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Todo el cine y la producción audiovisual argentina en un solo sitio

DIRECCION EJECUTIVA: JULIA MONTESORO

Luciano Podcaminsky estrena «Asfixiados»: «El desafío fue contar la historia de una pareja encerrada en sus conflictos sin perder el humor»

Luciano Podcaminsky es el director de Asfixiados, comedia dramática protagonizada por Leonardo Sbaraglia, Julieta Díaz, Marco Antonio Caponi, Zoe Hochbaum y Sofía Zaga Masri, con la participación especial de Natalia Oreiro, que se estrena el jueves 23 en cines y próximamente en la plataforma Star+.

Se trata de una producción de Orca Films (Gabriel Hochbaum) en coproducción con Kahanoff Films & Arts en asociación con Aleph Cine, centrada en la crisis de una pareja de mediana edad a la que la rutina, los desencuentros y el exacerbado narcicismo misógino de su protagonista transforma en inviable.

Nacho (Sbaraglia) es director de una productora y Lucía (Díaz) es dueña de un restaurante. Ambos solo viven para sus exitosas carreras. Emprenden un viaje breve en un velero como una aparente alternativa para recuperar el diálogo y la pasión. Al mismo se sube otra pareja, libre y desprejuiciada, la contracara de los protagonistas.

Encerrados en sus propias imposibilidades de mirar el luminoso mundo exterior (una alegoría explícita de la película), deberán transitar una situación límite para mirarse a sí mismos nuevamente.

-¿Cuál fue tu motivación inicial para emprender este viaje de Asfixiados?

Mi primer contacto fue a través del productor, Alex Kahanoff, con quien tenemos un vínculo de amistad. Me contó la idea de una pareja encerrada -digamos, asfixiada- dentro de un velero, con ganas de escaparse, pero sin poder hacerlo porque están en un ámbito donde no podés irte como en una casa o en cualquier otro lado. ¡Era una gran premisa!

Decidimos trabajar el guion juntos. La motivación fue tener una historia fuerte, de pareja, de conflictos, con mucho humor también y con cierta presencia de lo teatral.

-La idea inicial de Asfixiados es la crisis de la mediana edad en una pareja burguesa, con los tics propios de época, como pareja abierta, gastronomía gourmet, meditación, alienación digital, con un trabajo muy minucioso y preciso de los diálogos. ¿Qué vivencias y referencias propias encontraste que te permitió enriquecer esa estructura narrativa?

Como referencia visual la base fue Match Point, de Woody Allen, que tiene una trama visual muy clara con un universo propio, que es un club de tenis. En nuestro caso era un velero. Yo quería una estética internacional, con grandes locaciones y un gran cuidado de lo visual. Y al mismo tiempo, que fuese una película argentina.

-¿Dónde pusiste el acento para que se advierta la condición de argentina?

En el personaje de Leo (Nacho). Es muy, muy argentino. Nosotros estamos acostumbrados a ver películas argentinas más de clase media, o que hablan de costumbrismo o de crisis económica. Contamos esas historias (o de desaparecidos también), porque son necesarias y porque es nuestro problema como argentinos.

Pero también existe un montón de argentinos con mucha guita, que se llevan el mundo por delante y a la vez están vacíos por dentro. Que tienen el mismo problema que puede tener un tipo que no tiene un mango porque demuestra un poco que la plata no es lo importante.

-En este caso además una pareja en apariencia perfecta: son bellos y exitosos, aunque en el fondo no tienen nada.

-Claro. Es que no pasa por tener. Sobre todo a esa edad (tengo la misma que Leo, que a la vez es la del personaje). Llega un punto que uno se plantea si le gusta lo que está haciendo o está metido en eso porque ya no puede salir.

Sumado a eso la película agrega referencias muy actuales acerca de las parejas cerradas y asfixiadas. Del hombre que no deja hacer a la mujer lo que quiere (en este caso, irse a Italia o hacer lo que se le cante), de su condición de manejador, un símbolo de la conducta de muchos que hoy se pone en cuestionamiento.

-El encierro dentro de un barco y los diálogos cercanos torna a Asfixiados como una obra de cámara, aunque como contrapartida haya planos abiertos de atardeceres, playas o del río. ¿Se puede interpretar como una alegoría de personas encerradas en sí mismas, especialmente en el papel de Sbaraglia?

Es bueno que haya todo tipo de interpretación. Y que como toda obra de arte -no lo digo en términos de que la película lo sea, sino que el cine es un arte-, cada espectador pueda interpretarla a su manera.

Sí, los personajes están asfixiados en sí mismos. Trabajo hace muchos años especialmente en el mundo publicitario, y armé el personaje de Nacho junto con Alex sobre personajes reales que conocemos. Hay muchas frases que hemos escuchado miles de veces. Armamos la historia sobre la base de cinco, seis personajes que conocemos que son muy cliché. ¡El mundo de la producción es muy cliché también! Por eso nos reíamos mucho durante la producción.

Asfixiados tiene además una característica poco abordada (para usar un término náutico) y es que está filmada dentro de un barco. ¿Cómo fue el trabajo en ese contexto?

Estuvimos diez días arriba del barco, durante la primera etapa de la filmación. Fue una locura. Tuve que aprender a que no teníamos el control: lo tenía al mar. Salíamos cuando se podía, no cuando queríamos. Había que preguntarle el pronóstico al mar, a ver si nos permitía trabajar (Risas). Lo mismo ocurría con los distintos ángulos de cámara: muchos no eran perfectos, pero no había otra oportunidad de dar vuelta al barco, ya sea por tiempo, por marea o por viento. Pedro, el dueño del barco (que además fue el doble de Leo en los planos generales y que manejaba el barco) nos decía qué no podíamos hacer.

Fue muy exigente y complicado además: por el ámbito mínimo en que trabajamos, hubo que seleccionar un número determinado personas –alrededor de veinte- cuando en un set normalmente hay unas cien. Fue fundamental la buena energía de todos.

Ya en la segunda etapa construimos el mismo barco en un set, para poder filmar la tormenta y las escenas nocturnas. Es la primera película argentina o latinoamericana que usó la técnica de pantallas led de fondo, en vez de BigScreen.

-¿Esperabas estar a merced del barco?

Hice un storyboard completo de la película. ¡Tengo un libro enorme que está buenísimo! Pero en el rodaje me tuve que adaptar a las posibilidades reales: a veces se iba la luz, o había que pensar escenas en un plano en lugar de tres, o dependíamos de la hora de regreso del barco.

-Después de una ópera prima, ¿quedaste vacío de energías? O por el contrario, inmediatamente pensás en tu segundo proyecto.

Vacío no. Proyectos siempre hay. Tengo uno escrito hace diez años que estoy reelaborando. Y otro con un grupo de amigos. Seguramente el año que viene voy a volver a filmar.

-Ahora que viste la película en pantalla grande, ¿cuál creés que fue tu desafío principal en Asfixiados?

El más importante fue tomar un proyecto inicialmente de otro y transformarlo en propio. Ponerle mi onda, mi estilo, mi humor, mi impronta.

Antes de exhibirla en una sala con público la vi 500 veces, detalle por detalle, y siempre le encontré algo para modificar. Recién pude disfrutarla como público la noche del preestreno. Y me gustó. El desafío, ahora, es compartir esa sensación con el público.

Julia Montesoro

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