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DIRECCION EJECUTIVA: JULIA MONTESORO

Darío Grandinetti será Juan Perón en «Santa Evita»: «Los actores tenemos un grado de inconciencia que nos permite creer que podemos hacer cualquier papel»

Darío Grandinetti está grabando Santa Evita, la ambiciosa serie encabezada por Natalia Oreiro basada en la novela homónima de Tomás Eloy Martínez, con producción de Salma Hayek y dirección de Rodrigo García y Alejandro Maci, que se estrenará este mismo año en plataformas.

Acompañado por Ernesto Alterio, Diego Velázquez, Francesc Orella y Diego Cremonesi, Grandinetti asumirá el compromiso de encarnar a Juan Domingo Perón.

-De la primera propuesta inicial de encarnar a Juan Domingo Perón, antes de la pandemia, hasta llegar al estudio y representarlo, ¿qué te ocurrió?

Empecé a tomar conciencia unos meses antes, en el momento de la primera oferta. Cuando me lo propusieron estaba por hacer la segunda temporada de Hierro: tener trabajo hizo que se acortara el tiempo. Si no, la ansiedad hubiera sido mayor.

Siento una gran responsabilidad: es un personaje que va a ser mirado de una manera particular. No es la primera vez que represento a un personaje de la vida real.

-¿Cómo es este Perón?

Nunca fue la intención -ni la mía ni la de quienes me llamaron para hacerlo- de que lo imitara. ¡Yo no me parezco a ninguno de los personajes que hice! Se trata de encontrar una energía en común para representarlo…A veces cuesta entender que nosotros contamos con la convención: el espectador ya sabe que yo no soy el personaje. Sabe que soy un actor que tiene un nombre –que se llama así, quiero decir- y se presta a jugar el juego. Lo mismo cuando va al teatro. Alguien diría, en broma: “pero no les da vergüenza, gente grande vistiéndose como hace 200 años, jugando con una espada. ¡Déjense de embromar!”. Pero para poder hacer ese juego hay contar con esa convención, con la complicidad del espectador.

-¿Cuál es el período de Perón que abarca Santa Evita?

Varios. La historia, si bien se basa en lo que ocurrió con el cadáver de Eva, se cuenta desde el momento en que conoció a Perón. Con toda la efervescencia política de ese momento, el intento de hacerlo renunciar en el ‘45 y luego también del derrocamiento. Claro que ahí Eva ya no estaba: es más puntual, es una mención. Pero abarca muchos momentos históricos.

-¿Cuáles son los momentos de mayor emotividad?

Hubo un día en la grabación que más que emocionarme, me dejó pensado. Estábamos filmando el velorio de Eva en el Centro Naval. Pocos días antes se había cumplido un aniversario del bombardeo de Plaza de Mayo. Que había sido producido también por esa fuerza. Seguramente allí mismo, aquellos que bombardearon se juntaron antes y después de los bombardeos. Me pareció paradójico. Tuve una sensación muy extraña. Como si hubiese sido una reivindicación contar la historia de Eva desde allí.

También hubo un par de escenas que tienen que ver con la enfermedad de Eva que fueron muy… sí, emotivas.

-¿Cómo se hace para encarnar a una figura icónica y tratar de evitar la sobrecarga de emoción?

En todo caso, hay que tener la emoción que tiene el personaje en ese momento. Yo -es una pavada lo que digo-, pero juego a que me olvido de que es Perón. Me hago trampa (o intento hacérmela) para no pensar en eso. Los actores tenemos un grado de inconsciencia y de soberbia que nos permite creer que podemos hacer cualquier cosa. Si lo pensáramos un poco… a lo mejor nos dedicaríamos a otra cosa (risas).

-¿Hay personajes que no harías o con los que no te sentirías tan a gusto?

¡Sí, claro! No me atrevería a hacer Shakespeare. Lo tengo muy claro. Más que personajes en sí, no participaría de contar historias que reivindican algo con lo que no estoy de acuerdo. Haría algún personaje justamente para ponerlo como objeto de repudio. Me sacrificaré (risas).

Pero quiero desdramatizar un poco esto, porque en definitiva no es tan importante lo que hacemos (risas). Es cierto que ayuda, pero –especialmente en estos momentos- uno debe tener bien en claro quiénes son los imprescindibles.

-En los últimos quince meses, para mucha gente que pudo acceder a las plataformas los actores significaron una compañía importante.

