustaría pasar las tres películas. Creo que es un hecho histórico, ¿no? Me parece que fue el comienzo de un montón de cosas.

En noviembre último, por la celebración de los 150 años de Ituzaingó, proyectamos la trilogía. Fue muy gracioso porque nunca se habían pasado las películas en el lugar. Las exhibimos un sábado. ¡No sabés la cantidad de pibitos de 20, 21 años que vinieron! Escucharon hablar de las películas, o las vieron alguna vez en cable y quisieron verlas en una sala. A la vez, a comienzos del mes se estrenó Graciadió en Mubi. ¡Un montón de pibitos que me están escribiendo!

-Los jóvenes te siguen como espectadores y también en tus talleres.

Lo hablábamos también en la presentación del libro. Conté una anécdota que me ocurrió en los años 90. Se había estrenado una película de un director muy conocido y en el afiche decía “una película para jóvenes”. Yo me quedé asombrado. Me pregunté qué quería decir con “hacer una película para jóvenes”. Yo ya había hecho Labios de churrasco (NR. 1994) y no se me ocurría que fuese “una película para jóvenes”. Los pibes se encontraron mis películas: yo no los busqué.

-¿Te preguntás por qué sos referente de otras generaciones?

Tengo una mentalidad joven en el cuerpo de un tipo grande. No quiero tener la edad que tengo. Tampoco me veo como un tipo de mi edad, de esos que juegan a las bochas y hablan de otras cosas. Los que me siguen en Instagram siempre son jóvenes. Y en los talleres ni hablar. Siempre son convocatorias muy grandes: arranqué hace poco después de pandemia y hubo una inscripción de más de 250 pibes. Pibes, pibas, señoras, señoras. Actualmente tengo 120 alumnos.

-¿Cómo haces para dar clase con tanta gente?

Y…es insoportable. Porque no son talleres teóricos sino prácticos. También por eso vienen los pibes. Se hacen dos cortos en vivo en plano secuencia todos los sábados, en la Casa de la Cultura de Ituzaingó. Y yo estoy ahí, lidiando con 100 personas. Ahora me hice traer un micrófono porque no me escuchan. Es un delirio, realmente. Es raro de explicar: no se entendería. Habría que estar presente y verlos. Es muy motivador, porque hacen escenografías, arman decorados con sus propias cosas, no hay ensayos. Y después se miran en una televisión. Les doy una devolución y hay un debate posterior. Es mi manera de enseñar a hacer cine.

Julia Montesoro

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