Como en cada edición del Festival de San Sebastián la delegación argentina –que además de estar compuesta por películas también abarca jurados, proyectos e industria- es una de las más numerosas. Esto se debe en gran parte a José Luis Rebordinos, el director del Festival, quien más allá de su mirada cinéfila es un amante confeso de la actividad audiovisual argentina.
Rebordinos este año deberá navegar por las turbulentas aguas de la huelga de actores en Estados Unidos y sus secuelas. Aunque no la tiene fácil (¿quién dijo que estar al frente de un evento de esta magnitud lo es?) sus once ediciones al frente del Festival lo destacan como eximio piloto de tormentas.
-Como cada año, los imprevistos marcan la agenda. En las últimas temporadas atravesaste la pandemia, los cuestionamientos de los colectivos feministas por la presencia de algunos artistas, la deserción de Glenn Close como presidenta del jurado. Esta edición viene con otra novedad: la huelga de actores estadounidenses. ¿Cuánto impacta en los planes?
Impacta bastante. Hay una serie de actores y actrices que estaban previstos que vinieran, pero no van a poder acompañarnos. Por ejemplo, había dos premios Donostia iniciales confirmados, que eran para dos actrices norteamericanas, que definitivamente no van a poder estar porque se suman a la huelga. Van a haber algunas presencias que van a fallar. Pero lo vamos a suplir con presencias españolas, latinoamericanas, europeas y también algunas norteamericanas, porque la huelga va dirigida sobre todo contra los grandes estudios y contra las plataformas. Entonces, el sindicato va dando permiso con cuentagotas poco a poco a independientes para que puedan promocionarse. Vamos poco a poco cerrando presencias. No creo que vaya a ser un festival con pocas presencias precisamente.
Dicho esto, también hay que decir que no somos un festival que basemos nuestra programación en el glamour. Nos gusta tener para el gran público, para los sponsors, pero esta huelga no nos ha tocado para nada la programación. Entonces estamos contentos.
Alguna película irá un poco menos acompañada de lo que hubiera estado, pero ya está. No creo que nosotros lo vayamos a notar tanto y absolutamente menos en la programación.
-Claro, las estrellas son las películas, como decís vos. Javier Bardem va ser la gran figura con el Premio Donostia. La imagen del festival está dedicada a él y justamente fue uno de los que tuvo que solicitar este permiso.
Y vendrá a recoger el premio en 2024. Hasta último momento tuvimos que ver si él podría recogerlo y en qué condiciones.
-La sección oficial le dará cabida a dos estrenos mundiales argentinos: Puan, de María Alché y Benjamín Naishtat y La práctica, de Martín Rejtman. ¿Qué encontraste en estos títulos?
Nos pasa algo con el cine argentino. Lo queremos mucho y tenemos mucha relación. Desde que Bernardo Bergeret estuvo al frente de la Política Internacional del INCAA nos acercamos mucho al cine argentino. Creo que hizo una labor maravillosa. Es un gran amigo y le debo el haberme introducido en la industria argentina. También ocurre es que, en el pujante panorama del cine latinoamericano, hoy por hoy –y con esto no tengo por qué ofender a otros países-, Argentina es el más poderoso. Es el que estamos viendo muchas más películas.
¿Qué hemos visto en estas dos películas? Martín Rejtman es un director que le vamos siguiendo hace tiempo y, es verdad que nunca habíamos acabado de apostar por él en competición, aunque la habíamos discutido en más de una ocasión. A mí esta película me encantó. Tiene sentido del humor fino e irónico. La verdad es que nos divirtió mucho. Como todo el cine de Rejtman, detrás de ese humor, de ese divertimento, se habla de cosas importantes de la vida, de las relaciones humanas fundamentalmente. Nos sedujo desde el primer momento.
Puan es una de las grandes películas del año. Realmente creo que va a ser una de las grandes sorpresas del cine latinoamericano del año. Lo decía el distribuidor español, que la compró porque se enamoró de ella. Es una película que tiene comedia, drama y cine político. Y todo funciona. No vamos a descubrir ahora a María Alché. Y Benjamín Naishtat, entre otras cosas, ganó cuatro premios en San Sebastián. Es un viejo conocido nuestro. Creo que el cine argentino va a hacer ruido este año en San Sebastián.
