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DIRECCION EJECUTIVA: JULIA MONTESORO

Encuentro con Clarisa Navas el jueves 30 en Género DAC: «Lo nuevo es la posibilidad de hacer cine colectivamente»

Con el Encuentro con Clarisa Navas continúa el jueves 30 a las 18 hs. el ciclo “Marzo de Mujeres”, organizado por la Comisión de Género de DAC (Directores Argentinos Cinematográficos) en conmemoración del Mes de la Mujer.

La creadora de Hoy partido a las 3 y Las mil y una propone la premisa Diálogo acerca de procesos y formas de creación. El ritmo como continuidad entre un modo de vida y de estar haciendo cine.

El encuentro es con entrada libre y gratuita en el auditorio de DAC (Vera 586), previa inscripción en generodac@dac.org.ar.

-El encuentro propone un diálogo acerca de procesos y formas de creación y el ritmo como continuidad entre un modo de vida y de estar haciendo cine. ¿En qué consiste, cómo lo podés definir o anticipar?

Es una invitación a conversar sobre procesos que tienen que ver con la creación, pero que exceden al ámbito de la creación o de hacer cine. Invitan a pensar ese hecho como algo más amplio, como como un modo de vida. El propósito es compartir mis experiencias del último tiempo en relación a las cosas que vengo haciendo e invitar a pensar también en conjunto.

-Solamente dos largometrajes, Hoy partido a las 3 y Las mil y una, te ubican como referente del nuevo cine argentino hecho por mujeres. ¿Cómo fueron tus procesos y esas experiencias del último tiempo?

Justamente venía pensando en torno a eso. Se trata de compartir una experiencia donde lo nuevo es la posibilidad de hacer cine colectivamente. El cine es una experiencia muy personal, pero a la vez pasa por habilitarse en el hacer, por poder crear en conjunto con otras personas desde lugares que por lo general no están establecidos como “lugares donde hacer cine”. En mi caso es Corrientes. Ambas películas son el resultado. Con sus condimentos y con sus diferencias en los procesos. Pero en ambos casos parten de una fuerza colectiva muy fuerte. Por ahí este punto de partida puede entusiasmar a otras personas.

-¿Cómo se trabaja colectivamente con la gente que no tiene relación con el cine pero sí con una comunidad y con una forma de vivir?

Hay algo muy interesante para investigar y también para proponer. En ambas películas ocurrió lo mismo: la implicancia de un montón de personas que no estaban ligadas al cine necesariamente, pero que en ese acto de creación en conjunto se involucraban y también podían traer sus experiencias, sus modos de vida, para construir algo más grande.

Muchas veces pienso que el cine se cierra sobre sí mismo porque nos juntamos con las mismas personas que hacen cine, que actúan. Siempre estos procesos, que pueden albergar otro tipo de experiencias y personas que provengan de otros campos, abre mucho a otro tipo de pensamientos y búsquedas. Genera alianzas impensadas de antemano que son muy potentes para la vida y van más allá del cine, porque se producen cruces que de otra manera no ocurrirían. Muchas veces me pregunto si hay algo muy arrebatado en los sectores populares que es esta posibilidad de creación, que no es de una élite solamente.

-Son las formas que encontrás de trabajar con gente que de otra manera no tendría acceso ni siquiera para contar sus historias.

-También hay algo muy cercano a mí en ambas películas. En el caso de Hay partido…, eran mis compañeras del fútbol, de Corrientes y de Chaco, con las que empezamos a trabajar y que actúan en la película. En Las mil y una está mi barrio. Veo allí la posibilidad de una fuga que tuve para poder crear desde estos espacios. Concibo las películas como una invitación de hacer algo más grande, de poder generar esa fuga también con otras personas. Pero siempre desde adentro, no cayendo con esta idea que muchas veces supone el cine de ir como extranjero a un lugar, como un ovni que viene a generar algo ahí diferente, a romper un poco el ritmo cotidiano. Si bien la experiencia de una película supone esa ruptura de un ritmo, encontrar a otro que sea afín potencia a todas las personas que se implican. Cada vez creo más en eso: no me importan tanto las obras en sí, sino los procesos que van a quedar de eso y las experiencias que se generan.

-Impartís talleres y cursos de guion y dirección en distintos países, con distintas audiencias. ¿Este diálogo en DAC tiene puntos de coincidencia con estas experiencias?

Creo que sí, porque hay interrogantes y también problemas ligados a la creación, que siento que siempre se comparten, que están presentes o que atraviesan diálogos y experiencias. Por más que sean en laboratorios de guion o que esté trabajando en otra obra, siempre una tiene sus preocupaciones en torno al cine y a la vida. A la vez, hay algo nuevo que se genera con las personas que vienen al lugar.

-Hay una segunda parte en la frase promocional del encuentro del jueves en DAC: el ritmo como continuidad entre un modo de vida y de estar haciendo cine. ¿En qué consiste ese concepto?

Hay algo en esa noción de ritmo que vengo pensando bastante. Es una forma de interrogarme y de interrogar las cosas que hago, que cada vez pasa más por generar una continuidad. Como si una obra no necesariamente se clausurara ahí, sino que el crear fuera parte de un proceso, una forma de estar haciendo. Inclusive creo que eso te habilita a concebir el error como una parte más del proceso, como una parte más que te lleva a otras búsquedas, a otras derivas, pero que no se interrumpe.

Muchas veces el sistema -este sistema, donde se inscribe el cine- tiende a marcar límites: esta es la obra, esta es la película, acá terminó y si no hacés una gran ópera prima no vas a llegar a tal cosa. En ese sentido se aleja mucho de un proceso que pasa por un ritmo existencial de la persona o el colectivo que está haciendo cine. Siento que hay que dejar de pensar en obras y pensar más bien en procesos, en ritmos.

-Tu cine tiene mucho de esas continuidades, como si formara parte de un recorrido. ¿Lo creés pensado para las mujeres?

No, creo que va mucho más allá. Quizás hay algo que parte de una sensibilidad ligada a la condición de mujer. Pero no siento que sea solamente para mujeres: sería muy tremendo si otras personas no pudieran recibir también este tipo de cine.

-Tus dos largometrajes tienen protagonistas mujeres y abordan temas de mujeres. ¿Encontrás una relación entre tu modo de vivir y de hacer cine? ¿Podrías hacer un cine que no te represente, que no te interpele?

Nooo. Por eso me cuesta mucho hacer cosas por encargo u otras tentaciones que han aparecido en el camino. No me hallo en esa forma porque esta manera de crear las películas que tenemos junto a mis amigas y amigos pasa mucho por estar conviviendo, creando.

Me costaría mucho hacer algo que difiera de eso, que busque una efectividad o que esté pensado necesariamente como un producto. Me interesan más otras averiguaciones que ocurren en este trayecto, y en esas derivas que suceden en esos trayectos. De hecho, la película que estoy haciendo ahora, que ya lleva ocho años (NR.: El príncipe de Nanawa), surgió a partir de un encuentro que tuve mientras hacía una serie. En ese momento no sabía que iba a hacer una película. Creo mucho en esos azares que se dan en los procesos.

Julia Montesoro

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