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Todo el cine y la producción audiovisual argentina en un solo sitio

DIRECCION EJECUTIVA: JULIA MONTESORO

Christian Remoli y Juan Baldana dirigieron «Raúl»: «Descubrir otro Alfonsín fue una grata sorpresa»

El lunes 9 de diciembre se estrena comercialmente Raúl (La democracia desde adentro), documental de Juan Baldana y Christian Rémoli, que tiene un circuito de exhibición atípico: la película se está presentando en funciones especiales, tanto en salas de multicines como en ciudades de distintos puntos del país.

El sentido de esta película necesaria es resignificar la trayectoria política de Raúl Alfonsín, constituyéndolo como una de las grandes personalidades de la vida política del país, a través de una serie de secuencias documentalesy testimonios actuales que lo muestran como un hombre preocupado por las instituciones y por la consolidación del estado de bienestar antes que por los privilegios y compromisos partidarios.

También se recuperan archivos fílmicos que lo destacan como un progresista en tiempos peligrosos, lo que le vale proscripciones y cárcel. Y un orador firme y enérgico, capaz de rebatir ideas –a veces, modificando el discurso sobre la marcha- sin importarle la investidura del interlocutor, el sentido de la oportunidad o el marco donde se desarrollaba.

Sus realizadores, Christian Remoli  y Juan Baldana, dialogaron con GPS audiovisual acerca de este trabajo apasionante y fundacional, que abre nuevas líneas de reflexión acerca de cómo se constituye un liderazgo democrático en momentos en que la democracia está en peligro.

-¿Cuál fue el primer indicador que los llevó a pensar en un documental sobre Raúl Alfonsín?

CR: No hubo un indicador preciso. Lo sigo desde que tengo 8 años, más o menos. Al primer acto de mi vida fui sin saber quién era Alfonsín, ni qué era el radicalismo o la política. Fue en el club Los Indios de Junín. Había mucha gente. Cuando Alfonsín redondeó el discurso, al lado mío dos personas de unos 70 años se largaron a llorar. Eso me impactó mucho. Después -de adolescente y de adulto- lo empecé a seguir muy de cerca. Y resignifiqué ese llanto, de dos personas que habían atravesado todo el siglo y se ponían en ese estado de emoción en el 83. Cuando vine a Buenos Aires iba a los actos, a las charlas en las universidades. Y aunque siempre generé contenidos de deportes, cuando se dio la posibilidad de escribir (2016, 2017), arranqué. Es una figura con la que venía conviviendo. Lo tenía presente.

JB: El documental es una idea de Christian, que venía estudiando a Alfonsín desde su adolescencia. Me propuso ser el codirector, y en principio me sorprendió porque mis películas previas habían sido generadas por mí. Le pedí tiempo para analizarlo. Pero comencé a investigarlo y… ¡me abrumó! Sus ideas, su personalidad, su conducción. Decidí entrar al proyecto. A partir de ahí, lo trabajamos juntos minuto a minuto.

-¿Cómo se dividieron los roles?

CR: Hice la investigación y el guion de rodaje. Me dediqué más a lo periodístico, y Juan a la composición estética del docu, que es el arte urbano: las intervenciones en la calle, las pintadas, los stencils, el mural.

JB: Fue mancomunado naturalmente. Christian tuvo la carga de la ideología: fue quien hizo las entrevistas y quien tuvo la investigación política como arma principal. Yo, al ser director audiovisual, comencé a imaginarme la estética, a buscar por dónde encontrar un camino que llevara a las entrevistas y al archivo a un ritmo y una estructura que fuera genuina, original, que no aburriera, que tuviera dinámica.

-¿Con qué elementos contaron al inicio de la búsqueda? ¿Qué querían contar?

CR: Quisimos contar cuestiones de la figura de Alfonsín que no estuviesen reveladas. Al principio pensamos que el documental se extendería hasta los últimos días. Después nos dimos cuenta de que era imposible, por una cuestión de tiempo y por la cantidad de cosas que fueron apareciendo en la investigación. Quisimos contar una mirada intima, un poco como dice el título del documental, de las cuestiones urgentes. Nos dimos cuenta de que para eso era fundamental buscar al Alfonsín menos conocido: el anterior al 83. Empezamos a leer y a hablar con los amigos que habían atravesado su vida: los de Chascomús y los militantes que lo conocieron a mediados de los 60. Y los hijos de los amigos, que fueron muy importantes.

JB: Hubo varias puntas que aparecieron, más allá de la investigación. La familia de Alfonsín brindó muchísimo material. Canal 9 también. Se pidió material inédito a través de facebook y eso funcionó: así logramos imágenes desconocidas, como una filmación en super 8 de la asunción, con la Plaza de Mayo colmada. También hicimos búsquedas fotográficas de cada entrevistado.