-¿Qué particularidad notás en la Sección Oficial este año?
Suelo decir, un poco en broma, que nuestra sección siempre es como un monstruo de Frankenstein, que está hecho de pedazos diferentes para intentar conformar un ser vivo. ¿Por qué? Porque nosotros somos un festival de público. Antes de la pandemia teníamos 190 mil espectadores. Ahora estamos por los 160 mil y recuperando. Somos un festival cada vez más con actividades de industria. No somos un mercado, pero cada vez hay actividades de industria más poderosas. Y somos también un festival donde está la crítica cinematográfica local, nacional e internacional. Tenemos que dar respuesta a todo eso. Eso hace que, dentro del festival, en la Sección Oficial, haya diferentes convenciones. Por ejemplo, toda la gente sabe que a las cuatro de la tarde van normalmente las películas más complejas, esas películas que buscan nuevos caminos. A las 19 y 22 buscamos buen cine, pero de alguna forma que pueda entrar más fácil en el público. Este año es una mezcla de todo eso. Hay películas muy radicales. Como la nueva de Cristi Puiu (NR.: MMXX). No es una película fácil. O Kalak, de Isabella Eklöf, que es otra de las grandes sorpresas del festival. Y luego al mismo tiempo te puedes encontrar películas más fáciles, pero de grandísima calidad, como La Isla Roja, de Robin Campillo, The Royal Hotel, de Kitty Green o Un Amor, de Isabel Coixet. Son películas para todo el mundo y más abiertas, pero con mucha personalidad, muy especiales.
A mí esta sección me gusta muchísimo. Es muy variada, con propuestas muy diferentes. Hay cine de género, cine radical, que busca el espectador. Un viejo director de este festival, Diego Galán, decía que cada espectador tiene que encontrar su película en el festival. Yo lo cambio un poco y digo que espectador tiene que encontrar sus películas, pero tiene que haber para todo. Todo el mundo tiene que encontrar esas siete u ocho películas que le fascinen, que le sorprendan, que hagan que merezca la pena haber pasado el Festival.
-Entre la gran delegación argentina que asistirá este año, el Festival le rendirá tributo a Fabián Bielinsky a través de su obra maestra Nueve reinas. Nos preguntamos cómo una maravilla que tiene una innegable impronta porteña, que refleja los personajes arquetípicos del submundo de Buenos Aires, puede a la vez tener un significado universal. ¿Qué te respondés?
Va a funcionar genial. Fue una película que ya nos cautivó cuando se estrenó. Fue un gran éxito. Ahora hay una diferencia, porque en ese entonces Ricardo Darín empezaba a ser conocido. Hoy sabes que Ricardo Darín, aparte ser un grandísimo actor, es muy reconocido en San Sebastián y es muy muy querido. Todo el mundo le conoce. Estoy seguro que van a faltar butacas para las sesiones de la película y que va a ser muy bien recibida. Me parece que es un peliculón. De esas películas que si te la cuentan y te dicen cómo es no le darías mayor importancia. Luego la ves y ves que funciona. También la química entre esos actores. Me encanta. Voy a intentar volver a verla, no en ese pase porque no podré, pero cuando salga la copia restaurada intentaré volver a verla.
-Hubiera sido fantástico tener a Ricardo Darín acompañándola.
No puede porque está con obligaciones con la serie de televisión de El Eternauta. Ya sabes que siempre que puede nos visita y le recibimos con los brazos abiertos. Es un gran amigo, un tipo muy generoso con el Festival, al que le debemos mucho y al que le tenemos muchísimo cariño.
-Pensaba en este concepto de gran delegación argentina y es inevitable asociarlo con las cifras y presupuestos que debieron acomodarse a partir de 2019. Se presenta el reto de hacer un festival con el brillo de la prepandemia y que a la vez cierren las cuentas. ¿Cómo encaran ese desafío?
