El Espacio Audiovisual Nacional, conformado por APIMA – Asociación de Productores/as Independientes de Medios Audiovisuales; ARGENTORES – Sociedad General de Autores/as de Argentina; CADICINE – Cámara Argentina de Distribuidores Independientes Cinematográficos; CAIC – Cámara Argentina de la Industria Cinematográfica; CAPPA – Cámara Argentina de Productoras Pymes Audiovisuales; CDC – Colectivo de Cineastas; DAC – Asociación General de Directores/as Autores/as Cinematográficos y Audiovisuales; PCI – Proyecto Cine Independiente y RDI – Realizadores Integrales de Cine Documental, emitió un comunicado titulado «Películas 0 vs. 236 películas», que alerta sobre el futuro del sector.
El texto expresa lo siguiente:
«Para esclarecer la polémica instalada en los medios sobre películas CERO o 236 producciones, hacen falta pocas palabras.
La ley de Cine propone como ayudas públicas, básicamente, dos mecanismos: Subsidios a películas terminadas y ayuda financiera para poder comenzar a armar el entramado económico de una producción.
Al día de hoy, no se ha rodado NINGUNA PELÍCULA con apoyo de esta gestión del INCAA mediante las ayudas financieras previstas por la ley para comenzar el entramado económico. No hace falta ser economista para comprender que las ayudas financieras que se ofrecen hoy, no son adecuadas para una producción cinematográfica. No es una cuestión de querer o no querer tomar riesgos, los créditos que propone la actual administración no cumplen con el espíritu de ayuda que propone la Ley de Cine, sólo son un salvavidas de plomo.
Por eso PELÍCULAS CERO.
Para entender el estado actual de nuestra industria audiovisual consideramos que:
El Fondo de Fomento no fomenta.
Sin fomento, no hay pantalla ni espectadores.
Sin espectadores, no hay industria.
La parálisis del cine argentino en números
Según el Observatorio Audiovisual del INCAA, la cuota de pantalla del cine argentino (cantidad de films argentinos exhibidos en salas) cayó de 27,83 % en 2014 a 7,35 % en 2023, un derrumbe que se potenció durante la gestión de Mauricio Macri en 2016. Alberto Fernández no generó cambios sustanciales que revertirán esta tendencia, y la actual administración profundizó la crisis con la Resolución 545-E/2024, que limitó al comité de preclasificación a sólo evaluar películas terminadas, dejando sin apoyo a más de 200 proyectos en curso.
Al suprimir los anticipos de subsidios y sustituirlos por microcréditos bancarios inaccesibles, la gestión en curso incumplió el art. 5 de la Ley 17.741, que exige comités de fomento para todas las etapas —proyecto y filme terminado— y el art. 3, el cual obliga al INCAA a “formular y ejecutar medidas de fomento”. Esta parálisis no sólo vulnera la Ley de Cine, sino también el mandato constitucional de promover la industria cultural (CN art. 75 inc. 19)
Si bien se han lanzado concursos de películas, series y guiones con jurados a doble ciego, NINGUNO ha desembolsado un solo peso de subsidio efectivo, prolongando la espera de cientos de realizadores. La actual administración afirma haber aprobado 236 películas, pero todas corresponden a proyectos iniciados por gestiones anteriores.
Es por eso que a lo largo del 2024 y en lo que va del 2025, Carlos Pirovano se ha convertido en el único presidente del INCAA en tener el récord histórico de CERO PELÍCULAS ARGENTINAS aprobadas en el marco de su gestión.
Fomento o desaparición: NO HAY UNA TERCERA VÍA
España, Francia, Alemania son ejemplos de una política seria de fomento. En 2023, España destinó 167 millones de euros al cine, incluyendo un aumento del 290 % en ayudas para guiones, proyectos y salas. Francia, a través del Centre national du cinéma et de l’image animée (CNC), aplica un gravamen del 11 % sobre taquilla y televisión, reinvirtiendo el 100 % en producción local, lo que le permite mantener una cuota de pantalla superior al 30 %. Alemania ofrece anticipos de hasta el 60 % del presupuesto de producción, complementados con incentivos fiscales del 20 % al 25 %. Estas políticas no solo sostienen sus industrias cinematográficas, sino que también generan retornos económicos y culturales significativos.
