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DIRECCION EJECUTIVA: JULIA MONTESORO

Gustavo Fontán estará a cargo del Taller de Proyectos Documentales de DAC: «Las fronteras son clasificaciones ajenas a los relatos»

Gustavo Fontán estará a cargo del Taller de Desarrollo de Proyectos Documentales que se llevarán a cabo todos los viernes de junio en modo virtual, abierto a todo el público y sin costo alguno, a través del Centro de Especialización Profesional de DAC. Las inscripciones se realizan hasta el 15 de mayo a cultura@dac.org.ar.

Fontán en febrero último estrenó su nueva película, El piso del viento, codirigida junto a la escritora Gloria Peirano y lanzó su nuevo libro, Maraña, en cuyas páginas elabora una serie de ideas en torno a la labor del cineasta.

-En 2021 estuviste a cargo de un taller de proyectos documentales similar a éste. ¿Percibiste allí algunos temas en común?

No tengo claro las particularidades de los proyectos actuales, pero entiendo que éste un momento de preocupación. Hay temas que entran en agenda -como las cuestiones de género-, que necesitan ser dichas: suele haber muchos proyectos con esas características. Y teniendo en cuenta que se presentaron 130 postulaciones, me parece que hay algo que tiene que ver con una rebeldía profunda. Rebeldía en cuanto a qué y cómo se narra, y a cómo salimos de los formatos hegemónicos. Siento que la mayoría tiene esa rebeldía en su origen, y eso es alentador: se busca hablar de otra manera.

-El documental adquiere nuevas formas.

Una de las primeras consultas que recibí fue si se podía presentar un proyecto semidocumental. Cada vez hay más tendencia a entender que las fronteras son clasificaciones ajenas a los relatos. Las narrativas de lo real pueden disponer de recursos múltiples y variados y tiene que surgir de los materiales, no de imposiciones ajenas externas. El documental es un terreno fértil.

-¿La pandemia influye en el abordaje de los temas?

Hubo un estado de introspección mayor: necesariamente quedamos tocades. Y no tenemos claro lo que nos pasa. Hay sensaciones encontradas: sentimos felicidad de estar en el aula pero abombados por los estímulos. Tuve dos alumnas con situaciones de pánico. Cuando salgamos va a ser interesante pensar cómo será ese nuevo momento y cómo se va a narrar. La pandemia alteró la percepción: eso, de algún modo entrará en los relatos.

-Una característica de este Taller de desarrollo de proyectos documentales que estará a tu cargo a partir de junio es “no hay temario sino necesidades de los proyectos”, según la información. ¿Esto significa que los alumnos interactúan y comparten sus inquietudes y sus iniciativas?

Claro. Por las características del taller hubo que hacer una selección, porque se incluye una clínica. Entre los postulados elegimos nueve: me gusta pensar los problemas del documental desde las escrituras concretas. Cada escritura plantea sus necesidades propias y nos pone ante problemas diferentes. Y esos problemas se abordan de distintas maneras. Cuando decimos que se teoriza en función de las necesidades de los proyectos es porque hacemos una clínica de los mismos, conversamos sobre ellas, planteamos cuestiones teóricas pero desde adentro de los proyectos.

-La información también menciona que se piensa la teoría como herramienta de la escritura.

Eso lo tiene claro el documental mucho más que la ficción. Hay una cuestión impositiva en el formato hegemónico y esa imposición hace que muchas veces lo escrito se someta a la estructura, cuando la estructura no siempre es lo más eficaz para contar. Cada proyecto necesita cosas diferentes. Los problemas no tienen una única solución. Uno puede teorizar posibilidades, pero a veces sirven para un proyecto pero no para otro. Esto es lo rico porque si no, tiramos un librito y aplicamos la formula.

-¿Los que egresan del taller saben por qué camino ir?

Una de las claves de la escritura es que define cosas y abre el camino. No es lo que pienso sino lo que escribo. El lugar donde defino algo, donde encuentro lo que interesa. Yo insisto que escriban. Cuando escribo necesito cierto rigor sobre lo que estoy pensando para formularlo. En la palabra encuentro mis propias contradicciones, aquello que no pensé todavía. Entonces la apuesta es la escritura. Ellos tienen que entregar un escrito en el cual leemos. Y el camino no es lo que cuentan sino lo que escribieron.

-¿De qué hablamos cuando hablamos de escritura? ¿El documental necesita un guion?

Es una visión errónea. Es cierto que no hay un guion, como no lo hay en la ficción tradicional. Lo que entendemos por guion es el mapa que habilita una película y no otra, el lugar desde donde defino un conjunto de decisiones. Sobre un tema se pueden hacer millones de películas diferentes, con abordajes y miradas diferentes. Eso que entendemos por guion tiene características singulares: lo que se escribe es la posición frente a lo que voy a mirar. Cómo pienso dialogar, con qué recursos poéticos y narrativos cuento, desde qué decisiones estructurales. Es esa toma de posición que traza un camino abierto a dialogar con lo real y contempla la necesidad del descubrimiento. La escritura es el lugar donde me paro para ver cuáles son los hallazgos que me interesan. Si solo fuera salir a filmar, sería un registro y no una película.

-El taller se llevará a cabo de modo virtual. ¿Qué los motivo a tomar esa determinación?

Que puede ser más federal. Si lo hacemos estrictamente presencial tienen facilidades quienes van a Buenos Aires.

-¿Siguen vinculados los postulantes al taller si quieren continuar con el desarrollo del proyecto?

Siempre estamos atentos a que me consulten después. Desde la DAC intentamos hacer un relevamiento de quienes están consultando, en que quedaron sus proyectos, si necesitan asistencia.

Julia Montesoro

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