Es probablemente lo más complicado, porque por la huelga de actores de Hollywood no puedes hacer nada. Vas trabajando cada película, intentando que vengan, pero te trasciende a ti. Cuando llegamos hace once años, el Festival no llegaba a los 7 millones de euros y este año pasará de los 9 millones. Para hacer el mismo Festival del año pasado -no más grande-, necesitamos cerca de 400 mil euros más por la inflación. Entonces es verdaderamente complicado. Pero vamos bien: estamos consiguiendo bastantes más espónsores. El festival tiene una muy buena imagen también en el mundo empresarial: en once años que hemos hecho el festival, ni uno solo hemos tenido un duro de déficit. Cuadramos las cuentas de los once años. Y eso que hemos pasado por una crisis, por pandemia, inflación y la guerra ucraniana-rusa, que aquí ha sido muy complejo también en términos económicos. Y este año espero que lo repitamos. Llevo varios años y lo más complicado de mi trabajo es el tema económico. Sobre todo porque me quita demasiado tiempo. Afortunadamente, tengo dos subdirectoras maravillosas, como Lucía Olaciregi y Maialen Beloqui, que cubren parcelas que a mí me gustaría y que no puedo porque me tengo que dedicar al tema económico. A veces me gustaría estar más encima de la programación.
-Berlín intentó una fórmula de codirección, aunque se dirimió con la ida de Carlo Chatrian. ¿Por qué creés que en San Sebastián funciona el equipo de un director y dos subdirectoras?
Nosotros somos uno solo y me parece una buena fórmula, pero para que haya uno solo debe tener un mínimo conocimiento financiero. Durante diez años trabajé en una caja de ahorro, por lo que tengo formación financiera. Es fundamental también para dirigir un Festival, porque al final es como una empresa, aunque trabajemos con películas y con seres humanos. El pensamiento en el fondo es de una empresa, que tiene personal, contrataciones y compras. Y tiene un presupuesto que ejecutar. Es probablemente lo más complejo y no es la parte que más me gusta, pero es la que me toca.
-Hay mérito también en el trabajo de equipo. Y hay que decirlo, es lo que supiste formar.
Yo recibí un equipo que tenía mucho nivel profesional. Luego hemos ido haciendo algunos ajustes. Muy pronto empecé a pensar en el Festival del futuro, una vez que no estuviera. Es verdad que he estado más tiempo del que esperaba (risas), pero hemos ido construyendo una estructura -sobre todo una estructura de dirección donde hay dos subdirectoras- y de ahí cuelgan todos los departamentos. Me atrevería a decir que tenemos una estructura de personal muy moderna, empresarial y que funciona muy bien. Hay gente con muchísimo talento en todos los departamentos: me siento muy seguro dirigiendo el festival.
-¿Seguís pensando que te quedan dos o tres años al frente del Festival?
Ya es definitivo: si me quieren aguantar haré este año y tres más. Ya lo he comunicado a mi Consejo de Administración. Voy a cumplir 62 años en este festival y dejaría la dirección con 65. Creo que son suficiente porque serán 15 años. No es que no me sienta capaz de seguir dirigiendo el Festival, pero creo que hay un momento que es necesario que alguien entre con ideas nuevas. El mundo va cambiando y por mucho que intentes estar al día, por mucho que intentes rodearte de gente joven -que a mí me encanta, y lo hago-, llega un momento que no acabas de entender este mundo del todo. Y eso incluye el mundo de la industria cinematográfica. Es bueno que corra el aire: dentro de tres años yo me iré. Tenemos dentro del Festival recambios para elegir para posibles direcciones. Si mi consejo de administración me hace caso, por primera vez San Sebastián tendrá una directora mujer. Y se notará para positivo en un tiempo. Cuando llegó Mikel (Olaciregi) puso en el mundo al Festival. Nosotros hemos evolucionado y mejorado lo que hizo Mikel. Cuando yo me vaya, quien venga, mejorará esta época. Esa es ley de vida. Es construir sobre lo que te han dejado sin romperlo, pero modificándolo poco a poco, adaptado a los tiempos. No va ser ninguna ruptura ni ningún drama.
