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Todo el cine y la producción audiovisual argentina en un solo sitio

DIRECCION EJECUTIVA: JULIA MONTESORO

Axel Kuschevatzky: «La gente que redactó la Ley Omnibus no habló con nadie del sector y desconoce el concepto de industria cultural»

Axel Kuschevatzky, productor cinematográfico, guionista y periodista especializado en cine. Participó en un centenar de películas en los últimos quince años, incluida la ganadora del Oscar El secreto de sus Ojos, la ganadora de los Globos de Oro y del Premio Goya Argentina, 1985, la nominada al Oscar y ganadora del BAFTA Relatos Salvajes, la nominada a los Globos de Oro Neruda, la ganadora de la Semana de la Crítica de Cannes La patota y el ganador del León de Plata de Venecia El clan, entre muchos otros.

-¿Cuál es tu posición con respecto a la llamada Ley Ómnibus que recorta el financiamiento del Estado al cine?

Lo más difícil no es solamente tratar de entender los puntos dedicados a la cultura sino cuál es el razonamiento que hay detrás. Independientemente de estar o no de acuerdo. Yo simplemente no estoy de acuerdo con la Ley Ómnibus. Pero trato de entender cuál es el sentido de salir con un mediomundo a pescar todos los temas juntos.

En cuanto al sector audiovisual, lamento que no exista una conversación acerca de cómo mejorarlo, teniendo en cuenta que representa aproximadamente el 5% del PBI de la Argentina. Es decir, desfinanciar o jugar a eliminar fuentes de financiación y de circulación de los contenidos probablemente no sirva para que crezca ese 5% o para encontrar mayor rentabilidad del sector. Me parece que lo que algunas personas ponen en ese documento, sin haber charlado quienes trabajamos en esto, va a tener el efecto contrario al que creo que ellos están persiguiendo.

-¿Qué te parece que persiguen?

Me parece que desconocen el concepto de industria cultural. No se toma como referencia cómo funcionan otras industrias en el resto del mundo. Particularmente el sector audiovisual, que en todas partes tiene algún mecanismo de incentivo de fondos públicos. Normalmente a través de cash rebates y tax rebates -no solamente a través de subsidios- que existen en los jugadores más importantes del mundo audiovisual: Estados Unidos, Inglaterra, Francia, Alemania, Italia, España, México, Brasil, Chile, Uruguay.

Si la propuesta de este paquete es suprimir cualquier relación entre el sector público y el privado, lo primero que tengo que decir es que los países que admiran quienes redactaron esta ley no hacen eso. ¡Justamente es al revés! Estados Unidos es un país donde el 70% de los estados de ese país tiene algún tipo de cash o tax rebate a favor de la producción audiovisual. Entre otras cosas, porque es una industria que tiene un derrame genuino, real hacia otras actividades. Además de crear marca país, de generar elementos de exportación. Genuinamente, ya se sabe que el audiovisual tiene un impacto directo e indirecto muy, muy alto. En una película no trabajan solamente directores, actores, guionistas, músicos; sino gente de catering, transporte, hotelería…Una cantidad gigantesca.

Si el estado de Atlanta o si el Reino Unido construyeron las industrias dominantes mundiales del sector audiovisual a través del incentivo público, y vos decís “voy a eliminar de la ecuación la financiación del Instituto de Cine”, está OK. Pero, ¿qué estás poniendo sobre la mesa como alternativa? La verdad es que no estás poniendo nada. No es que están diciendo que eliminan este mecanismo porque creen que hay uno superador. ¡No, simplemente no hay ningún mecanismo!

-El concepto inicial es que los fondos públicos no deben aplicarse para fomentar la actividad.

Las últimas tres películas argentinas que estuvieron nominadas al Oscar y el 90% -si no el 100%- de los contenidos argentinos que viajan en el mundo y que traen fondos frescos a la Argentina, están hechos por gente que hizo sus primeras películas, o gran parte de sus películas o casi todo su desarrollo profesional, entre otras cosas, porque existía un fondo público que lo permitía. Lo cual además es un problema es hacia adelante. Nadie nace exitoso. No es que la gente nace exitoso: solo nacen exitosos los que tienen papás exitosos. El resto de los humanos tenemos que hacer cosas para llegar a lugares. Entonces, la idea de que un director nace pudiendo vender su película a otros mercados es falsa. Nadie nace con esa capacidad, ni siquiera en los Estados Unidos, Inglaterra y Francia o Italia, que por algo tienen sistemas para amplificar el talento a través del fondo público o con elementos del fondo público.

Por otra parte, la realidad en Argentina es que el fondo público no representa el 100% de costo de una película. Estas son las conversaciones interesantes para tener y pudimos haberla tenido. Pero hubo una decisión formal de un grupo de personas para que directamente no existiese esa conversación.

-¿Cuál es la incidencia que tiene este proyecto sobre la actividad? ¿Hay algún sector que pueda beneficiarse con esto?

