El 14 de mayo –hace un mes- la Asociación de Directorxs de Cine PCI presentó la Sala de Cine Virtual del Programa Puentes de Cine. Accediendo a https://play.puentesdecine.com.ar/, semanalmente se programan estrenos exclusivos y charlas virtuales. También están previstos ciclos gratuitos (del 18 al 22 de mayo se realizó Nuevas miradas sobre lo trans en el cine reciente).
El presidente de PCI, Benjamín Avila, dialogó con GPS audiovisual acerca de cómo fue creciendo esta iniciativa al cabo de los primeros 30 días, hasta alcanzar las 15 mil membresías.
-El 14 de mayo –hace un mes- se lanzó la Sala de Cine Virtual, a través del programa Puentes de Cine, de la Asociación de Directores de Cine PCI. ¿Cómo surgió la idea?
El año pasado lanzamos un programa de apoyo a lanzamientos de películas, un trabajo coordinado con la Asociación de Cine Independiente de Francia (ACID), que hace 20 años viene trabajando sobre ese tema, construyendo formación de público en distintos lugares, espacios, comunidades. Se trata de apoyo de logística y comunicación, para que puedan tener otra llegada y penetración en el público.
Con esa experiencia, desde el primer día de la pandemia armamos el ciclo Cuarentena de Películas, mostrando una obra de algún director/directora de la asociación, y cada día hicimos un vivo en nuestras redes sociales. Pusimos una especie de membresía en la página, para tener un registro de la gente que entraba: en un mes llegamos a diez mil. Nos llamó la atención el volumen de gente interesada por lo que estábamos proponiendo. Entonces, pensando que la pandemia iba a seguir mucho tiempo y que las salas iban a seguir cerradas, se nos ocurrió crear nuestra propia sala de cine virtual. No solo para mostrar las películas de los directores de nuestra asociación, sino otras nuevas.
-¿Cómo funciona la sala virtual?
Tiene una modalidad diferente a una plataforma: es como una sala de cine, donde accedés al sitio (www.puentesdecine.com) y encontrás toda la programación. En el curso del mes llegamos a las 15 mil membresías: todos accedieron al menos una vez para ver las películas. Hubo casos como Que sea ley que tuvo 5 mil visualizaciones en un día. Es un volumen muy grande, si se tiene en cuenta que veníamos de un promedio de 800 personas semanales en el Gaumont. La entrada cuesta 160 pesos, de los cuales el 80 por ciento del ticket va al productor o al distribuidor.
-¿Qué objetivos se plantearon?
-El mundo digital nos dio la posibilidad de acceder a este tipo de público, pero ese mismo mundo fue socavando lentamente la posibilidad de tener continuidad en las salas. Las películas ahora están en DCP y duran una, dos semanas en cartel. En la época del fílmico (no hace mucho), era distinto. Cuando estrené Infancia clandestina (NR: 2011) había una sola copia digital y las demás estaban en 35mm. En ese momento, la película de (Juan) Campanella (NR. El secreto de sus ojos, 2009) había sido un estreno descomunal, con 190 copias. Actualmente hablamos de estrenos de 740 copias (los tanques) para las 920 salas que hay en todo el país. ¡En un fin de semana, el 85 por ciento de las salas son para una sola película!
Tenemos números concretos que muestran que hay interés por ver más cine argentino y artístico. Un público real, genuino, que no tiene tiempo para llegar a la sala porque baja de cartel antes. Por eso es necesario construir un espacio para poder llegar a ese público.
-¿Cómo se arma la programación?
A partir de nuestros propios contactos –realizadores o productores- buscamos películas que no llegaron a la Argentina y que vimos en los últimos dos años en festivales. En cuanto a las películas nacionales, acabamos de terminar una convocatoria y seleccionamos cuatro películas para futuros estrenos.
Además, a cada una tratamos de darle otro tipo de contenido que contribuya, como las charlas en vivo o las performances.
-¿Cuál es el criterio de selección?
Estamos tratando de generar nuestra propia identidad en la programación. Hay diversidad de películas, aunque no tiene que ver con la temática o el estilo artístico. PCI está integrada por 120 directores, somos muy eclécticos.
Como dice el eslógan, hay diferentes miradas y una sola visión.
-Al cabo de este mes, ¿qué balance hacen de esta iniciativa?
-El balance es favorable y seguimos experimentando. El mundo virtual es nuevo para todos. Por eso estamos tratando de entender cómo llegar al público y cómo construir espacios. Un mes antes no lo hubiéramos pensado. También es una experiencia interesante para generar otro tipo de políticas y de apoyo a un tipo de cine que no se llega a ver, como el latinoamericano.
-¿Qué perspectiva tiene la sala de cine virtual cuando vuelva el público a las salas?
Estamos en la etapa 2. Y esa es la 3. Queremos continuar con la sala programando las películas que no tienen distribución habitual, que no lleguen al país. Por otro lado creemos en la posibilidad de sectorizarlo geográficamente. Hacer una sala para que puedan acceder aquellas regiones que no tienen cines. Al productor le ofrecemos una sala más y la posibilidad de llegar a nuevos públicos.
Julia Montesoro