-¿Te imaginás ligado al Festival?
No sé si seguiré o no: eso dependerá de la nueva directora. Pero seguiré trabajando en el mundo del cine, desde segunda o tercera fila. No en primera fila, eso le corresponde a gente que viene con fuerza, como cuando yo llegué con 49 años al Festival.
-Nunca ocultaste tu opinión como representante del Festival y como ciudadano. Pero tal vez este año resonó más que nunca tu discurso contra toda forma de fascismo se presentó la programación de cine español en el Festival. ¿Cuál es la situación actual del colectivo artístico y de la actividad audiovisual en España?
Como ciudadano, tengo mi forma de entender la vida y la manifiesto con el voto que deposito en las urnas. Como Director del Festival, mientras yo lo dirija, es bienvenido todo el mundo, desde la derecha más conservadora hasta la izquierda más radical. Lo que no estoy dispuesto a tolerar es el fascismo. No estoy dispuesto a tolerar a aquellos que no respetan al resto, a aquellos que reivindican a un dictador en España -como fue Francisco Franco, un traidor a su país-, a aquellos que niegan los derechos de las mujeres, a aquellos que niegan los derechos de las minorías sexuales, a aquellos que niegan el derecho al aborto.
En España vivimos un momento complejo por el auge de Vox, que es un partido fascista y que además es legal. Yo considero que Vox no debería ser legal, de la misma forma que en su día se ilegalizó a la izquierda abertzale cuando apoyaba a ETA, creo que Vox debería ser ilegal porque de alguna forma rechaza los principios democráticos. Además, como está pasando ahora con los partidos fascistas en Europa, intuyo que también en Argentina, viendo cómo estáis, están descubriendo que la mejor manera para llegar al poder no es dar un Golpe de Estado, sino es usar las debilidades de la propia Democracia y hacerse con un hueco.
¿Cómo está la comunidad cinematográfica? Bueno, yo creo que está más o menos normal. Además es plural: en nuestra comunidad cinematográfica hay gente de izquierdas, de derechas, y eso es saludable. Hay diferentes formas de entender las cosas. Lo que tenemos miedo, porque ya se empieza a producir, es lo que en aquellas comunidades autónomas donde ya empieza a gobernar el Partido Popular -la derecha democrática-, con Vox, el Partido Fascista, ya empieza a ver censuras, obras que se suspenden, películas que no se proyectan.
Hay cierta preocupación sobre lo que va a pasar con algunos festivales donde va a gobernar la derecha con la extrema derecha (Si fuera solo la derecha, por mi parte, no habría ninguna preocupación). Este último gobierno de izquierdas -el Partido Socialista con Podemos-, ha apoyado bastante al fin español con dinero y normas. Los años de Beatriz Navas como directora el ICAA han sido positivos para el cine español. Hay cierto miedo que si la derecha llegara al gobierno de la nación pueda haber cierta involución. Me parece que no tiene votos suficientes para investir a su Presidente, ni siquiera con la extrema derecha. En cuanto a la izquierda, el candidato socialista tiene una difícil aritmética, muy compleja y extraña, porque tendría que gobernar con los nacionalistas de izquierdas y de derechas. Incluido algunos como es ahora el presidente (Carles) Puigdemont, fugado en Europa, reclamado por la justicia española.
Vivimos una situación muy compleja pero no hay que ser alarmistas: en el fondo, la sociedad española es una sociedad democrática. Y esos millones de votos que tiene Vox, muchas veces, son el voto del descontento. No es que esos ciudadanos sean fascistas, pero es el voto del descontento y del hartazgo.
Es verdad que nunca habíamos vivido, desde la muerte del Dictador, un auge de la extrema derecha como el que estamos viviendo ahora. Pero siempre tiendo a ser optimista y también quiero serlo ahora.
-El viernes 22 es el día inaugural del Festival. Pero también habrá otro motivo de celebración: es tu cumpleaños.
(Risas). Sí, es verdad. Es una feliz coincidencia.
Julia Montesoro