La cuota de pantalla del cine argentino (7,4 %) está por debajo de otros países de la región y muy lejos de los modelos europeos como Francia (33 %) y España (25 %), donde el fomento es política de Estado. Sin apoyo público sostenido, la industria nacional queda fuera del juego.
Frente a la hegemonía de Hollywood, que busca minimizar la competencia de cinematografías independientes en todo el mundo, estos países han comprendido que sin apoyo estatal, su cine nacional no podría sobrevivir. Argentina debe seguir este ejemplo y defender su cine como una expresión vital de su cultura y soberanía.
Exclusión programada: LA EXHIBICIÓN
Pirovano habla de “riesgo empresarial” y “modelos de negocio”, pero omite un factor decisivo: las salas comerciales controlan la taquilla. En la práctica, un puñado de cadenas aplica tácticas de dumping —pantallas colmadas de superproducciones, promociones cruzadas y precios preferenciales— que impiden que cualquier film nacional, por más calidad o público potencial que tenga, consiga espacios y funciones competitivas.
Sin hacer cumplir el reglamento de cuota de pantalla y sin sanciones efectivas contra las prácticas desleales, ningún “modelo de negocio” puede sostenerse.
Solo garantizando una exhibición justa devolveremos efectividad al fomento y permitiremos que el público pueda elegir al cine argentino.
La realidad es contundente: aunque el cine en Argentina sigue vendiendo más de 35 millones de entradas al año, su cuota de pantalla cayó un 73 %. Esa caída no se explica por la falta de público, sino por la ausencia de fomento, la falta de apoyo en el lanzamiento y el bloqueo sistemático en la exhibición. El público no puede ver lo que no se fomenta ni protege.
EL CINE ARGENTINO Y EL AUDIOVISUAL PRODUCIDO EN EL PAÍS, SON ESENCIALES PARA REACTIVAR LA ECONOMÍA NACIONAL
EL CINE ARGENTINO NO SE FINANCIA CON FONDOS DEL ESTADO. Pirovano afirma que el INCAA “no regala más plata” y celebra haber recuperado fondos. Pero esos recursos no provienen del Tesoro de la Nación, sino del Fondo de Fomento Cinematográfico (FFC), alimentado por gravámenes específicos al cine, videogramas y TV que la Ley 17.741 obliga a reinvertir en la industria. Suprimir anticipos y la preclasificación no corrige “malos usos”: detiene proyectos y ahuyenta inversores.
La acusación de que nuestro reclamo al acceso del Fondo de Fomento Cinematográfico sería “inmoral” frente a otras urgencias sociales, forma parte de una narrativa que busca confundir a la ciudadanía y desacreditar al sector. Según un estudio del propio INCAA, por cada peso que se deja de invertir en el Fondo de Fomento Cinematográfico, la economía argentina pierde 5,4 pesos en Valor Bruto de Producción y 5.689 puestos de trabajo, de los cuales el 60 % se generan fuera del sector audiovisual.
La falacia de que “el cine quita recursos a hospitales o niños” busca deslegitimar nuestro reclamo; cuando en realidad, defender el FFC es defender una industria que aporta trabajo, identidad y valor económico al país.
CERO PELÍCULAS argentinas aprobadas en la gestión del 2024–25, implican CERO DÓLARES ingresados en coproducciones internacionales durante ese mismo período. Si no se producen cambios, esta tendencia se repetirá en 2026.
Cultura no partidaria: CINE NACIONAL
Ningún alineamiento ideológico está por encima de la defensa del cine argentino y de todo el audiovisual producido en el país. Somos profesionales que defienden la industria del cine, no banderas políticas.
Exigimos:
Restituir la preclasificación de proyectos con criterios transparentes y comités conforme al artículo 5 de la Ley 17.741.
Reactivar anticipos de subsidios con controles contables, no eliminarlos por completo.
Revisar los microcréditos para ajustarlos a la realidad de productores sin historial crediticio y con tasas de interés más bajas.
Restituir la vía digital en todas sus modalidades conforme a la Resolución 1477/17
Que el Cine Gaumont sea exclusivo para la exhibición de películas nacionales.
No atar los subsidios únicamente a la cantidad de espectadores.
Acompañar la iniciativa de la Nueva Ley Audiovisual en el Congreso.