-¿Cómo fue el proceso de recopilación del material audiovisual de archivo y las entrevistas? ¿Cuánto tiempo llevó, y en qué circunstancia decidieron que se terminaba la búsqueda?

CR: Nosotros le llevamos a Ricardo (Alfonsín hijo) la propuesta de hacer el trabajo, a ver que le parecía. Con una enorme generosidad nos dijo que estaban empezando a digitalizar el archivo de su padre, y nos abrió las puertas de ese archivo. Ver un Alfonsín más simple y familiar, el padre de seis hijos, el abogado del pueblo, fue fundamental. Después hicimos un modelo de coproducción con Canal 9, que nos aportó el noticiero de los 80, un archivo muy valioso. En el Archivo General de la Nación -un lugar ninguneado donde se labura muy bien- aparecieron cosas muy valiosas, como en el Museo del Cine. No hubo un dead line para los archivos. A medida que aparecían nuevas cuestiones o ejes, salíamos a apoyarlas con archivos. Las entrevistas las habremos hecho en un mes y medio o dos.

JB: Es muy difícil construir todo en una película -más allá de que tiene una duración de 155 minutos-, entendiendo al personaje que se está abordando. Primero lo editamos como una serie de cuatro capítulos. Teníamos esa red de que: algunas cosas que no entraban en la película sabíamos que iban a estar en la serie. Demoramos algo más de veinte días en ordenar, y dos meses de edición. Nos costó el montaje. Pero el que se quede con ganas de más va a tener la oportunidad de la serie.

-En el documental los sucesos se van contando a través de sus propios protagonistas y el material de archivo, como si no hubiera un guion. ¿Qué episodios quedaron excluidos por falta del soporte que lo contara?

CR: No tiene voz en off, pero tiene un guion armado de acuerdo a los testimonios, a lo que nosotros creemos que es la verdad histórica de estos acontecimientos. Quedaron afuera muchos ejes: políticas de estado como la paz con Chile, la creación del Mercosur, el divorcio, la patria potestad compartida, la ley sindical. Son cuestiones de estado que le cambiaron la vida a mucha gente. También quedaron afuera cosas de la campaña.

-¿La decisión de contar la historia en segmentos temáticos (Reagan, Semana Santa, Tablada, el Pacto de Olivos) estaba desde el comienzo?

CR: Sí, estaba pensado así desde el principio. En parte, la forma de encarar esas cuestiones fue producto de las circunstancias. Pero también se explican fundamentalmente en lo que fue Alfonsín como cuadro político antes del 82. Por eso el guion tiene esa suerte de ida y vuelta entre una cosa y otra.

JB: Había una serie de preguntas pautadas para cada entrevistado de acuerdo a la temática que se abordaba, teniendo en cuenta en cuál había sido protagonista. Como La Tablada, Reagan o la Iglesia. Más allá de las preguntas genéricas. Las estructuras eslabonadas estaban bien claras. De todos modos siempre aparecía alguna perlita, por eso las entrevistas tampoco eran rígidas. Había una guía en la cual uno se imaginaba que se llevaba lo que quería de ese entrevistado, pero también estábamos con las antenas puestas. Así sucedió cuando le hicimos escuchar a los excarapintadas (Gustavo)Breide Obeid, (Enrique) Venturino y (Aldo) Rico el discurso de Semana Santa de la provincia de Córdoba. Ellos estaban convencidos de que fue después, y nosotros les demostramos que fue antes.

-¿Qué elementos (materiales o testimoniales) que no esperaban aparecieron, y en qué medida modificaron el relato inicial?

CR: Algunas cosas fueron sorprendentes, como el Alfonsín más encendido de fines de los 60. Nunca lo habíamos escuchar tan abiertamente de revolución, de violencia de arriba y violencia de abajo, de oligarquía, de nacionalizar la banca extranjera. Una de las cuestiones fundamentales que observamos es que fue muy honesto consigo mismo. También hubo temas sobre Semana Santa, o La Tablada, que no conocíamos. Por ejemplo, que (Arturo) Frondizi -contado por algunos de los carapintadas- haya complotado contra Alfonsín durante los sucesos de abril del 87 nos pareció sorprendente.

-Hay un material audiovisual no conocido sobre sus primeros pasos en la militancia política (una reunión clandestina en Lobos, el 73, la confrontación con Rucci, los días previos al golpe de Estado): ¿contaban con ello a priori? ¿Sabían que existía? ¿Cómo accedieron?

