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DIRECCION EJECUTIVA: JULIA MONTESORO

Luciano Cáceres estrena «El nido», rodada en Italia durante el confinamiento: «Era una película de horror psicológico y se convirtió casi en un documental»

Luciano Cáceres protagoniza El nido, coproducción ítalo-argentina dirigida por Mattia Temponi, que se estrena el jueves 26 en el Cine Gaumont y en salas de la ciudad y la provincia de Buenos Aires, Rosario, Córdoba, Mendoza y Salta.

El rodaje de El nido, anticipado en forma exclusiva por GPS Audiovisual, se llevó a cabo en el segundo semestre de 2020, durante los meses más duros del confinamiento por el Covid-19. Cáceres fue el primer actor argentino que encaró un proyecto europeo cuando recién comenzaban a reabrirse los aeropuertos internacionales.

El nido es una película de terror psicológico, en la que una chica de dieciocho años (Blu Yoshimi, la coprotagonista), proveniente de una familia de clase alta y un voluntario de mediana edad (Cáceres) quedan encerrados juntos en un refugio durante una cuarentena mientras afuera un brote viral convierte a las personas en bestias salvajes e irracionales.

Se trata de una producción de Alba Produzioni para Italia y 3C Films Group de Argentina, en colaboración con MIBACT, Lazio International y el apoyo del programa Ibermedia, cuyo rodaje demandó cinco semanas y se llevó a cabo en el estudio de sonido de Videa Studios, de Roma.

A su regreso de la experiencia europea, Luciano Cáceres fue entrevistado por GPS Audiovisual. Se reproducen fragmentos de esa entrevista, publicada en noviembre de 2020.

-Filmar el confinamiento en un marco de confinamiento no debe haber sido una sensación cómoda.

El Nido estaba dentro del género del horror psicológico. Pero en el momento del rodaje se convirtió en otra cosa y rozó lo documental. La película fue muy visionaria. El autor y director Mattia Temponi me escribió hace cinco años para hablar del proyecto. Recibí el guion en mayo de 2019, un año antes de la pandemia. En este contexto, ser actor y estar trabajando me hace sentir un privilegiado. Tiene que ver con el esfuerzo de los productores argentinos, Juan Crespo y Gastón Gallo, quienes pese a la pandemia llevaron adelante el proyecto.

-¿En qué consiste el proyecto, ya que estamos?

Este Nido es un lugar ideado para pasar una cuarentena. Como si fuera un mercado, la marca El Nido es un espacio hotelero que empieza a generar espacios para que pases tu cuarentena adentro con todas tus necesidades resueltas.

-El libro lo leíste antes de la pandemia. ¿Qué significó filmarlo durante la cuarentena?

El estudio en sí, ubicado en las afueras de Roma, parecía de ciencia ficción. Cada vez que entraba, veía a todos envueltos, con barbijos, sin contacto físico, controlando la temperatura. Una vez que pasaba eso, ya en el galpón, entraba al decorado, que era ese nido. La experiencia fue estar en una película dentro de la película. Cumplieron muy a conciencia, después de tres meses sin poder trabajar. Fueron muy exigentes.

-¡Cuánto de la realidad se coló en esta película!

¡Todo! Antes, un barbijo parecía un disfraz. Ahora estamos todos acostumbrados. Antes, los guantes de látex eran para un especialista. Ahora todos nos ponemos guantes. Las situaciones se naturalizaron. Obviamente esta historia -un virus que vuelve loca a la gente, que empieza a fagocitarse a otra gente-, es más extrema. Pero aun siendo tan extrema, el vínculo con la realidad es inevitable.

-¿Cómo surgió la posibilidad de trabajar en Italia?

Ya había hecho una serie para Italia hace diez años: la versión de Sin tetas no hay paraíso, además de una película con Lola Ponce. Cuando empezaron a buscar actores hispanoparlantes (había un intento de hacerla en español para ampliar el mercado italiano), empezaron a ver las plataformas y tanto el director tutor (un rol que asignan para quienes dirigen su ópera prima) como el director me conocían. A eso se sumó que en la coproducción participa Gustavo Corrado. Me eligieron –entre otros tres candidatos- a la distancia, vía zoom.

-¿Cuánto tiempo estuviste?

Seis semanas y media: viajé el 1 de septiembre y volví a mediados de octubre. En el momento en que fui habían pocos casos. En octubre empezó el rebrote: había restricciones en las salidas nocturnas, era obligatorio el uso de barbijo porque empezó el rebrote, bajaron los horarios de atención. Después de que me fui se decretó el toque de queda.

-¿Pensaste que peligraba el viaje?

Todo el tiempo. El proyecto inicial era en marzo. Tenía que volver de Mar del Plata y viajar. Pero se canceló, se empezó a demorar y pareció que se caía. Cuando autorizaron a viajar en Italia, acá no me dejaban salir. Conseguir el permiso de trabajo fue muy burocrático. En el Consulado Italiano en Buenos Aires fueron muy atentos y me facilitaron el trámite. Me autorizaron a viajar el lunes y el martes me subí al avión.

-¿Dudabas?

¡En ningún momento! Estuve los cinco meses cuidándome mucho.

-Conociste una ciudad en un momento de confinamiento. ¿Qué descubriste de Roma vacía?

Es una hermosa ciudad. Pero de otro mundo: sin turistas ni colas. Había estado cuando se estrenó Gato negro, unos días antes del Festival Internacional de Milán, donde gané el premio al mejor actor (N.R.: 2015). Pero esta vez fue todo diferente.

-¿Hubo escenas de contacto físico?

Sí. Teníamos todo el miedo, pero pasamos por muchos testeos. En las siete semanas que estuve me hicieron nueve hisopados y diez análisis de la gotita de sangre. Permanentemente tomaban la temperatura. Había una persona en el estudio solo para hacerse responsable de que todos estuvieran con barbijo o máscaras.

Julia Montesoro

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