No: básicamente, para el volumen más grande de producción que hay en Argentina es aniquiladora. Para la producción de cine es aniquiladora. A lo sumo hay 10 ó 15 películas por año que existen sin ningún tipo de fondo público. ¡No hay muchas más!

Hay una discusión larga, que se elaboró de forma muy berreta en general, aunque es una discusión importante: ¿cuántas películas puede producir Argentina? No cuántas debería, porque debería todas, sino cuántas puede. Es una charla que el sector y la sociedad nos debemos. Que tiene que ver con cuántos fondos reales se recaudan y cómo se articulan. Una conversación recontrasana. Esta decisión elimina esa conversación y la capacidad de mejora del sistema, porque lo que está diciendo es que se autofinancie con el 10% de las entradas. Me resulta muy increíble pensar que el menemismo estuvo mucho más a favor de la cultura argentina que esta gente. Aunque más no sea por la Ley de Cine, que se concretó porque fue bajo presión de un montón de gente. Para un sector de gente que ahora se lee en el menemismo no se está leyendo también esto.

-En el hipotético caso que se apruebe la Ley Ómnibus, ¿cuáles pueden ser los recursos alternativos para la subsistencia de la actividad?

Esencialmente las provincias o las regiones que decidan impulsar un cash rebate van a mantener una posición mucho más beneficiosa. Se van a quedar con un montón del negocio del cine. De hecho, hay un tax rebate de la Ciudad de Buenos Aires, Mendoza, Córdoba, Misiones, Jujuy. Evidentemente hay gente que se da cuenta que esto tiene un potencial y tiene la capacidad de traer fondos internacionales. ¡Claro que los tiene! Me parece increíble que no se incentive justamente esos modelos que tengan la capacidad de atraer financiación extranjera a la Argentina. Sin perder la identidad: no es solo el servicio de producción.

En todas las películas argentinas en las que trabajé, desde que fundamos nuestra propia productora Infinity Hill, nos hemos dedicado a traer fondos internacionales a la Argentina. ¡Todas!

-Para que sean posibles…

Para que sea posible. Porque además, cuando vos haces una película de cierta escala, el impacto que tiene el fondo público no llega ni al 12% en el costo de la película. Con lo cual hay mucha fantasía y mucha operación de prensa acerca de esta idea de cómo se hace cine en Argentina y cómo se articula. Operación de prensa muchas veces hechas por gente que hizo películas con fondos públicos, lo cual es como bastante irónico (Risas).

-¿Qué esquema de Instituto de Cine pensás que debería regir la actividad? ¿Cómo se lo podría reformular?

Hay modelos muy interesantes en Europa. El británico es muy virtuoso: es genuinamente por puntaje. Las películas no están sometidas a ningún análisis particular desde lo creativo. Es decir, no hay elementos subjetivos en el análisis. Tenés que cumplir una cantidad de puntos para acceder a unos fondos.

Me parece que hay cuestiones de otros modelos superadores al argentino como el ICAA (El Instituto de la Cinematografía y de las Artes Audiovisuales de España) en donde toda la plata se le da a los productores ntes del rodaje. Es decir, la amortización es previa al rodaje.

No hay un modelo único: es una combinación. Por supuesto que hay zonas discutibles. Entre ellas, cuál es el objetivo final de un Instituto de cine. Hay gente que te dice que el Instituto debería preservar todos los eslabones de la cadena. Otra que afirma que debería enfocarse en la generación de contenidos, fomentar la elaboración de contenidos y no en todos los eslabones de la cadena, que incluye –por ejemplo- la distribución. Hay otra que te dice que el Instituto de Cine, además debería finalmente constituir su cinemateca. No tengo una única respuesta. La verdad es que no haya preservación del patrimonio es terrible porque los países que no preservan el patrimonio están condenados a repetir sus padecimientos ad eternum. Nosotros ya sabemos el costo que tuvo en la vida argentina que en los 70 se borrasen todos los archivos de la televisión. ¡Casi no hay registro de la televisión argentina antes de 1985! Tuvo un costo grande.

El BFI, el British Film Institute, es el modelo a seguir en cualquier lugar. Lo digo por experiencia porque nosotros, como productores, hacemos mucho en Inglaterra, coexistimos todo el tiempo con el BFI. ¡No es que estoy agarrando la guitarra!

-Lo decís por experiencia y porque forma parte de tus preocupaciones traer fondos a la Argentina para producciones nacionales.

Sí, claro. Hay un resultado muy evidente hacia adelante en las diversas desfinanciaciones que ya atravesó el INCAA: el talento que establece marca propia se va a trabajar a otros lugares. ¡Eso es una pérdida para la Argentina! Los directores de nombre más grandes de la Argentina en los últimos años están haciendo películas y series para el exterior o por fondos extranjeros.

-Y para plataformas, directamente.

