Organizado por DAC Género, el jueves 18 se realiza el encuentro virtual Cine, género y pandemia con la realizadora Anahí Berneri, coordinada por Carmen Guarini e Inés de Oliveira Cézar. Se accede vía Zoom (ID 502 160 8270), con ingreso por orden de llegada.
El encuentro, abierto al público, fue el disparador para dialogar con la creadora sobre cómo fueron cambiando las conductas y los proyectos artísticos a partir del confinamiento social. Y qué nos espera al regresar a la actividad plena.
Anahí Berneri fue entrevistada para GPS audiovisual radio.
-¿Cuáles son las preguntas esenciales que te formulás a partir del tópico “cine, género y pandemia”?
La primera pregunta es cómo volver seguro a los sets. A partir de allí surgen muchas otras: cómo van a cambiar las historias que vamos a contar. Cómo estamos hoy produciendo las ficciones para luego de la pandemia. Cómo nos repensamos el contacto físico. Cómo nos pensamos desde el lugar de intimidad que se abrió en este tiempo de confinamiento.
Más allá de este estado de supervivencia que consiste en cuidar la salud y la economía, es tiempo de transformaciones. Entonces aparece un pensamiento un poco existencialista, en el cual quienes somos artistas nos planteamos qué vamos a contar, cómo imaginamos el futuro.
Todas esas preguntas también comprenden una mirada de género: este tiempo de intramuros nos reformuló ciertos roles, ciertas relaciones en la intimidad hogareña.
En términos de relaciones de encuentro amoroso, también tenemos un capitulo para preguntarnos cómo van a cambiar las relaciones. Y sobre el cuerpo físico desde el erotismo, desde pasarla en cuarentena hasta cómo van a ser los encuentros. Desde una mirada de género son los temas que tenemos que abordar, los que me interesan. Sobre todo ese lugar de la intimidad, porque tiene como el peligro de caer en la violencia, por esos lugares de acumulación de energía.
Me surgen un montón de preguntas y de imágenes que el cine va a estar abordando. Confío en que el año que viene van a surgir temas muy interesantes. Porque el cine es eso: un lugar donde hacerte preguntas.
-¿Reelaborás tus proyectos a partir de las nuevas condiciones de aislamiento social?
Sí, estoy reelaborando historias. Un proyecto es para el año que viene: se está pensando cómo filmarlo, y cómo entra en la historia el tema de la pandemia. Es para Amazon.
Por otro lado, el año pasado comencé a escribir un proyecto de ciencia ficción en el que había una pandemia. Hablando de la revolución de los cuerpos, ahí se plantea una mutación, una guerra de especies entre los nuevos nacidos -que nacían con una condición no binaria hermafrodita- y quienes querían custodiar el orden. Tratado de una manera muy metafórica, episódico. Y ahora estamos trabajándolo como un largometraje. El proyecto nació el año pasado, pero releyéndolo este año, aparecen nuevas imágenes.
Estoy en un momento donde me conmueve todo; desde las marchas contra el racismo hasta que una nave espacial privada salga al espacio. Me genera cierta fascinación y me parece que algo tiene que pasarle a los cineastas, a los artistas, y que debemos reflexionar a partir de allí. Por eso estoy trabajando para la distopía: hoy me cuesta trabajar con el realismo.
Tenemos que pensar también cómo van a cambiar las producciones. Hay proyectos como Murciélagos, hecho en pandemia y con celulares, con medios no convencionales. Hay películas completamente filmadas con teléfonos y los cinco minutos de empezada te olvidás de cómo fueron hechas.
Me acuerdo de Tangerine, de John Baker, filmada con celulares. Van a aparecer ficciones íntimas y en pocas locaciones. Se van a filmar películas con tres personas y diez más de equipo técnico. Es un territorio mucho más fértil, que las mujeres deben aprovechar.
-En términos de rodaje cumplir con el protocolo va a influir en una historia. Pensaba en Alanis, en cómo va a modificarse el acercamiento de los cuerpos. Y también en nuevos rodajes hechos en ambientes reducidos.
Por tu culpa la filmé en mi casa: poder, se puede. Siempre pensé las películas desde el diseño de producción. Los guionistas cada vez más aprendemos a trabajar desde un diseño de producción. El que trabaja en cine tiene que tener la mirada en el cielo y los pies en la tierra. El gran desafío es hacer de esas limitaciones una propuesta estética.
-Las nuevas formas de circulación y exhibición de contenidos también va a condicionar las propuestas.
Venimos desde hace años hablando sobre las salas, las concurrencias, peleándonos con las plataformas. Pero todo esto se aceleró y hubo que amigarnos con la tecnología. PCI hace salas virtuales para ver las películas. Ya dejamos de de pelearnos por estas cuestiones: vimos que el cine no es solo las salas. Más allá de que siempre van a existir, porque la experiencia inmersiva y social de la sala es inmodificable. Pero la experiencia va a funcionar como un evento, que unirá al artista con el público. Al menos, ocurrirá con las películas argentinas. Como La muerte no existe y el amor tampoco, un modelo de éxito en el que el director (Fernando Salem) le puso el cuerpo a cada una de las funciones.
-¿En qué estado se encuentra el proyecto de thriller protagonizado por mujeres?
Hicimos un tráiler a fines de marzo con Sofía Gala y Agustin Sullivan para presentar a un estudio grande. Quedó detenido por el tiempo pandémico.
-También estabas involucrada con un proyecto sobre el “caso Penjerek”, aquella estudiante desaparecida en 1962 de la que nunca más se supo nada.
Es el primer caso que tiene resonancias por muchos lados. Por un lado por primera vez se habla de trata de personas. Por otro, acompaña el crecimiento del diario Crónica como diario sensacionalista, por el modo en que fue tratado. También destapa un tema -la trata- donde está metida la policía. Es un caso que tiene resonancias con el secuestro. Y también se hicieron las primeras marchas en el Luna Park reclamando por la seguridad de las chicas. Se hablaba de que a las mujeres las secuestraban en los colectivos. Se empezó a hablar de miedo, de inseguridad en la calle.
Está planteado como una serie de ocho episodios, contando el contexto pero también desde la mirada del periodismo, con Sofía Gala y Osmar Núñez, y Eugenia Ratcliffe y Sergio Wolf como coguionistas. Como Mad men, pero Crónica.
-¿Cómo modificó tu trabajo el formato series?
¡Me siento tan agradecida de poder hacer series! Aprendí muchísimo. Por un lado, porque te da la oportunidad de profesionalizarte. Pensá que nosotros filmamos cada dos, tres, cinco años. Y por otro, de involucrarme mucho más en la escritura. Nunca se me hubiese ocurrido comenzar a escribir un largometraje de ciencia ficción si no empezaba a recorrer otros caminos.
El cine me dio la posibilidad de trabajar con la metáfora, de no ser didáctico. La serie tiene una dinámica de conflicto-resolución, de ganchos, de que el espectador esté pendiente de la trama, a lo que no estamos acostumbrados en el cine. Nos forma y nos deforma. Pero no hay marcha atrás: eso ya llegó.
-Tenés la posibilidad de un reencuentro virtual con los espectadores: ¿qué te pasa con eso?
Más allá de mis fantasías y delirios, es apasionante poder reflexionar juntos con el público. Para ver cómo volvemos.
Julia Montesoro