¡Sí! La ficción y la música colaboraron mucho durante la pandemia. Pero insisto en que los imprescindibles son otros. No es para minimizar nuestro trabajo, pero tampoco sobrevalorarlo. Porque a veces uno escucha cosas que tienen que ver con “ahhhh nuestro trabajo”. ¡Bueno, compañero, tampoco es para tanto!

-¿Te llevas el personaje a tu casa, sos como la leyenda de Bela Lugosi que de tanto creérselo murió envuelto en la capa de Drácula?

Nooo. No me llevo nada a mi casa. Trato de llegar lo más liviano posible. Enseguida la realidad te saca de encima el personaje. ¿Te imaginas si anduviera por la calle haciéndome el Perón? Cuando termino de grabar me saco la peluca y la ropa, pero me subo al coche y no puedo desprenderme del personaje. ¿Y ando haciendo qué? ¡No, definitivamente no!

Más que por el personaje, en todo caso uno se siente afectado por el viaje interior. Por hasta dónde decide llegar uno, por dónde anda uno. A mí el personaje no me afecta: viajo en busca de él, en todo caso.

-Viaje emocional y también literal.

-En realidad, casi siempre viajé. Tengo una relación personal con España:  mis dos hijos mayores viven allí, su madre es española y mi mujer vive en España. Viajo también por cuestiones personales Pero yo vivo acá, mis lugares están acá. Y además volví a vivir en Rosario.

-¿Estás en tu lugar natal?

¡Estoy en casa! Ultimamente estoy más mucho tiempo en Rosario. Y pronto voy a tener un lugar también en Buenos Aires. En España tengo un lugar que comparto con mi pareja. ¡Pero no es mío! ¡No tengo nada en España, además de mis dos hijos y mi pareja! (Risas). Lo remarco mucho porque cuando uno da una opinión, para desautorizarte, te dicen: “cállate vos, que vivís en España, vení acá a pelear”. Yo vivo acá. Voy y vengo. Y la vez que más tiempo estuve fuera de mi país fue por la pandemia.

-Además del elenco de Santa Evita, el codirector, Rodrigo García Barcha, es hijo de una de las figuras fundamentales de la literatura del último siglo. ¿Sos de los que no pueden resistir la tentación de preguntarle sobre Gabriel García Márquez?

(Risas) No se habla normalmente. A veces sale el tema, por ahí hay algún comentario de algo que le pasó, pero no, no soy de darle la lata.

-García Márquez estuvo en el Festival de La Habana. ¿Lo llegaste a conocer?

A él no, pero en La Habana conocí a Eduardo Galeano y a Mario Benedetti.

Eduardo además fue un tipo entrañable. Hablamos alguna vez y nos encontramos una vez en un aeropuerto también de casualidad. Y tuvo un detalle que siempre recordé y recordaré, en un momento difícil de de mi vida. Con Benedetti filmamos El lado oscuro del corazón. Alguna vez compartimos una comida en un restaurantecito, al final de un día de rodaje, los tres con Eliseo Subiela. Yo estuve mudo, mirando, todo el tiempo. Siempre le estaré agradecido al oficio que me dio la posibilidad de conocer ese tipo de gente.

 -Recientemente fuiste nominado para los premios Iris de España por tu rol protagónico en la serie Hierro, de la que grabaste su segunda temporada a comienzos de año.

Sí. Pero no solo yo: estamos por segunda vez nominados la serie, el director (Jorge Coira), el guion (Pepe Coira) y la actriz (Candela Peña). A veces digo en broma “nos equivocamos, nos salió muy bien”. En verdad, está muy bien escrita. Si no hay algo bien escrito, es imposible que uno haga un trabajo que los demás puedan considerar. Y sin un director y los demás compañeros tampoco: este es un trabajo que hacemos entre todos. La diferencia es que con un mal guion se puede hacer una cagada (risas).

-¿Qué te genera estar dividido entre España y Argentina?

Hace muchos años que es mi forma de vida. Aprendí a a disfrutarlo. A veces me resulta incómodo: si estoy acá, alejado de mi pareja y mis chicos grandes. Si estoy en España, distanciado de mi madre, mi hermana, mi hija menor, mis amigos. Por eso trato de estar el menor tiempo posible en los dos lados. ¿Sabés qué me persigue desde hace mucho tiempo? La sensación de que siempre estoy yéndome.

Julia Montesoro

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