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DIRECCION EJECUTIVA: JULIA MONTESORO

Fernando Arditi estrena «El hombre más fuerte del mundo»: «La enseñanza del protagonista es su perserverancia para luchar contra la adversidad»

Fernando Arditi es el director, productor y guionista del documental El hombre más fuerte del mundo, que tendrá su estreno comercial el jueves 14 de septiembre. Es una producción realizada íntegramente en Jujuy por Cocoliche Audiovisual (Fernando Arditi, Facundo Morales) y está protagonizado por Darío Villarroel, un físicoculturista de talla baja, nacido en Palpalá.

-La historia de Darío Villarroel la conociste a través de los diarios.  Algo te llamó la atención. ¿Qué te motivó a irte de Buenos Aires a Jujuy a filmar?

El personaje. Su pasado como pesista en el que había levantado cuatro veces su peso, su lucha con el paralimpismo. Me parecía que había una épica ahí, una anécdota interesante para contar. Lo que pasó cuando llegué tiene que ver con la magia de las relaciones humanas. Descubrí una persona muy interesante y con un mensaje muy profundo. Me parece que el análisis de las conductas humanas hace al cine. Me encontré con eso, me parecía como algo bastante desafiante y en un entorno, un ambiente bastante colorido, también para desarrollar mi otra faceta como buscador de imágenes. Era un espacio interesante hasta para trabajar desde la construcción visual.

-¿Dabas por sentado que iba a aceptar hacer la película? ¿Qué pasaba si él no hubiese querido participar?

Cuando lo contacté por primera vez, un amigo mío periodista me advirtió que le adelantara algo por un mensaje de texto. Que le cuente a qué me dedicaba como un primer acercamiento, sin tirar toda la carne al asador. Me contestó: ‘este mensaje lo estaba esperando hace mucho tiempo’. Me dejó sin palabras. Yo tengo dos mecanismos de defensa: o me hago el gracioso o me bloqueo. Y eso fue lo que me pasó en el momento. Entonces me propuse no contarle nada más. Allí me pidió que lo esperara a que se duche para llamarme. Ahí me di cuenta de lo curioso del asunto: era una persona que estaba esperando mi llamada, pero igual seguía adelante con su vida. Entendí que estaba en el lugar indicado. Estaba fascinado con la historia y a la semana viajé. No lo sabía, pero llegué para su cumpleaños. Entonces, sin pensarlo, fue la primera imagen que filmé para el documental. No tengo esa idea de llegar a un lugar con una cámara: me parece muy violento. Sin embargo, la llevé para ver con qué me encontraba. Y filmé para el documental en ese primer viaje.  Fue todo muy orgánico.

-El documental es una road movie porque recorre muchos lugares, además de la provincia de Jujuy, que es de donde es oriundo Darío. Pero la estructura ¿cómo fue surgiendo?

Esa estructura del viaje del héroe la tenía dando vueltas. Se tenían que dar algunas cosas, como el triunfo deportivo, que era lo que él iba a ir gestionando. Era el siguiente paso de la aventura. Nosotros dábamos por sentado que eso iba a pasar, por el tipo de desarrollo que tenía la actividad y por el nivel de profesional que es Darío. También tenía un pasado muy interesante para contar y un presente que nos motivaba a empezar de inmediato. Entonces intenté tener cierta habilidad para que las dos historias se crucen.

-¿Cómo tenías previsto cruzar las dos historias?

Mi intención era que una no funcione como una digresión sino que haga desencadenar la otra. Pero si leés el guion, que es bastante sencillo por la manera en que se describen las escenas, es bastante parecido a la película. Hay alguna que otra idea que fue explorada y descartada. pero allí está todo. A lo sumo cambian algunas maneras o modos de representación. La realidad siempre te puede devolver algo más potente de lo que vos simplemente imaginabas. Pero estaba ahí.

-¿Cuál es la particularidad de Darío Villarroel? ¿Cuál es la épica de un profesional de alta performance?

Su particularidad física resalta de inmediato: mide 1.19 mts. Tiene un tipo de acondroplasia, que es un mal genético que genera un tipo muy común de enanismo. Es un pesista que -por ejemplo- no puede cerrar sus manos para agarrar la barra. Hace como una especie de horqueta, porque el gesto no lo puede hacer. Tiene muchas limitaciones para enfrentarse a este mundo. Y el mundo le devuelve su cara más hostil y grotesca. Enfrenta algo tan absurdo como que debido a su misma condición, o por su condición, es expulsado del movimiento paralímpico. Siendo campeón mundial y récordman de pesas. Pero su gran enseñanza es su perseverancia. Siempre está todo por venir. Siempre tenemos que estar dispuestos a que estamos dando el primer paso. Es lo que él destilaba. Era una cuestión de ser testigo.

-Es una persona de mucho empuje y positivo pese a todas estas adversidades que vos estás narrando. Y al mismo tiempo es muy histriónico. ¿Corrías el riesgo de que fallara en ese rol?

Lo vi mucho en el día a día. Siempre fui observador. El tiene un modo muy ritual de hacer las cosas. Cómo se pone la colonia, cómo se prepara, cómo se corta el pelo al ir a la peluquería. Era muy interesante esa estética de la repetición total porque todos los días eran exactamente iguales. De domingo a domingo, todos los días. Con una rutina, pero a la vez con un nivel de exigencia impresionante. Algunos deportistas de alto rendimiento me decían que las discapacidades de alguna manera silencian estos logros. Este era una especie de Messi, pero que no puede llegar a demostrarlo.

Lo loco de todo esto es cómo el paralimpismo tiene la esencia de conmover a todo el mundo y se pierde este tipo de historia. ¿Cómo nadie ni siquiera se aprovecha?

-¿Qué sabías del fisicoculturismo hasta que diste con este personaje?

Absolutamente nada. Ni yo ni ninguno del equipo de producción. Lo fuimos descubriendo con él y haciendo ese ejercicio para el espectador. Con un ojo un poco incrédulo, con cierto sentido del humor, con esta cosa ritual que también tiene, en la que todo se va desarrollando siempre de la misma manera. En la medida en la que él iba creciendo, mientras iba pasando (de fase) en los torneos, todo se va como siendo más sofisticado.

Lo que se aprende es rapidísimo (risas) y en profundidad. Pero la verdad es que previamente no tenía ningún tipo de interés volcado hacia eso.

-¿Él te daba sugerencias? ¿Indicaciones?

-Indicaciones no. Pero fui muy sensible en la manera que tenía de estructurar su propio relato. Él medía las cosas con una relación de causa y efecto. Lo único que hice fue reordenar su relato para hacerlo más cinematográfico. Por ejemplo, las personas que eligió para hacer la película y para que cuenten su historia. Ellos lo hacían de una manera parecida, de cómo se le daban o no las cosas. Mi rol consistió en estar atento, en ser sensible a lo que él nos daba. Él es sumamente generoso y la película es sumamente generosa también con el espectador. Hay muchísimas maneras de disfrutarla.

Julia Montesoro

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