La memoria es algo que se practica y se ejerce. Con ese propósito, Cecilia Fiel, directora, investigadora y guionista del documental “Margarita no es una flor” intenta hurgar en la memoria de los habitantes de Margarita Belén, acerca de un hecho sucedido en esa localidad del Chaco a finales de 1976, cuando se produjo el fusilamiento de veintidós presos políticos.
El documental aborda ese caso, testimoniando así la tragedia ocurrida en el país durante la última dictadura militar, pero a su vez, el film es la reconstrucción de la muerte de Ema Cabral, militante montonera, fusilada en la masacre de Margarita Belén. La cineasta intenta desentrañar incógnitas que todavía siguen sin respuesta (pues no se sabe con exactitud dónde está el cuerpo de Ema), y viaja hacia Chaco a entrevistar testigos, historiadores, habitantes de Margarita Belén, e incluso encubridores de los militares que estuvieron allí en aquéllos días. Lo que resalta en este documental, además de la historia de los militantes peronistas asesinados por los militares, es la construcción de la memoria que se hace hoy en día.
A medida que la directora se acerca con su cámara a los habitantes de esa pequeña localidad chaqueña, nadie parece conocer qué ocurrió y quién era Ema, como si una parte de la historia hubiera sido suprimida y todos supieran algo que prefieren callar. Pero, en oposición a ello, 36 años después la lucha por la búsqueda de la verdad continúa y la justicia argentina sentencia cadena perpetua a ocho represerores vinculados con aquella masacre.
La directora del film se enfoca en la vida de Ema y se pregunta qué hubiera sido de ella si hoy estuviese con vida. El documental que se estrenó el 28 de mayo, cuenta con buenos testimonios, imágenes y documentos históricos que intentan reconstruir lo que pasó aquel 13 de diciembre. Aunque la acumulación de datos por momentos alarga el relato más de lo aconsejado, la película es un buen intento de reflexión acerca de la búsqueda de la verdad y el ejercicio de la memoria. (Por Lucía Chab)