spot_img
spot_img
spot_img

Todo el cine y la producción audiovisual argentina en un solo sitio

DIRECCION EJECUTIVA: JULIA MONTESORO

Belén Blanco estrena «Al acecho»: «El eje está puesto en la conexión silenciosa entre los personajes»

Belén Blanco es la protagonista femenina de Al acecho, un thriller rural dirigido por Francisco D’Eufemia, en el que entabla un vínculo ambivalente con uno de los guardaparques de la reserva donde transcurre la película (Rodrigo de la Serna). En ese contexto, la naturaleza condicionará las relaciones de quienes deben preservar el patrimonio, que oscilan entre las complicidades y las rupturas. Allí, poco a poco se irá develando el modus operandi del tráfico de animales.

Al acecho se estrena el jueves 6 en Cine.ar. Fue filmada en 2018. El mismo año en que Belén Blanco estrenó La deuda, de Gustavo Fontán y rodó Inmortal, de Fernando Spiner, que tendrá su estreno mundial en el Festival de Sitges de octubre próximo.

Belén Blanco dialogó con GPS audiovisual sobre Al acecho. La entrevista se puede escuchar en GPS audiovisual radio.

Al acecho nos introduce en el universo de los guardaparques, atravesado por las lealtades y las traiciones, con conductas sinuosas, solitarias y oscuras. ¿Qué te atrapó de la temática?

Es cierto que la película se manda por ese lugar. Pero me interesó mucho explorar el vínculo de los personajes con el espacio. Con ese hábitat tan particular de ese lugar que tiene su oscuridad, pero también tiene una belleza muy potente. Los personajes tienen una conexión intensa entre su trabajo y la naturaleza, y los animales. Aunque después pasen cosas raras, situaciones donde entran en juego las conductas de las personas, que tienen que ver con los negocios y el poder.

¿Qué características tiene tu personaje que te llamó la atención?

Es una persona muy particular: una mujer que vive en ese hábitat, en medio del verde. Es un mundo de pocos amigos, y no porque sean todos hombres. Pero ella siente que es un lugar único en el mundo y que está muy bien ahí. Tiene un defecto físico en una pierna, una imposibilidad, y eso también la lleva a sentirse protegida.

-¿Qué conociste del mundo de los guardaparques, tras esta experiencia?

Para quienes vivimos en Buenos Aires, no es un oficio común. No sabía nada ni me relacioné nunca con ningún guardaparque. A partir de la película empecé a interiorizarme más sobre el tráfico de animales.

-Hay un vínculo pendular que tiene tu personaje, que va desde la indiferencia a la entrega con el protagonista (que es Rodrigo de la Serna), ¿qué interpretación hiciste sobre ese cambio de comportamiento?

(Ríe) Hay algunos indicios de que algo le pasa a ella, a través de la mirada. Pero no se intelectualiza mucho: sucede. El hecho aparece como algo natural. Así lo toma ella. Como algo que por lo menos al principio es solo físico.

-No se intelectualiza y no se expresa: es una película de pocas palabras.

El ojo está puesto en la conexión silenciosa entre los personajes. Algo va ocurriendo más allá de los diálogos. Como la relación del protagonista (Rodrigo) con el zorro. Eso me gustó del planteo del director.

-La película se rodó en 2018. ¿Cómo cambia tu relación desde el final del rodaje hasta el momento del estreno? ¿Te motiva volver a verla, encontrarle nuevos significados? ¿O te desprendés de ella?

Me pasan las dos cosas (Ríe). Por un lado, una termina un trabajo y le van ocurriendo otras cosas. Pero a la vez siento que quedo muy pendiente. El cine es fundamentalmente montaje, y todo lo que viene después del trabajo de la actriz. Siempre que termino me parece que falta por lo menos el 60 por ciento del trabajo. Me quedo muy intrigada sobre cómo va a resolver el director lo que plantea en el rodaje, que siempre es diferente al resultado final. Eso me sorprende. Y me entusiasma: entablo una relación de cariño con lo que hago. Me quedo a verlo.