Las plataformas son fondos internacionales. La idea de que la plataforma vino a reemplazar al sector público es errada: no tiene ninguna obligación de hacer un volumen de cantidad de películas equis ni de hacer tu película. Eso es otra discusión importante (Risas). A mí me parece que hay un ecosistema que necesita trabajo. ¡Matarlo no es la solución!

-Justamente cuando se está hablando de generar trabajo.

Esta propuesta no está contemplando eso.

-En tus redes dijiste que “el cine argentino está entre los más admirados del mundo. Estar en contra del cine argentino es estar en contra de la Argentina”. ¿Creés que la Ley Ómnibus atenta contra el cine argentino directamente? ¿O propone regular la actividad de alguna manera y no encontró la forma de plantearlo?

Me parece que la gente que redactó la Ley Ómnibus no hablo con nadie de la industria. No preguntó por qué. Está construida sobre el prejuicio de que la cultura no existe como capacidad de generar ingresos y actividad económica, lo que es falso. Lo que está en el papel es una demostración de eso.

Entiendo que hay mucha gente que quisiera ver un país, leerlos, como si fuesen empresas. Y los países no son empresas: las realidades son más complejas. Los presidentes no son CEOS. Entran en juego millones de otras cosas tangibles e intangibles. Algunas son de corto y medio plazo, pero otras son de largo plazo. Si vos no generás economías del conocimiento en 20 años vas a estar frito. La cultura es economía de conocimiento. No es solamente desarrollar unicornios. La economía también hacer películas, hacer teatro, escribir música. La economía no pasa solo por commodities.

-En el hipotético caso de que la Ley Omnibus se apruebe, ¿cómo impactaría en tu productora?

El proyecto no crea un ecosistema amigable ni siquiera para los servicios de producción, porque no hay ningún tipo de cash rebate ni tax rebate… Pero no solo en mi caso sino en cualquier productor internacional. Argentina se volvió un lugar muy poco seductor para producir. Las productoras internacionales no van a los países porque la mano de obra sea barata. ¡Eso es mentira!

Las productoras para poder filmar en algún país miran qué beneficios fiscales hay. Argentina no tiene beneficios fiscales, salvo estos intentos regionales. Pero no son nacionales. Entonces, te saca de cualquier discusión. No te hablo de nosotros haciendo una película o un thriller, sino de Misión imposible o de James Bond. Películas grandes que van a un país y en un mes se gastan 15 ó 20 millones de dólares. Entonces, además de no favorecer el desarrollo del talento local, que va perdiendo capacidades, no generaste ningún otro modelo alternativo para la inversión internaciona. Es difícil que seas seductor, para Infinity Hill y para cualquiera.

-¿Estás en contacto con entidades o movimientos colectivos o corporativos que propongan caminos alternativos para la producción?

Esto fue siempre una de las zonas más sensibles y complejas de conversación con el sector, porque una parte muy grande cree que la aparición del tax rebate iba a terminar con los fondos públicos. La propuesta del Gobierno en realidad debería acelerar esta conversación. No nos podemos quedar con un mecanismo único para que el sector siga funcionando, porque cuando ocurre eso estás es una situación de mucha fragilidad, que es lo que le pasa al sector en Argentina.

¿Qué pasa en otros países? Vos desarrollás una película y hacés una venta internacional. Vas con ese contrato a un Banco y pedís que te lo descuenten del contrato. Con eso financiás la película. Te hablo de Estados Unidos, Inglaterra o Europa en general. En Argentina ningún Banco te lo hace. ¡Esa figura no existe! ¿Por qué? Porque tenés una inflación galopante histórica, porque hay una muy mala educación acerca del riesgo o no riesgo de la venta de contenidos. Eso genera esta especie de sequía del sector privado hacia la producción audiovisual.
Sumale a que el valor per cápita del suscriptor fue bajando para las plataformas, igual que el ingreso por taquilla, porque el valor del peso se fue licuando. Las compañías tienen muy pocas razones para tomar contenidos argentinos o desarrollarlos. Van a tomar algunos, porque éste sigue siendo un mercado muy creativo. ¡A pesar de las condiciones!

Si bien hay un estado de shock en todo el sector, no creo que la industria acepte con absoluta pasividad este tipo de propuestas.

-Hay conversaciones. Representantes de diversos sectores de la industria ya expusieron su preocupación.

Mi mayor preocupación cuando leí esta propuesta era que sentí que estaba trabajada por gente que no estaba proponiendo nada salvo romper algo que ya existía. No hay propuesta. Y me parece que hay un desconocimiento muy concreto de cómo es el sector audiovisual en todo el mundo, no en Argentina. Alguna de las cosas que se plantean, a través de estas decisiones, no construyen nada. Tampoco toman como referencia ningún modelo particular de otro país.

Ni siquiera un interlocutor. No hay con quien te puedas sentar a decir: “che cuéntennos. ¿por qué piensan esto? ¿Por qué creen esto?”. ¿Entonces con quién hablamos? No hay con quién hablar. ¡Es muy deprimente!

Julia Montesoro

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