El jueves 16 de diciembre se estrena Una sola noche, dirigida por Luis Hitoshi Díaz y protagonizada por Emilia Attias y Naim Sibara, que cuenta la historia de una pareja que, tras una tormenta y un problema de tráfico aéreo, se encuentra en un hotel, y allí vivirá una noche que les cambiará el rumbo de sus vidas.
Lucía trabaja como asistente ejecutiva en una importante galería de arte en Buenos Aires. Acaba de romper con su novio y va para pasar la noche de fin de año en Nueva York para olvidar. Quiere evitar pensar que ya tiene 36 años, que el tiempo corre demasiado rápido y se le está escapando, que se encuentra otra vez sola y sus días están atrapados en una rutina que ya no huele a futuro. Por eso va en busca del calor de otro cielo, de otra ciudad.
El avión en el que viaja debe aterrizar por un frente de tormenta y los pasajeros son enviados a un hotel de lujo hasta el día siguiente. En ese hotel, Lucía conoce a Horacio, de 44 años, quien está pasando sus últimas horas en la ciudad antes de emprender el regreso a París, su lugar de residencia. En Francia, Horacio goza de una vida aparentemente perfecta. Vive un presente lleno de confort sin sobresaltos pero también sin emoción ni entusiasmo.
Luego de un breve diálogo casual, él la invita a compartir esa estadía improvisada con la única expectativa de disfrutar de mutua compañía por un rato. Esa noche, la última del año, invita a abrir el corazón. Y Lucía y Horacio deciden hacer un pacto: todo lo que digan durante la velada será cierto. En lo que dure ese paréntesis involuntario de sus vidas sólo vale la verdad. Saben que el próximo sol va a separarlos, que cada uno seguirá su rumbo y probablemente no vuelvan a verse.
¿Por qué no aprovechar la presencia de un/a desconocido/a para ser, por una vez, brutalmente honestos? En esa apuesta ambos se embarcan ingenuamente, creyendo que no hay nada que perder. Como si la posibilidad de enamorarse no fuese, acaso, el mayor de los riesgos.
“En el año 2008 estrené mi primera película llamada “Hoy” y en ella contaba la historia de dos adolescentes que se volvían a ver después de mucho tiempo y todo transcurría en una locación y en una sola noche –detalló el realizador-. Y no se besaban. Y al día de hoy quienes la vieron me preguntan “¿por qué no se dieron ese beso?”. Y yo creo que porque en ese momento era más joven y tenía ganas de sufrir. Cuando me llegó “Una sola noche”, volvió a mi mente un pensamiento recurrente sobre esa otra historia: ¿Qué pasaría si esos personajes de mi primera película se reencontraran? ¿Cómo contaría hoy la historia de una pareja que se conoce y solo va a estar junta una noche, pero ya no son adolescentes, como ya tampoco lo soy yo? Desde ese lugar, es desde donde me sedujo la idea de dirigir esta película. Porque, ¿cuántas veces se puede contar una historia de amor? Tantas, como historias de amor existan. ¿Cuántas personas podemos ser en una sola noche? Las que nuestra imaginación nos permita “jugar a ser” en esta “sola noche” de fin de año.
“Una sola noche” es la historia de una mujer en un punto de quiebre de su vida. Le suceden un cúmulo de imprevistos que le permiten volver a ser; alguien que no tiene problema en presentarse como una persona real: mentirosa, tímida, que se equivoca, que “mete la pata”. Pero también es la historia de una mujer en su adultez, dispuesta a darse una nueva oportunidad, sabiendo aún que esta historia solo durará hasta que el sol salga, pero que quizás sea el primer capítulo de una nueva persona que está dispuesta a cambiar su propia historia. Hay algo que me seduce y que es la idea de contar cómo es que nos podemos reinventar cuando parecía que la vida sentimental estaba resuelta; cómo hacemos cuando ya no somos esos adolescentes melodramáticos que creen que todo está perdido, cuando “ya no gustan de nosotros”. Ese volver a sentirse “en partido” cerca de los cuarenta, es el desafío que se le presenta a nuestra protagonista: cómo nos contamos frente al otro y como ese otro nos imagina. Cómo perdemos nuestros miedos, quizás con pena y dolor, a ser como realmente queremos ser y no lo que se esperaba de nosotros. Tal vez reinventarse sea tan “simple” como crecer, aunque los demás no puedan acompañarnos”.
“Me seducía la idea de la historia de una pareja que se encuentra fortuitamente en una locación y tiene que pasar esa noche ahí. Soy muy fanático de la trilogía de Richard Linklater y hay una clara inspiración en esa historia. En principio era un trabajo por encargo: te llega un guion, te dicen quiénes son los actores, se arma un equipo y trabajás. Pero de a poco me fui apropiando de la historia”, describió Hitoshi Díaz a GPS Audiovisual.
La película se rodó en junio en Puerto Iguazú y otras locaciones de Misiones. La producción es de Lagarto Cine (Hugo Castro Fau) y Siamés Producciones.
La información oficial no consigna otros datos artísticos ni técnicos.