-¿Te gusta verte?

No mucho. Me da algo de miedo. Empiezo mirando las otras escenas. Me miro como cerrando los ojos. El trabajo esta tan recortado por la mirada del otro, que por más que tengas una percepción determinada de lo que hiciste, después se convierte en otra cosa. Me da vértigo.

-¿Hay películas (o experiencias laborales) que te hayan marcado, que hayan influido en tu crecimiento?

Sí, desde ya. A veces puede ser negativa: las experiencias negativas no te dan ganas de volver a actuar. Si una no se siente bien con lo que hace, afecta mucho el ánimo. Pero muchos trabajos me marcaron. En 2018 hice La deuda, de Gustavo Fontán. Esa película me tocó. Tenía muchísima presencia allí, era un personaje muy grande en el que trabajé muchos meses. Y después me costó desarmarlo. Allí aprendí un montón. También fue importante El caso María Soledad: todo el mundo me pregunta por esa película. ¡Y pasó una vida, mucho tiempo desde que la hice! Pero marcó mucho al espectador.

Creo que el crecimiento es paso a paso, a través de las situaciones por las que vas pasando: el trabajo, el no trabajo, el cine, el teatro. Uno tiene que estar muy presente en la actuación. No es que se aprende y después lo hace de taquito. Nunca se termina de aprender.

-Desde muy chica estás identificada con los papeles intensos, dramáticos…

-…Eso a veces me juega en contra. No me quejo, ¿eh? No me hice actriz para hacer cosas simples. Prefiero los personajes más complicados, complejos, con más aristas. Una lo trae, y lo imprime a lo que hace. Eso hizo que me encasillaran como actriz dramática. Está bien: por mí hago Medea, me encanta y no tengo problemas. Pero a veces me gustaría ser otra. Amo la comedia. Me parece el género más difícil. Y no me llaman.

-Dirigiste ocho cortos y más de una vez quedó pendiente la posibilidad de tu primer largometraje. ¿En qué estado se encuentra ese proyecto?

(Ríe). No sé. Nunca pasó a una historia más larga. A lo sumo, para filmar 30 minutos. Debe ser porque hago las cosas de manera independiente. Cuando las hacés así, pedir plata se complica. Si se encuentra la idea, el entusiasmo y el dinero, lo haría. Aunque haya formas de cooperativismo para armarlo sin que el dinero lo condicione. Es complejo, porque no se trata solo agarrar una cámara. Debería tener la historia.

-¿Escribís?

Bastante. Pero soy muy abandónica con la escritura. Me cuesta cerrarlo, decir qué quiero hacer. Por eso también no hago un largo. Para hacer una película hay que tener una enajidad de años. Es una condición que trae cada uno.

-¿Cómo hacés para encontrar nuevos desafíos?

Siempre una encuentra cosas dificilísimas. El tema es cómo llevarlas a cabo. Siempre es difícil producir cuando uno no tiene subsidios. Al fin, lo que le sucede a una es un poco por la suerte misma y otro por lo que pueda generar. También está bueno que te sorprenda la vida, sin que vos lo programes todo.

-¿En qué te concentrás para sobrellevar la inactividad?

¡Estoy como muy rara! Paso de un estado a otro, de un proyecto a otro. Inclusive con este estreno, que es por la web. Estoy (como todos) viviendo algo nuevo.

-No hay idea de lo que pasa del otro lado, ¿te afecta la falta de contacto?

Nuestro trabajo tiene mucho que ver con el otro. Sobre todo en el teatro. Podés ver una obra filmada on line, ¡pero eso no es teatro! No es lo mismo. El cine se adapta más al formato digital. Siempre está bueno ir a un estreno: es irremplazable, no es lo mismo que alguien te deje un mensaje. Esa situación es necesaria. Pero en el teatro es más que eso: es fundamental. A lo mejor entramos en la era en que se está creando un nuevo formato.

Julia Montesoro

Related Articles

GPS Audiovisual Radio

NOVEDADES