Cantante, actor, dramaturgo y cineasta, Dennis Smith está rodando actualmente Virgen Rosa, una comedia musical protagonizada por Juana Viale, Agustín Sullivan y Carolina Kopelioff, con producción de Aleph Cine. La historia gira en torno de tres hermanos que se reencuentran después de mucho tiempo en una peregrinación.
-¿Qué es Virgen Rosa y en qué momento decidiste que era para cine y no para teatro?
Es una película muy imaginativa, que surge de un deseo de explorar los límites entre el cine y el teatro. Para teatro necesitaría cambios de decorado. Para cine tiene una relación un poco estrambótica con el espacio, porque es una peregrinación a Luján pero sucede todo dentro de una fábrica abandonada. Van cambiando los decorados y los personajes. En apariencia, ellos creen que están caminando a Luján (y probablementelo hagan), pero el espectador no sabe bien por qué. Hasta que se les revela por qué están allí y qué relación tiene con ellos.
-Es una historia entre religiosa y músical. ¿Son tópicos que forman parte de tus influencias?
Tiene elementos de músical y de religioso. Hay una imagen que para mí es reimportante, que es la de la Virgen con el cuello rasgado. La protagonista se llama Rosa y el viaje que viene a hacer en esa peregrinación y en ese reencuentro con sus hermanos tiene que ver con aceptar que no existe lo inmaculado, que siempre hay marcas y que lo divino somos los seres humanos, que existamos es la manifestación de Dios.
Me divierte profanar un poquito las imágenes tan religiosas pero no desde un lugar de falta de respeto, sino de dejar de buscar afuera. Estamos solos en una galaxia inmensa y en un universo inconmensurable, y creo que agarrarse de estas imágenes y verlas perfectas hace que uno no pueda crecer. Siento que parte del crecimiento es aceptar las grietas, las roturas, las supuestas imperfecciones.
-No somos divinos…
No, en realidad creo que ser divino es aceptar todo eso, si pensamos que Dios es un padre, un padre debe aceptar a todos sus hijos.
-¿Cómo fue el proceso de tener un proyecto hasta concretarlo a través de una productora como Aleph Cine?
Trabajo desde los 11 años: este año se cumplen 30 desde que empecé. Hice televisión, teatro, algunas películas, canté, grabé cosas, participé en reality shows. Vivo una vida muy feliz. Después de estrenar en teatro BoyScout, escribí acerca de una de mis películas favoritas, Cama adentro, de Jorge Gaggero. Días después vino él a verme a teatro y me propuso hacer la versión en cine. La escritura no terminó de prosperar, pero me quedé con ganas de hacerla. Escribimos una versión con Constanza Boquet. Allí conocí a Mauro Guevara -de Aleph-, quien comenzó a ver mis trabajos en teatro. Descartó Boyscout por sus dificultades de producción, ya que involucraba a muchos niños, pero quedó el vínculo. Le llevé el guion de Virgen Rosa y se entusiasmó. Paralelamente, Boyscout creció como un proyecto de otra productora, Oh my Gómez! y lo va a dirigir Martín Desalvo.
-Sobre estos cruces entre lo teatral y lo cinematográfico, ¿qué tiene Virgen Rosa de cada uno de esos universos?
En cuanto al hecho de ser una única locación se vuelve bastante teatral. Es algo como la intervención del espacio. Desde el punto de vista cinematográfico, tiene un montón de recursos hiper cinematográficos: tiene esa cosa mágica del encuadre, la cámara, el sonido, los cambios de vestuario. La música es extradiegética, algo que en teatro no existe porque allí la música sale de un parlante que estás viendo.
-¿El cine era algo pendiente?
¡Recontra! Yo estudié con José Martinez Suarez muchos años. Era como mi abuelo putativo, como el abuelo adoptado, el amado. Hice muchos cortos en su escuela como actor, porque él me incluía en todos. El cine siempre estuvo en mi vida. Extrañaba ese entorno del audiovisual desde este lado, no actuando porque actuar muchas veces es bastante hostil. El cine tiene algo de comunidad que lo hace único. Todos los días hay un desafío nuevo.
-Los productores juegan un papel muy importante en la conformación de un equipo, ¿no?
Sí, como los libros y los actores. Yo soy muy de la teoría que no me importa el dispositivo: si lo que estás contando es una historia y está bien contada vende. Para mí la actuación es fundamental, si los actores te hacen ingresar en el mundo puedo ver un micrófono, un farol o cualquier cosa que no me va a importar. De hecho, soy muy feliz porque el elenco que tengo es hermosísimo y hay un tratamiento espectacular: estoy completamente enamorado de lo que está haciendo Juana Viale, que tiene un tratamiento medio de comedia. Es algo que nunca hace porque, generalmente, siempre hace cosas más de género y drama, y acá está mostrando algo que está muy cerca de su esencia porque es una chica con un sentido del humor extraordinario. Su inteligencia y su forma de mirar la vida me recuerda mucho a José Martínez Suárez.
-¿Qué descubriste de Juana Viale?
Es ultra trabajadora: estamos tirando escenas de cinco páginas y media o seis de corrido -que en cine es un montón-, con planos de cinco o seis minutos y sabe todo. El grupo funciona como si fuera una orquesta. Siento que hay algo del proyecto que está muy angelado y es muy singular. El cine es muy demandante y exigente, filmás y lo que queda, queda.
-A contramano del cine independiente y más artesanal, en esta película tenés actores de importante trayectoria en el cine comercial y el teatro. ¿Cómo es el método de trabajo con ellos?
Es como si hubiesen sido tres personas desconocidas. Yo me junté a ensayar por zoom con todos y, después tuvimos cinco ensayos juntos y cinco ensayos individuales con cada uno. Era muy importante porque hay escenas muy largas y necesitaba que ellos las circularan, las circularan y las circularan. Lo que tiene de bueno de que tengan tanta trayectoria es que hay algo de la puesta que se los marco una vez y no falla. Lo que se habló mucho en la previa es que yo necesitaba que sepan la letra impecable. Llegamos al rodaje muy maduros y cada uno entendió muy bien el universo en el que se maneja.
Julia Montesoro