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DIRECCION EJECUTIVA: JULIA MONTESORO

Mariano Biasín ganó el Sebastiane Latino por «Sublime»: «El conflicto no es la atracción sexual sino en que se pone en juego la amistad»

Mariano Biasín ganó días atrás el premio Sebastiane Latino que otorga un jurado compuesto por integrantes de Gehitu, la Asociación de Gais, Lesbianas, Trans, Bisexuales e Intersexuales del País Vasco, por ser la película latinoamericana de 2022 que mejor representa la diversidad sexual y de género. 

Sublime, que se estrenará comercialmente en noviembre próximo, competirá en la sección Horizontes Latinos del Festival de San Sebastián, que comienza el 16 de septiembre. Se trata de una producción de Tarea Fina (Juan Pablo Miller), con un elenco juvenil integrado por Martin Miller, Teo Inama Chiabrando, Joaquin Arana, Facundo Trotonda y Azul Mazzeo, acompañados por Pedro González, Agustina Midolo, Candela de Carli, Emma Subiela, Jorge Sesán, Carolina Tejeda, Marcelo Subiotto y Javier Drolas.

-¿De qué trata Sublime?

Es la historia de un chico que vive en un pueblo en la costa y que tiene un grupo de muy buenos amigos. En medio de su día a día, en el cual todo parece estar bajo cierto control y sin ningún sobresalto, descubre que le empieza a sentirse atraído por uno de sus amigos. Ahí aparece el componente LGBT, que está en el centro de ebullición del personaje. Pero no es el único sostén de la historia, porque está muy presente el concepto de amistad, de familia, de la música.

-¿Qué te indujo a abordar esta temática?

Me interesaba hacer una película sobre despertares. Con historias de personajes jóvenes que despiertan, que están creciendo. Eso que se llama el coming of age. De alguna forma, continuando la línea del corto El inicio de Fabrizio, que tuvo una repercusión inesperada, abrió un montón de puertas y me dio fuerzas para creer que podía convertirme en alguien que algún día podía dirigir una película, algo que ansiaba desde muy chiquito.

-Llegaste a la dirección después de dos décadas de trayectoria en distintos roles. ¿Qué te decidió?

Al convertirme en asistente de dirección, con bastante actividad y trayectoria, fui postergando la idea de dirigir. El cortometraje fue una buena prueba: me fue bien, me gustó hacerlo, sentimos que funcionaba la mirada que podía implementar sobre esa etapa de la vida. Eso me decidió a lanzarme a mi primera película, con Juampa Miller. No es la versión larga de aquel corto, pero está en esas coordenadas.

-¿Por qué no antes?

Siempre lo supe. Pero había razones para postergarlo, como sentir que faltaba prepararme más. Le tomé mucho respeto al lugar del director. Justamente, por ser la persona que está al lado de ese rol durante mucho tiempo. Como asistente viví muchas cosas, graciosas o dramáticas, que sirvieron como aprendizaje.

-¿Cómo llegaste a Sublime y qué otros proyectos daban vueltas por tu cabeza?

Tuve un par de tropezones antes (Risas). Como espectador me gustan las películas de misterio, sobre cuestiones que no tienen explicación científica. En la Argentina no se aborda tanto esta temática. Cuando empecé a pensar en una historia para un largometraje, exploré algunas leyendas patagónicas. Había trabajado bastante. Pero en el momento en que desarrollé el guion se estrenó la serie alemana Dark, con una temática parecida. No me pareció oportuno seguir en esa linea.

Después empecé a desarrollar una adaptación de textos de Armando Tejada Gómez, pero tuve algunos conflictos para obtener los derechos. Me quedé tambaleando un poco. Hasta que apareció la idea de aplicar lo hecho en el cortometraje.

-El componente LGBT es uno de los ejes del relato. ¿Qué tipo de tratamiento quisiste darle?

El conflicto no está en cómo se siente el personaje con respecto a su sexualidad, como ocurre en muchas películas de este género de los últimos años. Está puesto en que se pone en riesgo la amistad a partir de esta atracción nueva. Tiene más que ver con el tipo de vínculo y con las reglas de la amistad.

-Un detalle no menor de Sublime es que casi todos los roles principales están interpretados por adolescentes. Un desafío para un realizador y sobre todo, en su primera película. ¿Cómo fue el abordaje actoral con ellos?

Fue un proceso complejo. Por un lado porque estuvo cruzado por la pandemia y porque la idea era armar un casting amplio. No ir a buscar a los cuatro o cinco actores de más trayectoria sino expandir. María Laura Berch ayudó a buscar a las personas adecuadas. Su mirada fue super sensible y me enseñó a mirar mi propia historia.

Una vez elegidas, esas personas empezaron a formar esa amistad que vemos en la película desde el primer día de nuestras reuniones para ensayar. Era un grupo de adolescentes sentados en ronda conmigo en el medio. Cuando yo me callaba, todos agachaban la cabeza para ver el teléfono y no volaba una mosca.

-¿Cómo llegaste a los protagonistas?

Fueron ganando batallas. Y se terminé decantando con el tiempo. La historia intenta ser verdadera en cuanto a la edad. El desafío era no tener un actor de 22 años haciendo de un chico de 16. Al comienzo no tuve en cuenta a Martín Miller porque era muy chico. Un montón de seleccionados tenían en su momento la edad correcta, pero un año y medio después esos crecimientos fueron incontrolables.

Al otro (NR. Teo Inama Chiabriando) lo conocía porque había trabajado conmigo como asistente. Era más chico pero se ofreció. Vino sin mayor expectativa, pero en las improvisaciones aparecieron cosas muy interesantes. Además se estableció un buen vínculo entre los dos.

-¿Qué influencias recibiste de los directores con los que trabajaste?

Siento que hay una mirada bastante propia. En la manera de narrar me encuentro a mí mismo. Pero en el camino aprendí de Paula Hernández, Gaspar Scheuer, Leandro Mark y Nicolás Silbert, Pablo Giorgelli. 

-Al ver la película terminada y además -cosa rara en estos últimos dos años-, en pantalla grande, ¿qué encontraste?

Que finalmente se había convertido en una obra terminada. El proceso fue tan frondoso y estuve tan involucrado en todas las etapas, que ver que todo eso se convirtió en una única materia me emocionó mucho.

Julia Montesoro

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