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Todo el cine y la producción audiovisual argentina en un solo sitio

DIRECCION EJECUTIVA: JULIA MONTESORO

Guadalupe Docampo protagoniza «Las furias», de Tamae Garateguy, que se estrena el jueves 2: «El cine anticipa los cambios de la sociedad»

Guadalupe Docampo protagoniza Las furias, el drama de Tamae Garateguy que se estrena en el cine Gaumont el jueves 2. Se trata de una idea propia y de Nicolás Goldschmidt, con guion de Diego Fleischer y producción de Sofía Toro Pollicino, Tamae Garateguy y Jimena Monteoliva.

Filmado en el desierto andino, es un western contemporáneo que narra el vínculo entre un joven huarpe y la hija de un terrateniente violento y despiadado. La pareja se reencuentra para emprender una sangrienta venganza y descubren que los une algo más que un inmenso amor. El relato apela al flashback para enfatizar la metamorfosis de la protagonista, que pasa del sometimiento a la liberación, de la adolescente vulnerable (y vulnerada) a la mujer que solo sigue sus normas, impiadosa e implacable.

Está protagonizado por Nicolas Goldschmidt, Juan Palomino, Daniel Araoz, Susana Varela, Celina Demarchi, Geronimo Miranda, Guillermo Olarte, Mario Jara, Federica Cafferata y Laureano Zeballos.

Guadalupe Docampo es una de las mujeres que protagonizaron el podcast 50 mujeres del cine argentino en 2020, serie de entrevistas de Julia Montesoro y del libro 50 mujeres del cine argentino (Ediciones del Empedrado).

La entrevista fue publicada en GPS Audiovisual en ocasión del estreno online de Las furias, en mayo de 2020. Casi tres años después, la película podrá verse en salas.

Las furias marca una bisagra en tu carrera: la idea original es tuya y está plasmada en un largometraje. Una idea que permite desdoblar tu lugar de actriz. ¿Qué te impulsó a desarrollar una historia para concretarla en una película?

En realidad, desde hace tiempo vengo dirigiendo. Hice un corto, Entre Romina y el mundo (2014) y la pandemia me agarró en la posproducción de sonido de un nuevo corto. Estudié cine, esto siempre estuvo pujando.

Básicamente, lo que me motivó a pensar esta película con Nicolás Goldschmidt es la posibilidad de actuar ciertas cosas, de interpretar de determinada manera, y de pasar por el cuerpo determinadas escenas. Enseguida que tuvimos la historia pensamos en la cómplice perfecta, que es Tamae (Garateguy).

Las furias cuenta la metamorfosis de una mujer sometida en un hogar patriarcal que se libera y decide seguir sus propias reglas. ¿Cuál fue el disparador para desarrollar esta idea, que tiene mucho que ver con el proceso actual que están atravesando las mujeres?

Es muy particular cómo el cine sigue la evolución de ese proceso. En las últimas películas me pasó eso. Tiene que ver con la magia del cine: una de las funciones que cumple en la sociedad es sintonizar con algo que todavía no está plasmado en nuestro presente, lo advierte como una anticipación. Empezamos a pensar en esta película a principios de 2013, y recién ahora se estrena. Hay algo de eso en el cine, que tiene como esa antenita.

-Es una película anticipatoria con respecto al empoderamiento de la mujer frente a quienes quieren imponerle su destino.

Por supuesto que también está la visión de Tamae, que es directora mujer, y además directora mujer en un ambiente en el que muchas veces se mueve y es el cine de género, que tiene una predominancia masculina. Ella tomó muchísimas decisiones que hicieron que el personaje -con los años que pasamos en el proceso de la idea a la película- sea cada vez más poderoso. A la vez que está cada vez más capacitada para resolver esa situación.

Antes de hacer la película hicimos un corto -que también fue al BAFICI- que se llamó Las furias. Fue como nuestra práctica para poder hacer la película, o las ganas que teníamos de hacerla. Y en la resolución de ese corto no tenía la misma fuerza que esta película.

-Era un corto muy interesante, pero en el largometraje (con el desarrollo de la historia y la estética) el empoderamiento del personaje femenino le dio otro protagonismo. Al mismo tiempo está contada con estética de western. Eso parece dialogar con un estreno reciente tuyo, Infierno grande. ¿Es también una forma de revisar los tópicos históricamente protagonizados por varones?

¡Totalmente de acuerdo! Es un primer paso, pero ya es imposible salteárnoslo: lo primero que pasa es que se corre al varón y se pone allí una mujer. Y queda instalada la pregunta: si es una mujer, ¿va a hacer lo mismo que el hombre o va a manejarse de otra manera? De a poco se van sumando nuestros relatos. También es cierto que hoy por hoy a nadie se le ocurre presentarme un proyecto que no esté pensado desde ese lugar. Venga de una feminista o de alguien que no ha intentado nada, una persona que no tiene esa lectura es un poco un marciano.

-A partir de las asimetrías que hay en la industria, ¿te parece que cambió la mirada de los productores, o de los personajes que te proponen?

Tengo dos respuestas. Primero, me parece que la comunidad audiovisual argentina está organizada de otra manera, en parte por estos años de precarización y por otro lado por lo que se generó con el feminismo. Yo formo parte de Actrices Argentinas, y también de MUA (Mujeres Audiovisuales Argentinas), que a su vez forma parte del Centro Audiovisual Feminista. Son un montón de mujeres que ya trabajábamos en el cine, pero que nos estamos juntando y plantándonos para que las cosas empiecen a cambiar.

Después, veo que cuando me acercan proyectos, me piden esa mirada: “Bueno, mirá, yo pensé esto pero a vos te parece que se me está escapando algún machirulo por ahí”. Hay cierta inquietud, que forma parte de un proceso. Tampoco es una actitud castradora, que no es buena para la cultura, pero estamos abriendo las posibilidades expresivas.

-¿Hay trabajos tuyos en los que revisás de qué manera encararon el proyecto respondiendo al estereotipo de la mirada masculina? ¿Te preguntás como te pasó?

¡Totalmente!! Veo películas en las que participé (trabajo en cine desde que tengo 19 años) y también por la edad empieza a cambiar la perspectiva. El cine protagonizado por mujeres siempre fue escaso. Encima, las mujeres que protagonizan tienen de 25 a 35 años. Entonces no solo empiezo a pensar en lo que hice, sino en la necesidad de que mujeres de todas las edades y de todos los contextos puedan tener representación, y que esa representación no sea únicamente la imaginada por los hombres.

-Trabajás en cine desde que tenés 19. Y aun más atrás, siendo adolescente, comenzaste a aparecer en programas de televisión. ¿Cómo ves ahora a esa muchacha, veinte años más tarde, con respecto a la profesión?

¡Uuuhhh! Es fuerte lo que pasa con el tiempo… Muchas veces me replanteo la actuación. Sobre todo, desde dónde encararla. Aunque casi siempre trabajé en cine, muchas veces hice un parate y me propuse repartir las cartas otra vez. Es una constante. Pero me siento en un momento así. Por eso estoy desarrollando mi primer guion de un largometraje, y por eso hace un par de años que estoy tratando de darle más lugar a la posibilidad de dirigir.

Julia Montesoro

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