La directora alemana Eva Trobisch presentó Ivo, su segundo largometraje, en el marco del 24° Festival de Cine Alemán, que se llevó a cabo del 19 al 25 de septiembre.
Ivo propone una sólida película sobre una enfermera de cuidados paliativos. La protagonista, llamada justamente de esa manera (Minna Wündrich en su primer papel central), trabaja no como enfermera en un único hospicio, sino como cuidadora a domicilio. Ofrece una alternativa adecuada a las personas que prefieren la comodidad de su propio hogar, va puerta por puerta y atiende a los pacientes los pacientes moribundos junto a sus familiares.
German Films programó la selección de películas que exhibe la riqueza de la cinematografía alemana. El programa ofreció lo más destacado de la producción reciente, a través de ocho largometrajes y de los cortos del Next Generation Short Tiger 2024 y además brindó la oportunidad de volver a compartir en una sala tres joyas de incuestionable valor histórico.
-¿Te planteaste que podía ser un documental? En ese caso, ¿por qué una ficción?
Sí, pensé en la posibilidad de hacerlo como si fuese un documental. Pero si hubiese sido así los pacientes, las personas que estaban por fallecer, tendrían que haber sido los protagonistas reales. No quería que fuesen ellos: lo que buscaba retratar era el rol de Ivo, su profesión. Entonces me quedó claro que tenía que hacer una ficción.
Y también está, como en una tragedia griega, un triángulo inspirado en una historia real de mi entorno personal. Busqué unir esas dos ideas.
Filmamos de una manera muy libre y experimental. De a ratos éramos como pasantes en nuestro propio set de filmación porque estábamos encarando aspectos que no sabíamos del todo cómo iban a terminar saliendo.
Hay una escena, por ejemplo, en la cual vienen a retirar el cuerpo de una de las personas que fallece y en realidad no la ensayamos, no hicimos nada, solamente simplemente nos expusimos a cómo iba a hacer ese momento con todos los actores y el equipo. Simplemente nos entregamos y reaccionamos a esa escena como se dio.
-Plantear Ivo como ficción implicó buscar una actriz al servicio de un personaje complejo. ¿Qué tipo de actriz buscabas, cuáles fueron los lineamientos principales que le pediste a la protagonista?
Necesitaba actores y actrices que tuvieran ganas de prestarse a trabajar de una manera abierta a los resultados. Esa es una característica que tienen mucho los actores de teatro, porque hay aspectos que no tienen tanto que ver con controlar el proceso y de prepararse demasiado, sino de realmente adentrarse y comprometerse con el momento de la actuación.
En cuanto a la actuación en general, pero más específicamente a la personalidad me di cuenta de que no eran personas débiles, mórbidas, sino que eran fuertes y tenían mucha presencia.
La protagonista, Minna Wündrich, es actriz de teatro. Nunca había filmado cine: es la primera vez que actuó en una película.
También tiene que ver con una cuestión física. Por supuesto, es una mujer grande y no es una bella, frágil, como suelen estar frente a las cámaras.
-¿Por qué te interesaste por “El ángel de la muerte”? ¿Qué parte de su historia te interesaba contar y por el contrario, cuáles fueron los límites que te autoimpusiste?
Leí mucho sobre el tema, investigué mucho y acompañé a personas que hacían este acompañamiento durante medio año. Una de las cosas alucinantes de nuestra profesión es que uno toma un tema, lo empieza a investigar y busca en todos los recovecos a ver qué encuentra. Aprendí mucho y también entendí muchas cosas. También me surgieron nuevas preguntas. No tengo una respuesta final a este tema, pero fue algo que me interioricé mucho.
Cambió mi postura ante la muerte, le perdí un poco del miedo a la muerte. Se transformó, pasé de verlo como ese destino singular e individual a algo que une a las personas, más comunitario. Con respecto al tema de la muerte asistida en particular, lo que me pasó es que hablé con muchas personas que tenían opiniones muy distintas. Y todas tenían razón.
También en la institución con la que nosotros trabajamos para hacer la investigación hay personas muy distintas. Unos dicen que inmediatamente ofrecerían la posibilidad de una muerte asistida, otros sostienen que no. Algunos dicen que solo podrían ayudar a morir a personas que fuesen amigos, en tanto otros solo podrían hacerlo de forma profesional con personas que no conocen. Pero al mismo tiempo todos se respetaban enormemente porque en definitiva es una decisión muy individual.
-En qué medida un tema tan moralmente polémico se traslada a tu vida personal, fuera del dispositivo del rodaje?
Me pareció bueno aprender y enfrentarse a estos temas. Hacerse estas preguntas y estar abierto a no cerrarse con una respuesta final, con esa especie de tolerancia a la ambigüedad.
-¿Qué encontraste en la personalidad de Ivo que rompe el estereotipo de mujer débil victimizada?
Creo que tengo una debilidad por las figuras valientes.
En realidad, estoy un poco cansada de la mirada femenina y la mujer como víctima, pero si fuese un hombre lo hubiera representado exactamente de la misma manera. Creo que es frágil y vulnerable, pero también es valiente y resiliente. Eso me interesa en general de las personas, más allá de si se trata de mujeres o de hombres.
Hay veces que uno toma como feminista, o emancipada, cosas que para mí son la naturalidad y que tienen que ser de esa manera. No buscaba remarcar que ella tiene poder de decisión y que no se deja pisotear, por ejemplo. Para mí es así naturalmente.
-Ivo abre caminos hacia otros temas no naturalizados, como la lealtad o la fidelidad. ¿Qué fronteras buscabas derribar al describir esa situación?
El triángulo está basado en una historia real, en un hecho real. En los hechos reales era gente mayor, tenía 20 años más que los personajes. En este caso trabajaban juntos. También eran todos conocidos personales. El marido estaba muy enfermo. Entonces la mujer comenzó una relación con un amigo y eso de alguna forma estabilizó ese triángulo. Eso la fortaleció para poder también cuidar a su marido enfermo. Pero cuando murió el marido finalmente no pudieron seguir con la relación.
Eso me pareció muy particular porque en realidad hay una idea de que cuando muere el marido el camino estaba libre, podría haber sido feliz y encarar el atardecer de su vida juntos.
Me parece muy interesante el tema de la lealtad, la fidelidad, la intimidad y los distintos caminos que puede tomar eso. No se trataba tanto de quebrar barreras, o de romperlas: simplemente, es algo que me conmovió.
Y también me interesa mucho contar historias que van en contra de las convenciones. O sea, no tengo nada en contra de la monogamia, pero me parece interesante también hablar de historias que cuentan otras formas de vivir y amar.
-Supongo que el estreno de Ivo te puso en el lugar de tener que responder políticamente sobre leyes relacionadas con cuidados paliativos o el suicidio asistido. ¿Es un efecto no deseado del tema abordado o por el contrario, te interesa que la película sirva para abrir el debate?
Soy directora de cine; no soy científica ni política. Y me alegra mucho de serlo. No tengo una agenda política de abrir un debate en particular o algo así: lo que busco realmente son contar historias que me interesen. Al contar estas historias se abre la posibilidad se provocar ese mismo interés en el público y en otras personas.
Norberto Chab