Como si la pandemia no existiese, Luciano Cáceres mantiene una intensa continuidad laboral en cine. Después de su experiencia en Italia, protagonizando la coproducción El nido (una película de terror psi dirigida por Mattia Temponi), se incorporó a la comedia John Lennons (de José Cicala) y a la producción independiente Desarmadero (de Eduardo Pinto).
No solo eso: en los próximos días se integrará a dos series que quedaron postergadas y que prevén retomar su actividad habitual.
-¿Qué encontraste en John Lennons, la comedia dirigida por José Cicala, que te llevó a decir que la querías hacer?
En principio fue por la convocatoria de Cicala, a quien conocí por muchas producciones fotográficas en su estudio (Machado-Cicala). El y su mujer me contaron la idea: una comedia desopilante sobre un falso Lennon, un doble, un imitador. Me interesó mucho ese juego. Hace diez años dirigí una obra que se llamó Creo en Elvis, de un autor argentino radicado en Madrid llamado Mariano Rochman, que hablaba de cuatro clones de Elvis: se había creado una corporación de clones de Elvis para mantener el mito de que estaba vivo. A partir de allí investigué mucho sobre los clones y sobre versiones y conspiraciones de estos “falsos reales”. Como el mito de que Paul McCartney en realidad murió hace un montón, y que éste es un imitador. Me pareció un golazo. Y después, contarla en este estilo de comedia grotesca como fue Esperando la carroza, con personajes bien marcados. Era un género que tenía ganas de atravesar. Comedia hice mucho en tele o en alguna película, pero últimamente estaba con cuestiones mucho más oscuras en los films que vengo haciendo.
-¿En qué consiste la historia?
Transcurre en los años 80. Mi personaje es una suerte de antagónico de la historia, un conductor llamado Juan Alberto. Como si fuese Badía, pero al estilo del villano de las comedias. Es muy fanático de Los Beatles y de la música extranjera. Hay toda una tramoya en torno de este Lennons, que no es Lennon pero que se lo vende como si fuera. El protagónico está a cargo de Gastón Pauls, que tiene un problema al hablar y le agrega eses a las palabras (por eso la película se llama así). En base a esta gran confusión entre realidad y ficción, mi personaje va a estar atento al seguimiento de la llegada de Lennons a la Argentina para tener la exclusiva.
-¿Qué relación tenés con Los Beatles, con John Lennon, por dónde van tus gustos musicales?
Conocí a Lennon a través mis padres, y después por gusto personal. Los Beatles fueron unos adelantados. Me encanta su música y la complejidad de esas capas. Ellos son como Elvis: fundadores de un estilo, de un género. Como por contraposición lo fueron los Stones, a los que tuve la suerte de verlos muy de cerca en un recital en París. Como a veces decimos con el teatro -o inclusive con el cine-, después hubo nuevas versiones porque ellos dieron los primeros pasos y marcaron cómo se hacen las cosas. Además dejaron muchos temas inolvidables, que siguen sonando y que son muy actuales. Son un clásico pero vigente.
-Mientras, seguís interesado en temáticas oscuras.
Sí. Paralelamente filmé una nueva con Eduardo Pinto -con quien hicimos Corralón-, totalmente independiente. Se llama Desarmadero y se podría decir que es terror social, porque está bien ubicada en el Conurbano. Habla del mundo de los accidentes de autos y de los traumas que quedan ahí, luego de un accidente. Trabajamos con Pablo Pinto, Diego Cremonesi, Clara Kovacic, actores de la localidad de General Rodriguez y con Amelia Cáceres Currá, mi niña, quien va a hacer su debut cinematográfico.
-Después de hacer El nido en Roma, se podría decir que sos el actor con más experiencia en rodajes con protocolos.
Todos entendimos que es la única manera que tenemos de seguir trabajando. Permanentemente me hacen estudios. Los protocolos están funcionando. Además, el cuidado personal fuera del ámbito de trabajo es a conciencia, porque es responsabilidad de todos pero básicamente individual.
-¿Cómo vivís el proceso de crear personajes en una situación irregular?
A mí me emociona mucho estar laburando. Y poder trabajar después de tantos meses parados. Ver a todos entusiasmados, sin quejarse de nada. Tirando para adelante, con muchas ganas de volver. Eso es hermoso. Si hay que mantener la distancia, se mantiene. Si hasta último momento estás con el barbijo por más que haya calor, que sea incómodo, que estés transpirado o que te lo tengas que cambiar varias veces, no importa.
En este caso con dos experiencias: una con amigos, con Eduardo y Pablo Pinto. Tenemos un equipo de trabajo creado y aunque cada uno tiene un rol, todos producimos y ayudamos. Así es el cine independiente.
Por otro lado, con la película de Cicala. John Lennons es una película muy lúdica. Hay un permiso de juego enorme, y permite volver a lo más primitivo de la actuación que es el juego.
-¿Qué sigue ahora? ¿Cómo mantenés la continuidad laboral?
Vos a tener una participación especial en la serie de Marcos Carnevale en la que actúan Adrián Suar y Gustavo Bermúdez. Y el 2 de febrero retomamos la segunda temporada de El mundo de Mateo, la serie de Mariano Hueter con Fernán Mirás, Martina Gusmán, Tato Quattordio y Federico D’Elía, que habíamos interrumpido con la cuarentena.
-¿Qué se puede hacer durante la cuarentena salvo hacer películas?
Escribir. Empecé obligadamente con el famoso libro El camino del artista que te propone ese juego de escritura diaria. También desarrollé el guion de una película, junto con Carla Scatarelli. Fue obligarme, levantarme y hacerlo. Ojalá venga por ahí algo interesante. Y que en algún momento pueda animarme a dirigir mi película. Dirijo teatro hace más de veinte años y muchas obras tienen que ver con lo audiovisual. En algún momento tiene que llegar la película.
Julia Montesoro
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