Mariano Benito es el nuevo director artístico del Festival Audiovisual Bariloche (FAB), que se llevará a cabo del 25 de septiembre al 1 de octubre. Organizado por la Secretaría de Estado de Cultura del Gobierno de la Provincia de Río Negro, este encuentro reúne a la comunidad audiovisual en la ciudad de San Carlos de Bariloche. Cada año, el objetivo es promover y enriquecer la producción audiovisual nacional y regional, fortaleciendo la relación entre realizadores y público, y contribuyendo al progreso de la industria.
-El FAB comienza su segunda década de vida y con un nuevo director artístico. ¿Cuáles son los desafíos que te proponés atravesar?
El primero es mantener la continuidad un festival después de cumplir 10 años. Eso ya es bastante importante. De todas maneras, estoy ligado al FAB desde su primera edición: participé en las competencias con dos series, trabajé en el área de prensa y siempre estuve ligado a Diego Carriqueo, quien fue hasta el año pasado el director artístico. Actualmente está buscando otros rumbos, otras ocupaciones y me ofreció hacerme cargo. Lo acepté teniendo en cuenta el gran compromiso que implica reemplazar a alguien que estuvo diez años y es muy querido por todo el ambiente audiovisual, los realizadores y realizadoras, los cineastas, los chicos de las escuelas de cine de Río Negro. Pero a la vez es un desafío interesante, porque me gusta promover el cine. Siempre lo hice, desde que era alumno de José Martínez Suárez.
-¿Qué perfil buscás darle al Festival?
-Yo cito mucho a Martínez Suárez, porque fue casi un padre para mí. Él decía en el festival de Mar del Plata que las estrellas son las películas. Lo primero que podría decir del Festival es eso.
En segundo lugar, el FAB durante los diez años anteriores se consolidó como un festival nacional en la agenda de toda la Argentina. Pero también en la agenda de las dos universidades de cine que hay en la provincia, en General Roca y en El Bolsón. El ambiente audiovisual siempre se sintió muy a gusto, muy contenido y feliz en el FAB.
Ahora es el turno de empezar a integrar al público de a pie de Bariloche. La idea es que se apropie del Festival, que pueda ir a ver las películas, disfrutarlas, hablar durante un tiempo de ellas y esperar la edición del año que viene. Una de las cuestiones que me propuse era tratar de buscar ese público que, como el de Mar de Plata, llenan las salas y están ávidos de ver las películas argentinas que lamentablemente no llegan a las carteleras comerciales.
Esos dos desafíos me parecen importantísimos.
-¿Hay algún eje temático que caracterice la selección? ¿Algún punto en común entre las películas seleccionadas?
-No hay un punto en común desde lo temático. Tratamos con el equipo de programación de buscar películas variadas, que no sean solamente para un tipo de espectador. Justamente, por este desafío que te planteaba de que la gente pueda ver películas que no sean las típicas de nicho de festivales. Nos propusimos algo más variado. Por eso tenemos películas que van desde El futuro, de Ulises Rosell hasta Blondi, de Dolores Fonzi, una película más comercial y que inclusive está en una plataforma, pero que acá en Bariloche no se vio en salas.
La intención era tener diversidad, con algunas sorpresas que me impactaron mucho a mí y al equipo de programación. También festejamos los 40 años de Democracia con una sección propia. Con películas como Maelström 2001, que tiene mucho que ver con el cuidado de la Democracia que debemos tener los argentinos.
-Otro de los platos fuertes del FAB es la competencia binacional de
cortos y largometrajes. En el caso de las películas chilenas, ¿notaste alguna particularidad?
-Sí. Me gusta mucho el cine chileno. La competencia binacional trabaja con el sector sur de Chile -de Concepción para abajo-, donde no está la mayor producción audiovisual. Pero creemos que tenemos muchas cosas en común con la Patagonia chilena. Al igual que en la competencia nacional, no buscamos una temática en particular, sino que simplemente realizamos una selección con lo que a nuestro entender son las mejores propuestas que nos llegaron desde el otro lado de la cordillera.
Hay historias en común, como el documental Edita, de Pamela Pollak, que tiene que ver con la memoria y la reconstrucción de identidades. Las competencias nos unen, y la calidad cinematográfica es muy enriquecedora para mostrar a nuestros espectadores.
-¿Qué posibilidades te permite el presupuesto?
La cuestión económica de este año es el tercer desafío. Tenemos que hacer un festival austero, pero con calidad. Y vamos por ese camino: por lo menos con la programación hicimos un buen trabajo.
Julia Montesoro