Pingüinos: evolución y supervivencia es el proyecto audiovisual del documentalista rionegrino Diego Canut. En el mismo, a partir de una voz en off de un pingüino, se conmina a tomar medidas urgentes por el cambio climático. No es el primer proyecto de Canut vinculado a la naturaleza: en Huemul, la sombra de una especie, el “protagonista” es un huemul (con su “voz” en off), quien alerta de su peligro de extinción en la cordillera de los Andes.
“Por ser patagónicos estamos muy ligados con la naturaleza: la Patagonia es la mitad del territorio argentino y tenemos una densidad poblacional de un poco más del 10%. Como comunicadores audiovisuales, siempre estamos intentando generar contenido que tenga que ver con la naturaleza”, revela Canut.
-¿Cómo surgió el proyecto de Pingüinos: evolución y supervivencia?
A fin del año pasado, filmando para el Emprotur (Ente Protegido Turístico de Bariloche), conocí Islote Lobos (estaba en transición como área protegida de la provincia de Río Negro a Parques Nacionales; será el próximo Parque Nacional de Argentina y el segundo de Río Negro). Nos encontramos con un complejo de cinco islas con una biodiversidad enorme, con lobos marinos de uno y dos pelos y la colonia de pingüinos magallánicos más al norte de nuestras costas patagónicas.
En ese momento pensé que algo había que hacer con ese lugar. Nos lanzamos a diseñar un proyecto con la intención de romper con el cine clásico documental de vida silvestre, narrado en tercera persona y distante de los espectadores. Al narrarlo en primera persona intentamos que el ser humano se sienta del lado de las especies: Aukan, nuestro protagonista pingüino -que va a ser papá por primera vez- narra su historia, nos cuenta sus preocupaciones como padre y sobre todo qué le va a deparar a su pichona en este mundo por factores antrópicos, aparte de lo que significa el cambio climático.
-Además de buscar involucrar al espectador a través del protagonista, ¿de qué manera planean ampliar la propuesta?
El proyecto es muy largo: trabajaremos hasta fin de 2022. No solamente tiene que ver la película de Islote Lobos y nuestro protagonista Aukan: también con el desarrollo de una plataforma digital verde. Nos apoyan muchísimo desde la provincia de Rio Negro y estamos por lograr un apoyo financiero desde el Consejo Federal de Inversiones. Buscamos lanzar esta plataforma para permitir el acceso a Islote Lobos desde una realidad virtual, utilizando esta herramienta como tecnología de vanguardia para poder visitar este lugar y poder interactuar. Estamos apostando a un proyecto inmersivo interactivo.
-¿En qué etapa está el proyecto?
Estuvimos viajando a Islote Lobos para crear imágenes, que utilizamos como promoción para generar reuniones con perfiles públicos y privados, a nivel nacional e internacional. Estamos en stand by por el proceso de las votaciones, hay fondos públicos y privados interesados como potenciales socios que quedaron invernando. Seguramente a fin de año retomaremos el proyecto.
-¿Qué te implica rodar escenas en plena naturaleza?
Mucho. Desde el vamos, queremos mostrar el ciclo reproductivo del pingüino. En septiembre u octubre empiezan a llegar desde el norte de las costas de Brasil hacia las colonias para poder procrear. Se quedan hasta marzo o abril del siguiente año, cuando los pichones ya nacieron y cambiaron el plumaje, y generan nuevamente ese éxodo hacia aguas más cálidas del norte como Uruguay y Brasil, donde van a pasar seis meses en el agua alimentándose. Hasta que al año siguiente vuelven nuevamente para reproducirse. Hay muchos aspectos de la biología que si no logramos filmar en el “año uno” -por decirlo de alguna manera-, hay que ir a buscarlos al año dos.
Generalmente, la pingüina pone huevos con una diferencia de tres días. Son de un color azulino y a medida que transcurren las horas se va aclarando y volviéndose color tiza. Para poder filmar ese huevo azul tenemos que apostarnos en el lugar, esperar a que haya una cópula, seguir una pareja, estar en un nido, esperar que la pingüina ponga el huevo y registrar esa parte particular de todo el ciclo reproductivo, que van a ser solo unos segundos dentro de una película de 70 minutos.
Aparte de las cuestiones climáticas y logísticas, y si bien es cine documental de vida silvestre y queremos filmar toda la naturaleza posible, hay situaciones donde tenés que parar los rodajes y volver a casa tranquilo hasta que la naturaleza te permita volver a rodar.
-La naturaleza es la productora artística del documental, ¿no?
Totalmente, y eso es lo que disfrutamos y a eso vamos. A naturalizarnos, para no decir des-humanizarnos y compartir esos espacios que son increíbles.
Julia Montesoro