CR: Esos discursos fueron apareciendo. Una cosa es conocer el pensamiento y otra cosa es escucharlo y verlo. Es muy potente encontrar imágenes con Mario Amaya (militante radical desaparecido y asesinado) sentado muy cerca, o con banderas de la Juventud Revolucionaria Radical.

-¿Antes de filmar tenían la imagen de Alfonsín como estadista garante de la democracia, confrontando con los poderes y las corporaciones (el neoliberalismo, los militares, el campo), o lo redescubrieron a partir de la búsqueda de material?

CR: Desde el momento en que me decidí a hacer un documental de un expresidente me pregunté todo el tiempo quién es, de quién estamos hablando. Y una de las conclusiones es que fue una persona franca. Teníamos como una obligación de hacer un documental franco de un hombre franco. En línea con eso vi su enorme carisma, su calidez, algo que fue su capital político más importante. Lo percibí en aquel primer discurso, y en todas las entrevistas que hicimos muchos años más tarde. Fui así en el trato mano a mano, en un comité para cien personas o en la 9 de Julio para un millón. Eso, sumado a que fue un cuadro político con una formación ideológica teórica muy fuerte, con convicciones muy fuertes, armaron mi combo de lo que fue Alfonsín.

JB: No soy ni radical ni alfonsinista, si bien tenía un panorama de lo que era desde sus comienzos. Pero fue sorprenderme encontrar una persona con una fuerte convicción propia. Redescubrí su coqueteo -o su lazo- con los partidos de izquierda, su encuentro con (Agustín) Tosco ante un pedido de Julio Santucho, en el que le ofrecen integrar la dupla presidencial. Hubo un encuentro en Roma y Santucho estaba complacido con ese encuentro. Ese es el Alfonsín que quizás hoy muchos no conocen. También pasaba que los sectores de derecha lo tildaban de izquierda y viceversa. A mi juicio, en el descubrimiento de su postura, tenía que ver más con la izquierda que con el centro. Pero siempre dentro de una atmósfera de democracia que lo mantenía lejos de la derecha, que encarna hoy el radicalismo de la mano del macrismo.

-¿Qué aprendieron o comprendieron sobre la vida sociopolítica argentina a partir de ver el documental terminado, que antes desconocían?

CR: Entendí por qué Alfonsín es el cuadro político más importante de los últimos 70 años en la Argentina. No existe alguien liceísta como él que se haya decidido por la democracia. Además, con compañeros del Liceo Militar como (Leopoldo) Galtieri, (Elbio) Anaya, (Jorge Rafael) Videla, (Albano) Harguindeuy. Que haya sido militante de su partido siendo jovencito, presidente del comité de Chascomús, concejal, diputado dos veces, presidente del Comité de Provincia, rupturista formando el movimiento Renovación y Cambio. No conozco otra persona a la cual Tosco le haya ofrecido ir en la fórmula presidencial como presidente. Tampoco un político con su compromiso en la Asamblea Permanente por los Derechos Humanos, inclusive habiendo sido perseguido por la Triple A. Eso habla del coraje, como habla del coraje haber presentado hábeas corpus representando a desaparecidos o a presos a cargo del Poder Ejecutivo Nacional durante la dictadura que estaban en la vereda de enfrente. Me consta que dejaba hábeas corpus firmados en blanco para que los abogados lo presenten en nombre de él. También es destacable su oposición clara a la Guerra de Malvinas, una excepción dentro del radicalismo. Y además, después de haber sido presidente fue el gestor de la reforma de la Constitución Nacional, el titiritero de la Alianza, fue el que empuja a (Eduardo) Duhalde a la presidencia del 2001, y fue la voz más autorizada del partido hasta el retiro. Sin abrir juicio de valor, no encuentro otro cuadro como él.

JB: Nunca me hubiera imaginado hacer una película sobre Alfonsín si no me lo proponía Christian. Nunca voté a los radicales. De hecho mi película anterior, Los del suelo, es una ficción sobre unos militantes de las ligas agrarias que eran de origen montonero y peronista. Si bien no soy peronista, tenía que ver con una raíz populista. Descubrir otro Alfonsín fue como una enorme y grata sorpresa. Más allá de su ideología, me deslumbro su manera de continuar ejerciendo. Nació y murió con las mismas actitudes. Comenzó con una confrontación clara contra lo que quería luchar y terminó con la misma convicción. A pesar de haber tenido una hiperinflación y unas problemáticas con las que quizás otro presidente pudo haber claudicado o retrocedido. El fue firme a sus convicciones. Y no solo eso: luego de ser presidente continuó militando, recorriendo el país. Esta película es necesaria porque te explica cómo se forma un líder para las nuevas generaciones. Con el tiempo, se comienza a ver en perspectiva lo que fueron los grandes héroes políticos de la Argentina.

Norberto Chab

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